Esa calculadora no es lo que parece: las apps con las que los niños se saltan el control parental

Los niños acceden a su primer móvil a edades cada vez más tempranas. Según el último informe del INE, el 68% de los niños entre 10 y 15 años ya son usuarios de un teléfono, porcentaje que sube al 87% si solo se tiene en cuenta a los mayores de 13 años. Esta pronta entrada en la vida digital conlleva riesgos, por lo que cada vez más sistemas operativos incluyen medidas de control parental para limitar el tiempo de uso del dispositivo o las capacidades de determinadas herramientas. Pero como en cualquier ámbito, la presencia de límites no significa que los menores los respeten: al igual que crecen los servicios para mejorar el control parental, también aumentan las aplicaciones que sirven para saltárselo.

Los principales focos de atención de las familias a la hora de supervisar el móvil de los menores suelen ser la galería, los navegadores, las redes sociales o los videojuegos. Las apps usadas para saltarse ese control se basan en generar “bóvedas secretas” donde se puede esconder alternativas a esos servicios ajenas a las que los tutores suelen revisar. De esta forma la galería del teléfono queda limpia mientras que la bóveda de la app usada con este fin almacena una segunda carpeta que los niños pueden usar para ocultar determinadas imágenes o vídeos.

¿Cuál es el truco de estas apps para pasar desapercibidas para las familias? Su estrategia es hacerse pasar por las aplicaciones más inofensivas del mundo, como una calculadora. Al abrirlas, la pantalla muestra el teclado numérico y los signos para hacer operaciones. Pero si se introduce una cifra determinada, la app muestra su secreto en forma de abanico de servicios: además de su propia galería pueden tener un navegador alternativo, una carpeta oculta para guardar audios o documentos, blocs de notas o herramientas para transmitir archivos a través de una conexión wifi.

El ingeniero informático y perito forense Pablo Duchement, experto en delitos en redes sociales perpetrados por y contra menores, ha explicado esta semana como una de estas apps fue clave en la estafa contra un niño que los padres no pudieron descubrir pese a hacer un exhaustivo control parental en el móvil del pequeño. “Son muy habituales y suelen incluir un navegador (para visitar internet de manera discreta), un gestor de archivos (para guardar fotos y vídeos privados) e incluso, a veces, una agenda oculta”, explica Duchement en un hilo de Twitter donde narró el caso.

“La forma de proceder suele ser la misma: al abrir la app, aparece una calculadora funcional. Pero, si se presionan los botones de una clave numérica, como si se tratase de una cantidad con la que operar, en su lugar se abren las funciones ocultas”, continúa el especialista, que también ejerce de profesor de Educación Secundaria.

En el caso narrado por Duchement, la familia del menor que instaló la app fue víctima de un fraude después de ver comprometida una tarjeta bancaria. Tras investigar lo sucedido descubrieron que los datos fueron extraídos del móvil del niño, pero fueron incapaces de descubrir cómo. Tras poner el dispositivo en manos del especialista, su primera revisión también reveló que estaba limpio. “Nunca había visto el historial privado de navegación de un preadolescente con móvil tan prístino”, comenta.

La única señal de alarma que dejan las apps de las falsas calculadoras es su peso. Todos los servicios alternativos que ocultan en su interior ocupan espacio en la memoria del teléfono, que aumenta a medida que se guardan más fotos o archivos en ella. Al final, el peso de la app resulta incongruente con la simplicidad de la herramienta de una calculadora.

Existe un gran número de apps de este tipo. Como se ve en la siguiente imagen, muchas de ellas utilizan nombres como “Calculator +”, “Calculator #” o combinaciones de las letras SPV, iniciales en inglés de “bóveda privada segura”.

Apps legales

Como explica Duchement en conversación con elDiario.es, este tipo de apps son perfectamente legales. No se promocionan como métodos para saltarse el control parental, sino simplemente como “bóvedas secretas” (o vault, en inglés) para que el usuario oculte algunos servicios del teléfono.

“Pueden ser una herramienta útil. Muchos usuarios me dijeron que estas aplicaciones tendrían que ser ilegales y que habría que denunciarlas. Pero no, tienen una función. Por ejemplo, yo la uso cuando tengo que gestionar cosas de mi trabajo desde mi móvil personal y que yo no quiero tener en mi carrete. Que no quiero que, si un día mi hijo pequeño coge mi móvil, se las encuentre”, explica el experto: “Tienen un uso que puede ser legítimo”.

Lo más habitual es que este tipo de apps tomen la forma de calculadoras, ya que así pueden ofrecer la coartada perfecta para introducir una clave secreta. También existen otros tipos, como las apps que simulan ser un reloj. Esta característica es otra de las pistas que las familias pueden utilizar para descubrir que estas apps pueden no ser lo que parecen: ¿para qué iba a instalar un niño una segunda app calculadora?

En el caso narrado por Duchement en Twitter, el niño utilizaba el navegador de la falsa calculadora para acceder a pornografía. Una de las webs que visitó le pidió una tarjeta de crédito para acceder al contenido, asegurando que no se haría ningún cargo. El menor introdujo los datos de una de las de sus padres y acabó cayendo en la estafa. “Es por esto por lo que hace falta seguir divulgando sobre ciberseguridad infantil. Respetar la intimidad de los pequeños, es necesario. Pero, dejar una ventana a miles de desconocidos para poder contactar con un niño de 11 años en privado… requiere control”, explica.

Duchement detalla que hay otros ejemplos de apps que no deberían estar en teléfonos usados por niños pero que encuentra habitualmente. Una de ellas, expone, sirve para camuflar la cámara tras la imagen de un artículo de prensa. Ese artículo simula tener incrustado un vídeo de publicidad que en realidad no es tal, ya que lo que muestra es la cámara del teléfono. El objetivo de esta app es que el menor pueda usarla sin que las personas que tiene detrás sepan que está grabando con su cámara.

TikTok

¿Cómo llegan los niños a este tipo de apps? Las posibilidades son múltiples, pero la experiencia de Duchement muestra que existe una vía en auge. “Desde hace cinco años, cada vez que veo una conducta de riesgo en un menor y pregunto cómo se le ocurrió hacerlo, la respuesta siempre es la misma: lo vi en un vídeo de TikTok”, revela. Existen algunos influencers que se dedican específicamente a enseñar a los menores a usar “trampas tecnológicas” de este tipo, ya sea para saltarse el control parental o para copiar los deberes sin que sus profesores puedan descubrirlo.

Por eso, el experto incide en que “el mejor control parental son los padres”. “Siempre lo digo: la mejor protección es estar ahí. Igual que las primeras clases de conducción las haces con un instructor porque es una locura darle un coche a alguien que no sabe conducir. Sucede lo mismo con un móvil. Pero no tenemos esa inercia, damos el móvil, pensamos que el niño ya tiene edad y ya está. La cantidad de cosas que pueden pasar es terrible”, concluye.