“No somos vendedores de activos. Queremos ser los titulares a largo plazo. Buscamos las soluciones mejores y más eficaces para aumentar nuestro valor”, afirma Serghei Bulgac, máximo responsable del grupo Digi. Casi 18 años después de entrar en el mercado español, la teleco rumana se prepara para dejar de ser un agitador de precios y consolidarse como operador estructural. La compañía ha logrado consolidarse como la principal operadora de bajo coste del sector y afronta un 2026 clave en su expansión: prepara su salida a bolsa en Madrid con el compromiso de invertir 2.000 millones de euros en su red de fibra óptica española.
En Rumanía, Digi controla tres de cada cuatro conexiones de fibra y es el segundo operador móvil, con una cuota de mercado cercana al 30%. La compañía decidió extender su negocio a España en 2008, aprovechando la rampa de lanzamiento que le ofrecía la comunidad migrante y con una estrategia de precios agresivos.
Con los años, su propuesta ha ido ganando tracción. La filial española ha terminado convirtiéndose en uno de los principales motores del grupo, con volúmenes que rivalizan con la matriz: 247 millones facturados en el último trimestre, por los 300 millones de la división rumana, aunque con márgenes de beneficio mucho más bajos. Cifras que se traducen en más de 10 millones de clientes en España, divididos en 7 millones de telefonía móvil, 2,5 millones en fibra y unos 750.000 en telefonía fija.
“Precios muy bajos contra los que es difícil competir y un catálogo muy sencillo”, resume Sara Perales, portavoz de telecomunicaciones del comparador de precios Kelisto, sobre la clave del ascenso de la compañía. Sin televisión, alarmas o seguros de salud. Hasta ahora, su base eran “clientes que prioricen especialmente el precio y que estén lo suficientemente informados como para conocer compañías más allá de las marcas más contratadas hasta ahora”, detalla la especialista.
El conocimiento de la compañía por parte del público le ha permitido ir robando líneas a otros actores con marcas más fuertes en el mercado. “A nivel de portabilidades, Digi lleva meses consiguiendo clientes de sus competidores: si revisamos los últimos informes mensuales de la CNMC [Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia], entre los meses de septiembre de 2025 —último del que hay datos— y de 2024, ambos incluidos, la compañía importó 1.407.623 líneas de portabilidades de otros operadores, frente a los 559.689 que exportó”, detalla Perales.
Es decir, casi un millón de clientes se pasaron a Digi desde su competencia. Es la segunda de este ranking, solo por detrás del grupo MasOrange, que es el operador más grande del mercado español y tiene nueve marcas nacionales (Orange, Yoigo, Jazztel, MásMóvil, Simyo, Pepephone, Lebara, Lycamobile y Llamaya) y otras cinco regionales (Euskaltel, R, Telecable, Guuk y Embou) bajo su paraguas.
Un crecimiento basado en precios bajos que no va aparejado con una decepción en cuanto al servicio. “La compañía se sitúa en el top 5 de valoraciones de usuarios de la OCU en su última encuesta de satisfacción para sus servicios de fibra y móvil”, recuerda Sara Perales, lo que representa “otro punto a favor”.
Ánalisis independientes confirman esa percepción. Los datos de OpenSignal (una firma que evalúa la calidad real del servicio de internet y telefonía móvil) indican que la fibra de Digi es la mejor valorada solo por detrás de Jazztel. “Ofrece la mejor experiencia de banda ancha entre los operadores fuera del grupo MasOrange, situándose en segundo lugar a nivel nacional en Calidad Consistente (78,3%, a menos de un punto de Jazztel) y cerca del primer puesto en Experiencia de Vídeo (74,2 frente al 74,5 de Jazztel)”, refleja su último informe.
Ahora, la teleco rumana se ha puesto como objetivo llegar hasta los 20 millones de clientes para 2030, y quiere hacerlo apoyada en su red de fibra en España. Se ha comprometido a invertir 2.000 millones en los próximos años, lo que permitirá a la filial española operar de manera más independiente.
Cortar lazos con la matriz
Para permir que la división española crezca por su cuenta, la matriz rumana ha decidido permitir que se nacionalice. “Creemos que, en este momento, España está muy madura, tiene mucho éxito dentro de nuestro grupo y es muy exitosa como operador de telecomunicaciones europeo consolidado”, destacó Bulgac en la última presentación de resultados en Bucarest. Para liberar esas ataduras, la matriz rumana ha deshecho “las diversas garantías cruzadas que existían en el grupo entre nosotros y las operaciones españolas, en ambos sentidos”. “Todos esos vínculos se han roto”, añadía el CEO del grupo.
El objetivo es que la división española pueda “acceder a los mercados de capitales, ya sea mediante acciones o deuda o, básicamente, en cualquier forma o modalidad” para financiar esa ampliación de la red de fibra que le permita seguir creciendo.
El grupo valora la filial en unos 2.500 millones de euros, lo que supondría una capitalización superior a la de Solaria, que cotiza en el Ibex. La dirección de Bucarest estaría barajando poner a disposición de los inversores alrededor de un 25% de Digi España, conservando el control.
Un proceso en el que no se contempla una venta a Telefónica, recalcó Bulgac, ante las declaraciones de la compañía española de que estaría abierta a grandes operaciones de consolidación que le permitieran reducir el número de operadores en los mercados clave en los que opera.
La duda, en todo caso, es si Digi podrá mantener el crecimiento con una mayor presión de inversiones externos y con márgenes más reducidos que en Rumanía. Actualmente, la matriz opera con un margen de beneficio operativo o EBITDA (antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones) del 46,5%. En España, la cifra es del 23%. La dirección quiere aumentarlo hasta el 30% en 2030, lo que podría acarrear subidas de precios o descensos en la calidad percibida por los usuarios.
El contraataque de los grandes
La estrategia de precios bajos de Digi está consiguiendo una reacción en el resto del mercado, que ya la considera el rival a frenar. “Las telecos grandes se han ido defendiendo con descuentos en los primeros meses con mejoras y rebajas en las marcas low cost, como Simyo o Pepephone (de Masorange), O2 (de Movistar) y Lowi (de Vodafone)”, apunta Sara Perales.
Sobre estos descuentos, la portavoz de Kelisto recomienda a los usuarios, no obstante, “revisar siempre cuánto duran y si para cuando terminen habremos cumplido con la permanencia mínima”.
Esa competencia por los precios bajos ha ido aparejada con torpedos que buscan igualar el número de portabilidades que Digi está consiguiendo. “Sin duda el último ataque, y que hemos visto en los últimos meses, han sido las ofertas exclusivas para clientes que hagan una portabilidad desde Digi”, refleja la especialista. Promociones que no podrán contratar sus actuales clientes, ni siquiera los que lleguen desde otras compañías. “Dos de las más sonadas han venido de Movistar y Orange y han tenido que ver con el fútbol, uno de los valores más caros en las tarifas de telecomunicaciones”.
“Ambas tarifas aprovechan así un activo con el que Digi no puede competir —el fútbol con LaLiga y la Champions es exclusivo de Movistar y Orange— y con una rebaja de más del 60%. Al fin y al cabo esta sería la tarea pendiente de Digi: seguir ampliando su despliegue de fibra y también el de su red de móvil, mejorar sus tarifas con más TV y ver si podría mantener sus precios bajos sin recurrir a descuentos temporales”, resume.
Una fusión que creó un espacio para Digi
Este contraataque de las grandes telecos llega después de que fueran ellas las que construyeran la pista de lanzamiento que permitió despegar a Digi. La reconfiguración del sector tras la fusión de Orange y MásMóvil en MasOrange generó una oportunidad competitiva. Bruselas condicionó esa fusión, que dio origen al operador que domina el 40% del mercado móvil, a la consolidación de un cuarto competidor. Para ello forzó a MasOrange a vender a Digi 60 MHz de espectro (las “autopistas” invisibles por donde viajan los datos móviles) por 120 millones de euros, un precio por debajo de mercado.
La fusión también estaba condicionada a que MasOrange ofreciera a Digi un alquiler de su red a precios preferentes. Pero aquí la operadora rumana supo jugar sus cartas: usó ese contrato preferente para renegociar el acuerdo que tenía para acceder a la red de Telefónica, que databa de su entrada en España. Pasó de ser un Operador Móvil Virtual, un cliente mayorista de Telefónica, a establecer una nueva relación como socias en igualdad de condiciones.
El nuevo acuerdo se extiende hasta el año 2041. Ahora Digi pone sobre la mesa su propio espectro (las frecuencias que compró por la fusión de Orange y MásMóvil) y Telefónica pone las antenas y la infraestructura física para emitir esa señal. Es decir, han pasado de un alquiler simple a compartir activos. Telefónica pactó este acuerdo a largo plazo ante el riesgo de que Digi trasladara su tráfico a MasOrange, lo que habría supuesto una pérdida significativa de ingresos mayoristas.
Digi ha conseguido atraer casi un millón de clientes netos en un año con precios agresivos. Ahora deberá demostrar que puede mantenerlos mientras invierte 2.000 millones en red propia y opera con márgenes la mitad de estrechos que en Rumanía. Movistar y Orange ya han lanzado ofertas con fútbol rebajado un 60% exclusivas para clientes que vengan de Digi. Vodafone y MasOrange han intensificado descuentos en sus marcas low-cost. Los grandes tienen músculo financiero para mantener una guerra de precios durante años. Digi tendrá que demostrar que su modelo funciona ahora que la competencia ya la considera una amenaza.