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Ni siquiera un psicoanalista podría entender al PSOE

Pedro Sánchez habla con Patxi López en el Congreso durante la primera jornada de investidura.

Iñigo Sáenz de Ugarte

Ni siquiera el mejor psicoanalista argentino podría dar un diagnóstico coherente de la situación del PSOE. Si tuviera que hacer un análisis concreto de algunos de sus principales dirigentes, se preguntaría por qué no entiende nada. Si le pidieran su punto de vista sobre Antonio Hernando, preferiría dejar la profesión.

Pero si a pesar de todo eso, hubiera seguido atendiendo al paciente hasta este miércoles y le hubieran enseñado la cuenta de Twitter del PSOE durante el discurso de investidura de Mariano Rajoy, en ese caso habría apagado el ordenador, se habría puesto la chaqueta, pedido un taxi y largado al aeropuerto para coger el primer vuelo disponible a Buenos Aires.

Durante el discurso de Rajoy, la cuenta del PSOE acusó al PP de crear empleo precario y de poco valor, de haber aprobado presupuestos que Bruselas considera irreales y de vaciar la hucha de las pensiones. Los mensajes iban acompañados de imágenes en blanco y negro de Rajoy. En fotografía, el blanco y negro confiere una cierta imagen de elegancia clásica. En política, es sinónimo de horror y destrucción.

Además, desde Twitter el partido anunció que el nuevo Parlamento va a aprobar leyes muy diferentes a las de la anterior legislatura junto a un titular sobre la ley mordaza que, por lo que sugiere el mensaje, tiene los días contados. Una vez más, la teoría de que por primera vez desde 1977 será el Parlamento, y no el Gobierno, quien lleve la iniciativa política en España.

Los dirigentes socialistas –Madina lo ha dicho esta semana– se afanan en extender esta idea. No es una casualidad que no haya precedentes de ella, tampoco en las legislaturas en las que el partido en el Gobierno no tenía mayoría absoluta. Es sencillamente una ficción que no tiene nada que ver con el funcionamiento del sistema político español. Hace unos meses, Podemos mantenía también esta quimera, pero en las últimas semanas, por convencimiento o por táctica, la han abandonado por ser precisamente eso, una ilusión.

Como los lectores ya saben, ese desastre que es la posibilidad de un nuevo Gobierno de Rajoy, a ojos del PSOE, se convertirá el sábado en una realidad gracias a los votos de los diputados socialistas. Dirán la palabra 'abstención', pero la intención es la misma que si dieran un voto afirmativo. Quieren que Rajoy sea reelegido para impedir dos alternativas que han sido rechazadas en los últimos meses por los que son ahora los nuevos dirigentes del PSOE: un Gobierno alternativo que hubiera presidido Pedro Sánchez o las terceras elecciones.

Hablando del rey decapitado de Ferraz, Sánchez se presentó en el Congreso por primera vez desde su dimisión/ejecución con todo el aspecto de querer trolear a sus verdugos. Chaqueta y camisa de cuadros, sin corbata y con vaqueros. Al menos, no llevaba gafas de sol y camisa hawaiana. Como si todo el drama no fuera con él.

Los periodistas se le echaron encima y le preguntaron por su voto. Ya sabemos que en la primera votación pronunciará el 'no', como el resto de compañeros de grupo, pero ¿qué ocurrirá el sábado en la segunda votación para la que la gestora de Susana Díaz, perdón, Javier Fernández, ha ordenado la abstención? “El sábado será otro día”, respondió. “Tomorrow is just another day”, cantaban los de Madness, y el sábado ya pilla incluso más lejos.

Sánchez entró en el hemiciclo para sentarse en la esquina de la tercera fila del grupo socialista, junto a Patxi López. Antes, saludó a algunos compañeros y tocó a Antonio Hernando que estaba de espaldas. El nuevo presidente del grupo parlamentario socialista se giró y le dio la mano como quien se quita de encima al típico colega coñazo al que no te apetece ver para nada.

Recordemos que Hernando era su brazo derecho en el Congreso como portavoz del grupo. Eso fue hace mil años, carnaza para los libros de historia. “Si quieres un amigo en Washington, cómprate un perro”, dice la frase que se atribuye a Harry Truman (probablemente falsa, a Truman nunca le gustaron los perros). Tal y como está el PSOE ahora, lo mejor es que sus dirigentes vayan a la protectora de animales y se hagan con todos los perros disponibles. Seguro que a ellos les pueden convencer sin problemas de las virtudes de la abstención. Y además los perros no tienen cuenta de Twitter.

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