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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Juan Santana y Lucas Bravo avergüenzan al PP

El diputado del Grupo Mixto Román Rodríguez (i) conversa con algunos de los candidatos al consejo rector de la Radio Televisión Canaria, Santiago Negrín (d), Juan Santana (2d), y María José Bravo de Laguna. (Efe/Ramón de la Rocha).

El bochorno fue generalizado este jueves en el Parlamento de Canarias, donde se reunía la comisión de control de Radiotelevisión Canaria para evaluar la idoneidad de los cinco candidatos a formar el primer consejo rector del ente tras la aprobación de la nueva ley llamada a democratizar y depurar ese conglomerado público. Y no fue solamente en la bancada del PP donde se pasaron sofocones durante la intervención de uno de sus dos candidatos, Juan Santana, sino también en las filas de Coalición Canaria, incapaz de vetar a tal personaje con tal de allanar el camino hacia el pacto con los populares que tanto ansía el candidato Clavijo y sus mariachis. Teóricamente el trámite de este jueves debería servir para que sus señorías comprobaran si esos candidatos, propuestos por el PP, CC y el PSOE, reunían los requisitos que fija esa nueva ley para hacerse cargo de los destinos del ente los próximos cinco años. Unas exigencias que hablan de alta profesionalidad, de experiencia de gestión, de conocimiento del sector… de modo que se cumpliera con ese soñado objetivo de profesionalizar la tele y la radio públicas y alejarla lo máximo posible de las inquinas y las luchas partidarias. Por lo que se pudo haber allí, los diputados que han intervenido en esta ley han perdido el tiempo de una manera clamorosa porque algunos partidos políticos, particularmente el PP y Coalición Canaria, no han entendido cuál es el problema que sufre RTVC de credibilidad a todos sus niveles. El primero, designando como candidato al correveidile de José Manuel Soria, de nombre Juan Santana, su monaguillo durante años y años y ahora jefe de gabinete de la delegada del Gobierno, que no reúne ni uno de los requisitos y que, en un gesto que hasta parece una provocación, es militante del partido. Y a mucha honra. Coalición Canaria, en lugar de vetarlo como hizo el PSOE absteniéndose y obligando a una nueva ronda la semana que viene, aplaudió con las orejas a este indocumentado cuyo encargo va a ser el de ejercer como comisario político de Soria, el enemigo público de una tele que quiere cerrar a toda costa. A no ser que pueda volver a controlarla en alguna otra ocasión, como hizo en el pasado.

Los lagrimones del candidato

Juan Santana abochornó a todo el mundo, como decíamos. Y no sólo por su currículo profesional, del que él destacó sus 32 años en Radio Las Palmas, donde alcanzó el alto rango de disc jockey de los 40 Principales, o sus tres legislaturas llevándole el neceser a Soria, sino por su perfil claramente partidista, como le achacó Román Rodríguez: “Usted está aquí no por sus méritos profesionales, sino porque es militante del Partido Popular”. A los revolcones de Rodríguez y de la portavoz socialista, Santana respondía con méritos tan indiscutibles como su lealtad a su jefe, sus numerosas visitas a La Moncloa durante su estancia en el Ministerio de Industria y su férrea voluntad, atención, de “devolver la dignidad a este Parlamento”, funciones que desde luego no están entre las que se exigen a un consejero de la tele. Nada dijo de aquel grotesco episodio en Industria cuando, en los prolegómenos de una rueda de prensa de Su Excelencia (de él) un periodista le preguntó si había wi-fi y él le contestó con un lacónico y revelador “¿y eso qué es?” Al hombre casi emociona al respetable al relatar el momento en el que se disponía a firmar su finiquito de Radio Las Palmas para irse a trabajar con el presidente del PP canario. Casi tienen que imprimir de nuevo el documento porque con tanto lagrimón por poco borra su contenido. O cuando contó cómo echaba de menos a su familia durante su destino en Madrid, y cómo decidió por ello abandonar las mieles del poder para refugiarse en la plaza de La Feria, donde ejerce de jefe de gabinete de la delegada Bento y de jefe de prensa eterno del PP.

Un año berreando titulitis

Resultó bastante grotesco contemplar hasta qué límites puede llegar la disciplina en el Partido Popular. De los diputados populares en la Cámara, al menos el 80% no comparte la designación de Juan Santana para el consejo rector de RTVC: contradice el espíritu de la nueva ley y, sobre todo, choca de frente con lo que el grupo parlamentario ha venido berreando todo este último año. Sí, Águeda Montelongo ha insistido siempre, con ese estilo tan contundente que tiene, que es preciso acabar con el marchamo de “la universidad de la vida” para empezar a exigir a los rectores de la tele titulación académica suficiente, algo que el candidato al que ella aplaudía a rabiar ayer en la comisión de control no cumple ni de lejos. No quedó claro a sus señorías si Santana tiene el título de Graduado Escolar (estudios primarios) o si llegó a cursar el COU. Desde luego quedó descartado que haya hecho la selectividad y que haya pisado alguna vez una universidad. Pero es que encima no tiene experiencia ninguna, ni en la gestión de medios informativos, ni en periodismo ni en televisión, algo en lo que los demás candidatos le propinan un amplio repaso. Todo queda ahora a expensas de que Coalición Canaria se convenza de que es un inconcebible repetir los errores del pasado metiendo a un comisario político en la tele, y encima del único partido que se la quiere cargar. Y que debe convencer al PP de que ese candidato no es idóneo y que proponga otro. Porque la alternativa, para desgracia de todos, es que nada cambie hasta dentro de al menos un año y medio. Y nadie puede tener la seguridad de que el desastre se pueda perpetuar por más tiempo.

Lucas no encaja la verdad

Lucas Bravo de Laguna hace lo indecible por que su partido, el PP (de momento) le ponga en un puesto de salida al Cabildo de Gran Canaria en las próximas elecciones. Se parte la cara con quien sea con tal de ser el remedo en versión siglo XXI del senador Macías, aquel insuperable personaje que salía hasta en las fotografías que los periódicos hacíamos de la calle Bravo Murillo desierta un primero de enero. Si te fijabas bien, cada año, en un sitio distinto, podías ver a Pepe Macías asomando inopinadamente detrás de una palmera, o en un balcón, o colgado de una farola, como si formara parte eterna del paisaje periodístico insular. Pero hasta para eso hay clases. Macías se lo curraba yendo a todos los entierros y funerales, a todos los cócteles, bodas, bautizos y comuniones, y no gastaba en ello ni un euro del erario público, más allá de alguna corona o una ronda de cafés para los deudos. Lucas es capaz incluso de lograr que el speaker de los fastos deportivos de estos días en Las Canteras se desgañite a través de la megafonía relatando lo habilidoso que es “el señor consejero de Deportes del Cabildo, don Lucas Bravo de Laguna”, metiendo canastas. El tamaño de su ombligo no le deja ver lo que pasa a su alrededor, ni siquiera cómo se mofan de él muchos de sus allegados, incapaces de prevenirle de los excesos por temor a que los deje sin la sopa boba. Hace un par de días contábamos aquí las falsedades que ha querido fijar en la opinión pública en torno a sus logros para traerse a Gran Canaria la fase final de la Copa del Rey de Baloncesto, y menos mal que coincidimos en el tiempo con un reportaje que en esa misma jornada ofreció La Provincia contando prácticamente lo mismo. Esa competición fue un logro del anterior Cabildo, concretamente del ex consejero Luis Ibarra, actual presidente de la Autoridad Portuaria. Una publicación y la otra dieron para muchos comentarios en las redes sociales, de entre los que destacamos este de una comentarista deportiva: “En La Provincia sale un señor que en 2009 promovió a Gran Canaria como sede de la #CopaACB. Y no es Lucas Bravo de Laguna. #quesepareelmundo”.

“Haber lo que escribes” (By Lucas)

Asediado por algunos comentarios en las redes sociales ante dos piezas periodísticas alejadas de la tendencia propagandística oficial, al Niño Bravo eligió la peor estrategia posible. Podía haber optado por reconocer a sus antecesores los méritos contraídos para hacer el pabellón, y negociar con muchísima antelación tanto la Copa del Mundo como la Copa del Rey de Baloncesto. Eso le hubiera granjeado la admiración de propios y extraños, y le haría pasar por un político maduro, algo que está a años luz de conseguir. Podía haber optado por una salida intermedia, consistente en mirar para otro lado, dejar pasar el trago y seguir a lo suyo. La polémica habría pasado y hoy no estaríamos afeándole que sea un chiquillaje que no merece representar al pueblo grancanario en un cargo público. Porque lo que hizo el niño fue nada más y nada menos que perseverar en su empeño de atribuirse personal e inequívocamente la paternidad de todo lo que, en realidad, no ha hecho otra cosas que empujar hasta su celebración, méritos estos que jamás le hemos negado. Así, en su cuenta de Facebook escribió el mismo miércoles que él fue el que firmó el acuerdo con el director de la Copa del Rey en 2012, y “ahora alguno que otro pretende cambiar esa realidad pretendiendo sumar al carro de este éxito a otros que en ACB ni conocen… En fin, a palabras necias, oídos sordos”. El comentario lo describe como un político sin cerebro ni cintura, como un chiquillo caprichoso que se lleva amulado la pelota para su casa si no lo dejan jugar de delantero centro, en definitiva, como una persona mala y mentirosa incapaz de reconocer sus propios errores y los méritos de los demás. Pero, sobre todo, la verdad. Sus diferencias con el mundo las resuelve siempre con ese estilo pendenciero que le es tan propio, como hizo con un tuitero que le afeó que confundiera el verbo haber con la expresión “a ver” en una frase del pasado 8 de febrero: “Cuando hagamos algo importante haber lo que escribes”. Un graduado en Ciencias de la Actividad Física y master en dirección y organización de instalaciones deportivas, quedó reducido por Lucas a la condición de mozo de mopas, el mopa, para entendernos, sencillamente por hacérselo ver. Acerselo Ber, que diría el ilustrísimo señor consejero. Es cierto que el tuitero lo fue, y que acabó mal con el equipo, pero defenderse de una crítica ortográfica agitándole su antigua condición de mopa es una bajeza marca de la casa.

Lo que sí le compete

A Lucas Bravo de Laguna hay que reconocerle sus méritos, estaría bueno. Se ha dedicado en cuerpo y alma y en exclusiva al deporte, con un presupuesto que en estos tiempos envidiaría cualquier institución del tamaño del Cabildo de Gran Canaria. Así sería imposible no alcanzar logros. Ha extendido como nadie hasta ahora las carreras populares y profesionales, es cierto que con muchas críticas, pero ya se sabe que es imposible contentar a todos. Y ha sabido mantener el impulso que otros dieron al baloncesto, pero como hemos sostenido siempre, sobrepasando con creces las atribuciones que un gestor político ha de observar con un club como el Granca. Su posicionamiento en la lista del PP del Cabildo para las próximas elecciones está bastante comprometido como consecuencia de la cabronada que Soria le ha hecho a su padre, José Miguel, presidente del Cabildo por el que el Niño Bravo campa a sus anchas. Si finalmente su excelencia no lo mete en un lugar de relumbrón, digamos que entre el 3 y el 5, los Bravo de Laguna, en compañía de otros irradiados de la logia soriana del tipo Juan Domínguez se constituirán por su cuenta en un partido que podría causarle algún que otro disgusto al PP. Mientras tanto recomendamos al consejero de Deportes que se dedique a velar por los intereses ciudadanos. Este viernes tiene que hacer una llamada tempranito a la empresa que instaló las canchas y gradas móviles en la playa de Las Canteras para la FanZone de la Copa del Rey. Tiene toda la pinta de ser una compañía peninsular, a la que habría que informar que ir a coger olas no es ir a hacer barolas, y que las mareas suben y bajan durante unos ciclos que están muy estudiados y que arrojan unas tablas que se pueden consultar en Mi Playa de Las Canteras. Este viernes la marea estará más alta que ayer, lo que significa que penetrará mucho más bajo los graderíos haciendo peligrar, por ese efecto que cualquier playero conoce que produce el mar sobre la arena, la integridad de esas estructuras y de los que se suban a ellas. La foto habla por sí sola; fue hecha por un aficionado que contemplaba desde La Puntilla no solo ese riesgo sino las dificultades de los usuarios para pasear por la playa. ¿Sabía esto Costas cuando lo autorizó? ¿O no lo ha autorizado Costas sino el Ayuntamiento? A ver (no haber), Sabroso, manifiéstate.

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