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Los garitos también emigran

El mítico Nasti de Madrid renace en Berlín.

Prado Campos

No son los primeros y desafortunadamente tampoco serán los últimos. Para unos es movilidad exterior –léase la ministra Fátima Báñez-, para otros un buen recurso emotivo para hacer anuncios –ponga aquí Campofrío- y para la gran mayoría de esos españoles que tiene que hacer las maletas para buscarse la vida fuera de nuestras fronteras -llámense recién licenciados, parados, padres de familia o investigadores- la cruda realidad de la crisis económica. Y no. No solo afecta a cualquiera de nosotros. Los garitos también empaquetan y emigran. Y el ejemplo lo tenemos en el Nasti.

El mítico club de Malasaña, que tomó el testigo de la no menos célebre sala Maravillas donde entre otros se gestó el FIB, cerró el pasado 27 de julio acosado por la situación económica. Medio año después, el 31 de enero renace Nasti Club Berlín. “En Madrid es imposible hacer nada, desde las mil barreras que te ponen desde el Ayuntamiento hasta la crisis, que no ayuda. Nos tomamos un tiempo de relax para cambiar el chip y decidí ir a Berlín a comprobar si el movimiento de la noche, que siempre ha estado a la cabeza en el rollo club en Europa, seguía siendo así. A través de conocidos, el dueño de una sala que conocía el Nasti me propuso llevarlo allí en muy buenas condiciones, montamos un grupo de gente y junto a Carla [García, también socia del club en Madrid] decidimos llevarlo adelante”, explica Chema García, uno de los socios del club.

La historia de los problemas del Nasti en la noche madrileña viene de lejos. Comenzaron en 2008 con la nueva ordenanza municipal reguladora de las licencias que le redujo la hora de cierre de las seis a las tres y media de la madrugada. Después llegó un aumento indisimulado del control policial, la disminución del aforo, la ley antitabaco… y el remate, la subida del IVA. “Fueron una serie de sindioses y barreras que resultaron insalvables. Cinco años acumulando deudas a las que se sumó la crisis y el IVA, que marcó a mucha gente que se quedaba en casa o gastaba menos. Se hizo muy difícil llevar el club y te quitaba la ilusión. Así que lo mejor era parar”, rememora Chema. Y lanza una frase que ya hemos oído miles de veces. “Si aquí no hay posibilidades y pues te vas. Y ahora estamos a tope y con ganas de este reto”, agrega.

Por el momento, los viernes (siguiendo el estilo del club No que abren desde hace unos meses en Clamores para empezar el fin de semana) El Nasti abrirá sus puertas entre Friedrichshain y Kreuzberg –“una zona similar a la antigua Malasaña, no a la de ahora que parece un colegio llena de crepes y cupcakes”, matiza- siguiendo con su misma filosofía aunque dando más cancha a la música electrónica. “Aquí éramos muy eclécticos y allí seguiremos con la misma idea: el rollo Nasti gamberro que siempre nos ha caracterizado”. Para su primer día, el dúo de electrónica barcelonés Aster, el neoyorkino Lee Douglas, Capablanca y Joan Bernat inaugurarán esta nueva era berlinesa del Nasti.

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