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“O no entienden como funciona una filmoteca o esto es un plan premeditado de desmantelamiento”

Los sindicatos denuncian que el trabajo de catalogación se acumula ante la falta de personal

Marcos Pérez Pena

El Centro Galego de Artes da Imaxe (CGAI), creado por un decreto de la Xunta en 1989 e inaugurado en 1991 en A Coruña, lleva 25 años funcionando como filmoteca, con labores de difusión (más de 10 mil espectadores asisten cada año a sus sesiones) y también de catalogación y conservación del fondo fílmico y fotográfico de la comunidad. En los últimos años los sucesivos recortes decididos por el Gobierno gallego han ido limitando su actividad, rebajando su presupuesto (de 400 mil euros anuales en 2009 a los actuales 125 mil) y su personal (reducido a la mitad). Los despidos decididos esta semana dejarán a tan sólo tres personas para la realización de todas sus funciones, que necesariamente se verán aún más mermadas. Hablamos con Antonio Sierra, proyeccionista en los últimos 13 años en la institución, y que verá suprimida su plaza, quedando el CGAI con un único proyeccionista que, además, debe ocuparse de la gestión del archivo.

“El proyeccionista es la figura clave en una Filmoteca, y su trabajo no se limita a darle a un botón. O no lo entienden o este es un plan premeditado de desmantelamiento”, dice. Las medidas adoptadas por la Xunta incluyen tanto la supresión de plazas actualmente no ocupadas, y también la amortización de puestos de trabajo ocupados por personal laboral, como en este caso. En su caso, además, su plaza se había creado tras una larga batalla judicial, en la que finalmente el Tribunal Superior de Justicia (TSXG) echó por tierra las intenciones del Gobierno gallego, que pretendía la cobertura del puesto a través de una empresa personal.

El CGAI, según los sindicatos CIG y CCOO, estaba ya funcionando al límite, debido a la carencia de personal. Determinados servicios (como el de la biblioteca, que cuenta con 15 mil referencias) habían sido ya eliminados. Y, de igual forma, una parte del trabajo de conservación y catalogación que la institución debe realizar ya estaba siendo retrasado y descuidado, ante la insuficiencia de trabajadores en el archivo. “La permanencia hasta ahora del CGAI casi parece un milagro y se debe realmente al redoblado esfuerzo y dedicación del disminuido equipo de trabajo que actualmente lo conforma”, añade la CIG.

Ramos se ocupa en la actualidad -en jornada de tarde y noche- de las proyecciones que conforman la programación habitual del centro (entre 400 y 500 cada año), mientras que el otro proyeccionisa -en jornada de mañana- colabora en las actividades que el CGAI realiza con centros de enseñanza (talleres y proyecciones por las que pasan más de 2.500 alumnos y alumnas cada año), además de gestionar el archivo fílmico de la institución (3.000 copias en celuloide y 7.700 en vídeo), con labores de catalogación de filmografía, restauración, reparación y revisión de películas y celuloide, realización de copias....

“Está suficientemente ocupado como para encargarse también de las proyecciones de la tarde. Por no hablar del momento en que el proyeccionista tenga días libres o se ponga enfermo, que a ver que se hace en ese caso”, destaca Ramos, que señala que ya se está hablando de que el CGAI suprimiría las actividades que realiza con centros de enseñanza. “Por las tardes, sólo el tiempo de proyección son 4 o 5 horas diarias de trabajo, a lo que hay que sumar la preparación y el desmontaje de las películas” -explica- Ellos se apoyan en que ahora hay más DCP [fomato digital], lo que es cierto, pero el DCP también implica unas pruebas previas, y además no todos los días hay proyecciones en digital. Ayer mismo tuvimos que proyectar 240 minutos en 16mm, que da mucho trabajo, por el cambio de bobinas, y mañana volvemos a tener mezcla de super8 y16mm“. ”La Filmoteca no es un cine comercial, esto no se trata de darle a un botón. Parece que no lo entienden“, añade.

Ramos califica la actual situación de la institución de “tercermundista” y denuncia que los problemas en el archivo, “donde se amontonan las latas hasta el techo, oxidándose y estropeándose por falta de personal”, están poniendo en peligro la integridad de importantes materiales: “Las películas se tienen que repasar y rebobinar, porque, si no, se estropean”. “Bonita forma de celebrar el 25 aniversario de la institución”, concluye. Alerta, además, de la posibilidad de que el archivo sea trasladado a la Ciudad de la Cultura. Se da la circunstancia de que el CGAI es uno de los pocos centros y organismos autonómicos descentralizados en Galicia, que no tienen su sede en Santiago.

Por su parte, Cristina Terrón (CIG) denuncia un continuado “acoso y derribo” del CGAI “por parte de las propias instancias administrativas de las que depende”. Terrón añade que “resulta inadmisible que el gobierno de Núñez Feijóo, apelando a un ahorro irreal, permita este destrozo cultural que tendrá como consecuencia un daño irreversible a la cultura y al audiovisual gallegos, además de suponer un mayor costo económico en el caso de la posible externalización de un servicio actualmente 100% de carácter público”. El sindicato alerta de que “la desaparición del CGAI o su confinamiento a un mero organismo decorativo, que es lo que la Xunta pretende con esta eliminación de puestos de trabajo, constituye una grave amenaza para la memoria histórica de la Galicia y para la subsistencia del sector audiovisual gallego”.

“Nosotros no vamos a parar aquí. Vamos a iniciar una campaña para que la gente sepa que se les están recortando servicios, de forma sibilina, y de que esto forma parte de una hoja de ruta de recortes, de destrucción de una institución importante en la ciudad”, concluye Antonio Ramos, que denuncia que los trabajadores están encontrando dificultades en algunos medios de comunicación para difundir su situación y la situación en la que se quedará el centro. “Están intentando que la gente no sepa nada hasta que los recortes estén consumados. Dan por sentado que la gente se olvida de todo y que dentro de unos meses ya no le va a importar”, dice.

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