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Aprender idiomas en la economía social

Una de las clases en la academia de inglés Atlantic Group. / © Ajay Hirani / Atlantic Group  2014

María Muñoz

Aprender y enseñar un idioma también puede hacerse bajo los criterios de la economía social y solidaria. El Mercado Social de Madrid agrupa ya tres entidades que trabajan, entre otro requisitos, con empleo estable y de calidad, con democracia y participación, con igualdad, transparencia, calidad y sin que el beneficio económico sea el único fin. “Nuestra apuesta es una manera de entender los negocios que están al servicio de las personas”, explica JoAnne Hadden, una de las seis cooperativistas que desde hace 20 años forman parte de Atlantic Group , una academia dedicada fundamentalmente a la enseñanza del inglés.

Hace dos décadas, en medio de otra crisis económica, esta profesora americana y otros 80 compañeros se vieron de repente en la calle porque la empresa en la que trabajaban cerraba, no tanto, por falta de alumnos, sino “por una mala gestión de sus responsables”, explica. El abogado que se encargó de liquidar la academia fue el que les dio la idea de formar una cooperativa. “Nos explicó que podíamos capitalizar el paro para constituirnos y así fue cómo empezamos”, cuenta Hadden. De aquella aventura en la que empezaron 25 cooperativistas, ahora han quedado seis, y como asegura la profesora porque son “los más tercos”, cuatro mujeres y dos hombres, uno llegado hace poco.

Cree que han logrado mantenerse este tiempo porque siempre han sido muy “flexibles” y se han ido adaptando a las necesidades del alumnado Y también, “cuando ha sido necesario”, han sido flexibles con sus sueldos. No así con los de los profesores que trabajan con ellos. “Aunque den pocas clases, con nosotros siempre están asegurados, pero hemos tenido casos de profesores que la primera vez que estaban dados de alta en la Seguridad Social era aquí, cuando llevaban años trabajando”, afirma. Por eso cree que es importante que cuando alguien ofrece “precios muy baratos para dar clases” la gente debería preguntarse por qué es así y cuánto está cobrando el profesional que está enseñando el idioma.

“Sobre todo cuidamos mucho el trato con los alumnos porque nos gusta y siempre estamos abiertos a sus necesidades y a lo que nos propongan”, señala Hadden. Y entre estas propuestas está el trueque. “Hemos tenido alumnos que por circunstancias no podían pagarse las clases y hemos intercambiado servicios que ellos nos podían ofrecer”, cuenta. Y pone como ejemplo la elaboración de unos pins e imanes por parte de un alumna o algún tipo de obra que han necesitado hacer en la academia y que ha llevado a cabo un alumno a cambio de las clases de inglés.

Materiales colaborativos

La flexibilidad con los alumnos es también uno de los valores de Fractágora, una entidad creada hace apenas unos meses que se dedica a la enseñanza del español, árabe y alemán. “Nuestra forma de trabajar es que los alumnos también sean partícipes de la didáctica y para ello trabajamos con ellos para que compartan y también puedan crear sus propios materiales junto con nosotros”, señala Alberto Pérez, uno de los tres profesores, junto a Rana Hassan y Ruth Madrigal. A modo de ejemplo, explican que con la matrícula los alumnos acceden en una plataforma online a los contenidos didácticos que se van generando. De esta manera “si alguien que haya sido alumna y ya no pueda asistir a las clases podrá acceder a los contenidos que comparten el resto de los que sí pueden acudir a las clases”, cuenta Hassan.

Como en Alantic Group, también están abiertos al trueque con las personas que surjan. “Ahora mismo, tenemos una alumna que asiste a clase a cambio de ayudarnos a organizar las sesiones de un cine foro que estamos realizando”, indica Madrigal. La idea de la entidad, que por el momento está constituida como asociación, es convertirse en una cooperativa y poder trabajar en red y colaborar con otras entidades.

En este sentido, ven muy positivo formar parte del Mercado Social de Madrid, donde uno de los objetivos es precisamente los intercambios y cooperaciones entre entidades para ir creando una red de economía solidaria. “Acaba de entrar un negocio de papelería que a nosotros nos viene genial y en la última feria que realizamos en Matadero les conocimos para ir haciendo cosas juntos”, explica JoAnn Hadden. También subraya que si ahora alguien les viene preguntando por enseñanza de español para extranjeros los derivan a Cronopios, la otra academia que forma parte del mercado, y Fractágora, “porque ellos son los especialistas”.

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