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Navarra, insignificante en el debate nacional

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N. Elia

La derecha foral reclama que Navarra entre a formar parte del debate nacional: el Gobierno nacionalista del cuatripartito (Geroa Bai, Bildu, Podemos e IU) está imponiendo el euskera a toda la población, está introduciendo la ikurriña en las instituciones y organiza homenajes a víctimas de la violencia en los que participan familiares de etarras, denuncian desde UPN.

Más allá de encendidos titulares, la realidad refleja fielmente el peso escasísimo de la Comunidad foral en España: los presupuestos generales del Estado reducen de 106 a 79 millones de euros las inversiones estatales en territorio foral.

A UPN le lleva de calle la necesidad que tiene su socio electoral, el PP, de conseguir los 5 votos del PNV para que las cuentas generales de 2017 sean una realidad. UPN intenta recuperar protagonismo político interpretando un papel, el de ostentar el poder en Navarra, que ya no le pertenece; pero además lo hace justo en el momento en el que al PP de Rajoy parece habérsele pasado el exceso de celo ante los nacionalismos, y hace desaparecer de su discurso la proclama tremendista del ‘España se rompe’.

El líder de UPN, Javier Esparza, clama ante su socio en Madrid porque el Gobierno foral promociona el euskera, permite la colocación de ikurriñas en los ayuntamientos, paraliza las grandes obras de interés estratégico para la Comunidad y fractura con todo ello a la sociedad navarra. Pero a Rajoy, que en sus etapas de mayoría absoluta estos argumentos le hubieran venido que ni pintados para reforzar su discurso contra los nacionalismos, en estos momentos no le interesa escuchar las quejas de Esparza. Y mucho menos, darles cancha. A Rajoy le queda un mes para empezar a hablar euskera en la intimidad, así que no puede embarcarse en la aventura de salvar al soldado Esparza que el líder de UPN le reclama.

En cualquier caso, el presidente tampoco ha dejado del todo tirado a su socio. Mientras los ministros negocian discretamente con los nacionalistas de Geroa Bai la actualización del Convenio Económico, la firma de un nuevo convenio para la construcción en Navarra de una red ferroviaria de altas prestaciones o el redimensionamiento del Canal de Navarra, el presidente Rajoy se reúne con Javier Esparza, escucha educadamente sus cuitas, y tranquiliza sus ánimos con buenas palabras. Al final, le ofrece una salida pretendidamente airosa con la que justificar el voto positivo de UPN a unos presupuestos cada vez más exiguos con Navarra: “Vamos a licitar este año el tramo del TAV entre Villafranca y Olite”, propone el presidente al líder regionalista. Y Esparza tiene que elegir entre contentarse con este caramelo o romper peras con su socio electoral, declararse insumiso a la disciplina de voto del PP e impedir que Rajoy pueda aprobar sus presupuestos. ¿Tiene Esparza la suficiente fuerza como para resistir la lluvia de reproches que caería sobre sus espaldas si España se queda sin presupuestos? Evidentemente, no.

Así que el líder de UPN firma hoy en el Congreso de los Diputados un acuerdo con Rajoy para que los dos votos regionalistas formen parte de los “175 y medio” con los que el Gobierno central contaba desde hace semanas, y que harán naufragar las enmiendas a la totalidad de las cuentas que presentará la oposición. Esparza tendrá que tragarse el sapo de explicar por qué en el borrador de presupuestos no figura un solo euro para licitar el tramo de TAV prometido por el presidente. Aunque, visto el peso de Navarra en el debate nacional, muy probablemente nadie pierda el tiempo en pedirle explicaciones.

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