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CRÓNICA

Palestina tiene el tiempo justo en el Congreso porque algunos están a otra cosa

Pedro Sánchez antes del inicio del debate del miércoles.

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El via crucis parlamentario de 2024 se está haciendo muy largo. Hemos pasado tres elecciones autonómicas y quedan pendientes las europeas. Todas ellas han dejado prácticamente en suspenso la actividad legislativa que ya se mueve sólo a ritmo de mala leche. Esta semana, somos testigos de cómo dos asuntos (reforma del Código Penal sobre prostitución y ley de vivienda) separan al PSOE de sus socios en la izquierda. Depende por tanto de un apoyo del PP que no va a recibir. 

El pleno del miércoles fue testigo de una escena que puede calificarse de histórica, siempre que tengamos claro que el adjetivo tampoco tendrá un impacto mayúsculo. Pedro Sánchez anunció el reconocimiento del Estado palestino que se hará efectivo el 28 de mayo. Pero la noticia quedó sumergida en un pleno en el que se habló de Gaza, Ucrania, Milei, el fango, Begoña Gómez, la economía… Histórico, pero al final convertido en otro motivo más para sacudirse a guantazo limpio.

El reconocimiento de Palestina es una medida simbólica que no tiene por qué tener una gran influencia sobre el terreno. Suecia lo hizo en 2014. Junto a España, ahora lo harán Irlanda y Noruega. 140 países ya reconocen al Estado palestino representado por la Autoridad Palestina que preside Mahmud Abás, un Gobierno sin poder real, boicoteado por Israel y en el que los propios palestinos no tienen mucha confianza. 

Todo ello en mitad de una nueva Nakba, producto de la respuesta genocida contra la población civil y el empeño israelí de destruir Gaza para lo que ya ha matado a cerca de 35.000 gazatíes, de los que 8.000 son niños y adolescentes, 5.000 son mujeres y 2.000 son ancianos, según cifras del Ministerio de Sanidad de Gaza aceptadas como un recuento fiable por la ONU y el Departamento de Estado norteamericano.

“La comunidad internacional lleva teniendo una deuda histórica con Palestina desde hace mucho tiempo”, dijo Sánchez. “Estamos con vosotros y vosotras y hay luz al final del túnel”. Esto último rebosaba un optimismo que tristemente está fuera de la realidad.

El presidente hizo esta declaración un día después de que el Gobierno norteamericano tachara de “escandalosa” la decisión de la Fiscalía del Tribunal Penal Internacional (TPI) de presentar una acusación por crímenes de guerra contra el primer ministro israelí Netanyahu y su ministro de Defensa, así como contra los dirigentes de Hamás.

Joe Biden no descartó que EEUU adopte sanciones contra el TPI en lo que sería una demostración de que el llamado “orden internacional basado en normas” –una apelación constante de EEUU y la Unión Europea– es poco más que una ficción. 

El fiscal del TPI dio un ejemplo sangrante esta semana en una entrevista con CNN. “Algunos líderes electos me lo dijeron de forma tajante. ‘Este tribunal se hizo para África y para criminales como Putin’”, contó Karim Khan.

Sánchez tuvo una respuesta a esa situación: “Nuestro respeto a los derechos humanos no puede depender del color de la piel y de la religión”. A lo que se podría añadir que el TPI debería poder investigar presuntos crímenes de guerra cometidos por los aliados de EEUU.

Feijóo le dedicó el tiempo justo a Palestina. Es decir, lo menos posible. Afirmó que la decisión anunciada por Sánchez no es una prioridad para su partido, aunque no se oponga directamente. La dilata tanto en el tiempo que, como han hecho varios gobiernos europeos, confía en que nunca tenga que producirse. “La prioridad es entregar a los rehenes, un alto el fuego, el reparto de ayuda humanitaria y, una vez conseguido esto, hablemos de una solución de dos estados”, dijo.

Al líder del PP le interesaba más hablar de la esposa de Sánchez, que también era un motivo de la comparecencia del presidente. Lo hizo una vez más con insinuaciones y con una amenaza. Pidió que dé explicaciones, “porque o lo hace hoy o lo hará en el Senado”, convocado por el PP. Da la impresión de que Sánchez da por hecho que tendrá que aparecer en la comisión de investigación del Senado y hasta dijo que estaría “encantado” de ir.

Feijóo empleó a Begoña Gómez con una pregunta que le permitió decir algo sin acusar de nada concreto. “¿Le consta que su mujer figura como investigada en algún juzgado de Madrid?”. Como truco, no estuvo mal. Un juzgado de Madrid ha aceptado investigar una denuncia presentada por una organización de extrema derecha, pero lo cierto es que no ha llamado a declarar como imputada a Gómez.

Al PP no le interesa tanto la investigación de la Audiencia Nacional del caso Koldo en la que ha intentado implicar a Gómez, como así hizo El Confidencial en su primera información al relacionar a la esposa del presidente con el consejero delegado de Globalia y con uno de sus asesores, que sí aparece de forma prominente en la investigación judicial. El magistrado ha rechazado la petición de llamar a declarar a Begoña Gómez como testigo por no considerarlo relevante en el caso. Menos mal para el PP que otro juez aceptó meter la cuchara sólo con recibir una colección de recortes periodísticos.

De estas cosas se ocupa la política española. Palestina tuvo el tiempo justo en el hemiciclo. Aparentemente, el asunto no daba para un pleno monográfico. No podía aspirar a mucho más.

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