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Alarma en los océanos: el mundo se reúne para intentar salvar los mares

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Raúl Rejón

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El miércoles comienza en Barcelona la Conferencia de la Década de los Océanos de la ONU. Debe “establecer las prioridades” para “salvar a los océanos mediante la ciencia y la investigación”. ¿Salvarlos de qué? La lista es larga. “Si no se toman medidas, en 2050 habrá más plásticos que peces y los corales habrán desaparecido”, responde la misma ONU.

Los océanos son el soporte vital de la vida en la Tierra y regulan el clima del planeta. “Es el mayor ecosistema, que alberga casi un millón de especies”, recuerda la organización. Sin embargo, el desconocimiento es casi completo. “La profundidad media de los mares está en 3.800 metros y la mayoría de las investigaciones marinas se centran en los primeros 50”, recuerda el responsable de expediciones de Oceana, Ricardo Aguilar.

Eso hace que haya “muy mala gestión”, amplía Aguilar, y terminen por multiplicarse las agresiones. Un cóctel nefasto que se extiende desde el litoral hasta alta mar. Desde las aguas someras a las profundidades abisales.

Cambio climático

El mar se traga la mayoría del calor extra que atrapan en la Tierra los gases de efecto invernadero. Y absorbe un cuarto del CO2 que emiten los humanos. Y esto no sale gratis. “Llegará un momento en el que no puedan más”, advierte la responsable de la campaña de Océanos de Greenpeace, Marta Martín-Borregón, que señala la crisis del clima como “una de las principales amenazas para el mar”.

El cambio climático está elevando sin precedentes la temperatura de los océanos. Ahora mismo, el promedio planetario está en más de 20ºC, por encima de cualquier registro conocido, según recoge el Climate Analyzer de la Universidad de Maine. Tanto el Atlántico Norte como el Mediterráneo no paran de encadenar récords con meses en situación de ola de calor marina, incluso en el invierno.

El agua más caliente ya está causando mortandades masivas de especies marinas.

Por otro lado, el aumento del CO2 que hay en la atmósfera –su concentración está en un pico muy por encima del nivel de seguridad– redunda en que el océano se vuelva cada vez más ácido. Un 30% más desde que comenzó la era industrial. “Esto tiene impactos en la vida marina, sobre todo en grandes profundidades”, aclara la Agencia Europea del Medio Ambiente. ¿Un ejemplo muy visual? Cómo se está blanqueando, es decir, muriendo, las barreras de coral.

“Además, los impactos del cambio climático van a durar durante siglos y es complicado tomar medidas”, reflexiona Ricardo Aguilar. Y añade otro efecto de un mar cada vez más cálido: “Se están extendiendo especies invasoras que antes se veían frenadas por las temperaturas de los inviernos y ahora ya no se topan con esa barrera en su expansión”. Variedades invasoras que son una amenaza principal para la biodiversidad de los ecosistemas que coloniza.

La contaminación: plástico y más que plásticos

“Existe una evidencia indiscutible sobre un continuo, global y sin freno incremento de la basura en el mar proveniente de la tierra”, sentencia el informe de la ONU El estado de los océanos. Se trata del plástico, pero no solo de este compuesto sino que “el nitrógeno y el fósforo se han convertido en omnipresentes”.

El diagnóstico se sustenta en datos como que 17 millones de toneladas de plástico al año acaban en el mar y “se prevé que se duplique o triplique en 2040”. El cálculo es que el 85% de la basura marina está hecha de plástico. Solo el 15% de los desechos acaba reciclado, advierte la ONU.

“Lo que a mi me preocupa es lo que no vemos”, asegura la investigadora de la Universidad de Cádiz, Carmen Morales Caselles. Se refiere a lo que se esconde detrás de las grandes acumulaciones de desechos: “Los seres humanos somos muy visuales, nos llama la atención una playa muy sucia, pero hay cosas que no vemos como los impactos de los microplásticos o las sustancias asociadas que tienen efectos a largo plazo. Hay unas 16.000 sustancias químicas asociadas a los plásticos, muchas sabemos que son tóxicas, pero de la gran mayoría no se sabe nada. De eso no somos muy conscientes”.

La cuestión es que la producción de plástico no se detiene (se ha multiplicado por cuatro en los últimos 40 años). Con las tasas de reciclado actuales, esto da lugar a una presencia generalizada de residuos plásticos en todos los hábitats oceánicos. Por eso la investigadora Morales incide en que “la prioridad es una gestión preventiva” –no generar la basura–. “Hay más visibilidad hacia acciones de limpieza, o el reciclado –que hay que hacerlo–, pero realmente si no se hace prevención, la basura plástica no va a decrecer, sino aumentar. Si ponemos en circulación muchos contaminantes no se nos va a solucionar el problema. La prioridad es la reducción tanto en la fabricación como de los objetos que no sean esenciales”.

Además de los plásticos, desde tierra adentro se provoca la entrada de restos de nitrógeno y fósforo al mar por las zonas costeras. A partir de ahí, se dispara el fenómeno conocido como eutrofización del que tanto saben en el Mar Menor: una proliferación violenta de organismos como algas que terminan por agotar el oxígeno en el agua –la anoxia– “Los océanos se asfixian”, lo describe la ONU.

La sobrepesca y la pesca ilegal

“Las medidas no avanzan a la velocidad ni escala necesarias”, sintetiza el último Informe sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. La FAO calcula que, alrededor de un tercio de los recursos pesqueros mundiales están sobreexplotados y que “uno de cada cinco pescados capturados proviene de la pesca ilegal, irregular o sin declarar”.

“Aunque esta conferencia no sea de pesca, debería hacer hincapié porque esto implica a toda la biodiversidad oceánica”, subraya Marta Martín-Borregón.

“Yo soy moderadamente optimista con especial preocupación sobre el océano Índico, el golfo de Guinea y África occidental”, matiza Raúl García. El responsable del programa de pesquerías de WWF explica que “la sobrepesca sigue aumentando a nivel global, pero en la Unión Europea se le ha dado la vuelta a la situación en el Atlántico y, sobre todo, en el Mediterráneo que tenía un 80% de sobrepesca y en 2023 se informó de que había descendido al 58%”. Sin embargo, apostilla, “en el Índico el panorama está empeorando”.

Si para el caso del Mediterráneo la FAO asegura que “aunque siga siendo una preocupación”, la sobrepesca “experimentó un caída récord del 15%”, para el Índico repite que “la sobrexplotación, las prácticas dañinas y la destrucción generalizada de hábitats amenazan la pesca en toda la región”. En las aguas del Índico, por ejemplo, se pesca intensivamente atunes para satisfacer un mercado global creciente.

Respecto a la pesca ilegal, Raúl García contrapone que “nadie puede dar una cifra o rango estrecho de a qué pesquerías afecta, porque engloba un concepto amplio”. España, dice, “ha blindado algunos puertos, como Vigo o Las Palmas, donde es difícil descargar pescado sin papeles, pero se están derivando a otros como Oporto o Rotterdam desde donde luego transportan a las lonjas por carretera”.

¿Nuevas agresiones? La minería profunda

“Me parece fundamental que no se permitan más industrias dañinas operando en el mar”, resume Marta Martín-Borregón ante la idea de que la minería en el fondo del mar despegue. Ricardo Aguilar coincide: “La demanda de materiales raros amenaza unos hábitats sobre los que se tiene un conocimiento escaso”.

La minería del fondo del mar –que busca en el lecho marino materiales como el cobre, níquel, cobalto o manganeso a miles de metros de profundidad– está en una encrucijada. En el seno de la Autoridad Internacional de Fondos Marinos (ISA), que dependen de la ONU, se está librando una batalla para dar empuje o ralentizar esa fiebre del oro.

Algunos países, como China, están a favor de regular la actividad y empezar las extracciones. Otros, como España, abogan por evaluar más detenidamente los posibles daños ambientales. La ISA quedó así encallada en junio de 2023. No hubo luz verde y se volverá a discutir este año.

En los últimos años se han alcanzado dos acuerdos internacionales que los responsables políticos han calificado como históricos. En 2022, los países aprobaron crear un “tratado internacional legalmente vinculante” contra la contaminación plástica. En 2023 se acordó establecer un tratado de alta mar para proteger las aguas sin jurisdicción nacional. Ambos están en desarrollo.

Sin embargo, Martín-Borregón se confiesa “no especialmente optimista” sobre si esta conferencia puede servir de punto de inflexión. Pero no quiere renunciar a la esperanza: “Ojalá lo sea”. 

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