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'Cacator cave malum'
En latín es un aviso, algo así como que hay que responsabilizarse de dónde deposita uno sus heces, en particular, si es fuera de tiesto. Esto será lo único fino que diré hoy en esta excursión de escatología política.
El papa Francisco, que ya ha dicho cosas horribles, con razón, del Opus Dei, ahora ha dicho que no se puede ser católico y masón. Yo creo que sí pero lejos yo de meterme en disquisiciones religiosas y menos con la infalibilidad del vicario de Cristo en la tierra, lo que faltaba; además, ni lo uno ni lo otro. La takiya, es decir, no confesar lo que uno sea, es un invento musulmán memorable que practican todas las religiones y ahorra conflictos.
Pero verán, en estos líos callejeros cruzados entre creyentes de rosario, fascistas, antidemócratas y monárquicos aparece una pancarta que reza 'Felipe, masón', que tiene plena actualidad. Porque teniendo en cuenta que la fascistosfera católica no está muy con el papa Francisco, esto podría ser la reconciliación. Son las camballás de las derechas, antes con la policía, ahora no… ahora con el papa, antes no… Yo me preocuparía en la Casa Real porque según el papa, si el fascisterio tiene razón y Felipe es masón, pues, excomulgado, supongo, y la virgen de Atocha dejaría de proteger al monarca madrileño. Y la monarquía se tambalearía sin derecha ni santos.
Otra preocupación más, aunque no sé cómo se desmiente que uno no es masón. Los Borbones han tenido dificultades en sus desmentidos históricamente, un poner, en aclarar si son taurinos o no, de hecho se han movido desde prohibir los toros a apoyarlos, José Bonaparte de por medio; ha sido una agria relación con la derecha taurina, taurina de ocasión y torpe.
Pero ahora otra de las preocupaciones reales debería ser la dieta, y concretamente la fruta; no hay excusas, en Madrid está la mejor fruta de España, hay grandes fruteros, como el pescado, puerto de España y huerta de España; ciertamente con más ingesta de fruta, fibra, se caga mejor, es decir, que no se tiene que enfrentar uno a una de las mayores calamidades de la vida feliz, el estreñimiento, como nos recuerda a diario la televisión con su generosa e interesada oferta comercial de laxantes.
Un estreñido se nota a la legua, la literatura está llena de referencias a tan dolorosa situación. Ha ocurrido con Felipe, la verdad es que no sé si dar crédito a los diagnósticos a distancia, tan de moda en el PP, pero hay una coincidencia en el aspecto de estreñido del monarca aunque segundas opiniones están también por detectar simplemente haber pasado una mala noche.
Otra cosa es que estén exagerando los finos analistas de este país, que los tiene, interpretando que el gesto contrariado del monarca en la promesa de Pedro Sánchez signifique que no está muy contento. Sería, sostienen los analistas, un guiño a sus detractores últimos, los que lo señalan como masón y quieren echarlo a los tiburones; comprensible, nadie quiere que se lo coma un cazón y luego aparecer transubstanciado en un papelón de adobo en El Arenal; pero podría ser que no haya guiñado sino que no haya jiñado, con lo cual estaríamos en un caso claro de estreñimiento sin ninguna lectura institucional ni bamboleo borbón.
En fin, otra encrucijada más para la monarquía, que se desenvuelve entre tener un rey masón y disgustar al fascisterio o estar estreñido, que se cura con comer más frutas, o simplemente estar ante una confusión involuntaria de guiños y significados que tan brillantemente contó Clifford Geertz. Si le gusta o no al papa es una cuestión privada de conciencia religiosa, irá al infierno y punto, supongo, pero no estamos ante una cuestión religiosa ni dietética. Se trata de saber si el monarca se lleva bien con la Constitución o no. En todo caso, como dejó escrito en el Siglo de Oro español, Gonzalo Correas: “Cuando fueres a cagar, lleva con qué limpiar”.
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