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¿Entreguismo o astucia?
En el cine y las series de televisión, desde la idealista El Ala Oeste (mi favorita) a la diabólica House of Cards, pasando por la inclasificable y absurda Scandal, los estrategas políticos son siempre esos tipos (y tipas) trajeados y astutos que tienen la mala manía de acertar siempre, y cuyas tácticas logran indefectiblemente su objetivo. Con más o menos escrúpulos, con ejemplos de ética dignos de un Nobel o arrojando al enemigo delante de un tren, al final 9 de cada 10 veces consiguen salirse con la suya. Pero en la vida real (¡ay, demasiado real a veces!), hemos aprendido que a menudo esos gurús de 300.000 euros al año son un poco como los pimientos de padrón. Unas veces aciertan, y otras...
Yo no sé con certeza lo que Rajoy le ha pagado durante estos años a Pedro Arriola, su consultor de cabecera y antes también de Aznar. Pero vistos los resultados del PP, en caída libre, pues parece que demasiado. Los chicos de Podemos, tan brillantes, tan elocuentes, tan infalibles, salen ahora en televisión con las mejillas pálidas, admitiendo que en su asalto a los cielos les han fallado los cálculos. Demasiada pólvora en el despegue, quizá, y ahora ese cohete que parecía imparable anda petardeando angustiosamente su camino hasta el 20 de diciembre.
Es Ciudadanos quien vuela ahora a escape libre, bajo una fórmula tan osada como arriesgada: dar su apoyo indistintamente al PSOE o al PP en cada territorio, según convenga. A Susana Díaz acaban de firmarle su apoyo a los presupuestos andaluces, bajo la condición de una bajada de impuestos, y lo mismo le están prometiendo en Madrid a Cristina Cifuentes. Aquí y allí va a comenzar a trabajar una comisión de investigación contra la corrupción, presididas por un diputado naranja. En ambos casos, los dirigentes de C's recitan la misma frase: “Hemos conseguido en tres meses más que la oposición de siempre en 25 años”.
Geografía variable
Para algunos, este ejercicio de geometría variable -o más bien, geografía variable- es la apuesta más inteligente. Ciudadanos se mostraría como un partido útil, que obtiene resultados y no se casa con nadie. En un momento de extrema debilidad del PP, se convierte en un serio rival en el centroderecha. Y en el día después del 20D, que se prevé muy ajustado, tendría las manos libres para pactar con quien quiera: Rajoy o Pedro Sánchez, que sale fortalecido de la imagen de estabilidad en Andalucía. Para otros, en cambio, ese juego de pactos y en especial el acuerdo con Susana Díaz son un ejemplo de entreguismo que traiciona a sus electores (muchos exvotantes del PP) y que recibirá su castigo en las urnas. Opinan también que, aunque salva los presupuestos, puede ser un mal negocio a la larga para el PSOE, que daría una imagen de giro a la derecha en puertas de las generales.
Si hay que fiarse de las encuestas, se diría que van ganando los que creen que es un acierto (aunque, como sabemos, a veces las encuestas son también como los pimientos de los que hablaba antes). Quizá los buenos pronósticos le han dado seguridad a Albert Rivera para firmar los presupuestos andaluces, algo que se veía muy difícil a la vuelta del verano. En todo caso, si los estrategas naranjas han resultado ser tan ladinos como Frank Underwood o tan irritantemente torpes como los de Veep, una cosa sí es cierta: lo sabremos al mismo tiempo que los gurús: el 20 por la noche.