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En Abierto es un espacio para voces universitarias, políticas, asociativas, ciudadanas, cooperativas... Un espacio para el debate, para la argumentación y para la reflexión. Porque en tiempos de cambios es necesario estar atento y escuchar. Y lo queremos hacer con el “micrófono” en abierto.

El abismo

El Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una fecha contra la desigualdad

Enrique Sánchez Muñoz

Cirujano traumatólogo de la Sanidad pública española —

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Esta crisis ha sido como un salto al abismo. Un salto del mundo entero desde el borde de un precipicio cuya altura desconocíamos; tampoco sabíamos lo que podíamos encontrarnos en el fondo. Y en ese salto lo única que ha amortiguado la caída ha sido la ciencia. El problema es que la ciencia está detrás de tantas cosas que nos olvidamos de su importancia.

¿Cuándo vamos a poder salir a la calle? ¿Es bueno que los niños salgan primero? ¿cuándo podremos ir a un bar? ¿cuándo podremos dar por controlada la pandemia? La ciencia es la única que puede dar respuesta a todas esas cuestiones y por ello, en las condiciones más adversas y contra reloj, se han desarrollado tratamientos médicos, protocolos de prevención y medidas de contención que, junto con el esfuerzo de miles de investigadores de múltiples campos y orígenes geográficos, están salvando cientos de miles de vidas.

La lección que nos enseña esta crisis es que nunca debemos olvidar que lo único que se interpone entre nosotros y el caos es el conocimiento. Pero desarrollar el conocimiento requiere tiempo, dinero, organización, medios y reconocimiento.

La ciencia ha estado estos últimos meses trabajando a marchas forzadas para arrojar luz sobre la absoluta incertidumbre en la que empezamos. Además, funciona de una forma que es a la vez esperanzadora y modelo de cooperación. La ciencia avanza gracias a personas de todo el mundo cuyo único afán es el bien común. Personal investigador que a través del esfuerzo personal, la colaboración y el intercambio de información sin límites de fronteras, idiomas o ideologías, realizan un esfuerzo colectivo para ayudarnos a todos. ¡Qué ejemplo de colaboración altruista!

Ese esfuerzo es, en última instancia, lo que realmente nos ha permitido que los efectos de la epidemia no hayan sido apocalípticos. También por ese motivo la capacidad científica de cada país, la forma en la que ciencia y Estado interaccionan y la eficacia de la cooperación entre ambos también ha determinado cómo la crisis está golpeando a cada país. Alemania y Corea del Sur son dos de las mayores potencias investigadoras del mundo, cuyos porcentajes de PIB dedicados a la investigación son el 3,0 y el 4,2% respectivamente, mientras que en España ese porcentaje es del al 1,2%. Tristemente ahora comprendemos que esas diferencias son mucho más que un número, porque llegado el momento, pueden salvar vidas. Evidentemente no es lo único que ha afectado favorablemente a la forma en la que la epidemia ha golpeado a esos países: también han sido determinantes su capacidad de organización y su riqueza pero ¿cómo podría cualquier país saber qué medidas tomar sin el conocimiento que aporta la ciencia? El conocimiento es el arma más poderosa que podemos conseguir y no se consigue invirtiendo en defensa, se consigue invirtiendo en ciencia.

En España hay talento investigador en todos los campos, pero también hay carencia de interés y reconocimiento, lo que se traduce en escasez de medios e infraestructuras para aprovecharlo. La falta de sensibilidad respecto a la importancia de la ciencia no es nueva en nuestro país; si gracias a esta crisis entendemos y asimilamos hasta qué punto es vital, podríamos dar el primer paso para cambiar el rumbo.

Tenemos una de las mejores, si no la mejor, liga de fútbol profesional del mundo. Hay muchísimo talento y dinero para financiar una cultura del deporte que llega hasta cada pueblo, deporte de base, afición, etc.; un inmenso entramado que hace que cualquier niño, y cada vez más, cualquier niña, con talento para el fútbol pueda desarrollar sus habilidades porque hay dinero y patrocinadores. Además de potenciar y ayudar a que se desarrollen nuestros propios jugadores, atraemos a los mejores del extranjero porque los de aquí y los de fuera saben que en el fútbol español tienen uno de los mejores entornos para llegar a la cumbre. ¿Serían Messi o Ronaldo tan conocidos y habrían llegado donde están sin la oportunidad de jugar en equipos de nuestra liga? Seguramente no, porque el talento sin oportunidad es como una promesa que no se puede cumplir.

Mi sueño es que la ciencia en nuestro país un día sea como el fútbol. Que cada niño y cada niña cuyo sueño sea dedicarse a la investigación tenga el reconocimiento y las oportunidades de desarrollarlo, esté donde esté, nazca donde nazca. Que la oportunidad de desarrollar su potencial las encuentre aquí empezando desde la categoría de alevín, en el colegio, hasta llegar a las mejores universidades e instituciones científicas del mundo. Sólo así convertiremos el talento en resultados y los resultados en triunfos. Y cuando en ciencia gana uno, ganamos todos, porque sólo hay un equipo.

Para que mi sueño se haga realidad tiene que haber un apoyo firme, consensuado y continuado a la ciencia por parte del estado, cuyos responsables deben olvidar los objetivos electoralistas a corto plazo, porque el conocimiento es el más valioso de los recursos y nos beneficia a todos como ninguna otra inversión.

La potencia científica de un país determina la fuerza del escudo que nos protege en esta crisis y nos protegerá en las venideras. Si esta situación excepcional nos sirviera para aprender sólo una cosa, pediría que nos ayudara a darnos cuenta de lo que realmente importa.

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