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La federación Andalucía Acoge nace en 1991 para dar una respuesta más eficaz al fenómeno de la inmigración. La labor de nuestra federación tiene como principal objetivo fomentar una sociedad plural que favorezca la inclusión, la no discriminación, la cobertura de derechos y la equidad de oportunidades. Ante los muros tenemos que encargarnos de construir puentes de convivencia entre todas las culturas para que así podamos vivir en valores de diversidad e interculturalidad.

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Moria, por ejemplo

Un grupo de refugiados en el Campamento de Moria, en la Isla de Lesbos (Grecia).

Diego Mesa, voluntario de Huelva Acoge

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  • El próximo sábado 20 de junio es el Día Mundial del Refugiado. Desde nuestra entidad federada Huelva Acoge nos proponen esta reflexión de uno de sus voluntarios en torno a los paralelismos de los argumentos de La Peste y Ensayo sobre la ceguera con la situación que vivimos en la actualidad y superada en casos como los que se vive en el campo de personas refugiadas de Moria, en la isla griega de Lesbos

Durante estas semanas de pandemia en las que hemos permanecido confinados, la lectura ha sido una de las válvulas de escape para pasar el tiempo. La peste, de Albert Camus y Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago han sido dos de los títulos elegidos para pasar el confinamiento. De una manera muy concisa podríamos decir que el argumento de ambas novelas trata sobre el aislamiento. En la primera de ellas la narración se centra en describir cómo los habitantes de una ciudad concreta, Orán, se enfrentan a una epidemia de peste y su lucha por superarla. El Ensayo, por su parte y de una forma alegórica, se refiere a una epidemia de ceguera blanca que se va apoderando de los habitantes de una ciudad indeterminada y versa sobre la condición humana. Saramago cuando ideó el argumento de la misma, describió lo que él consideraba que podría ser el comportamiento del ser humano frente a una situación límite y, la verdad, no salíamos muy bien parados. Ambas novelas contienen una trama que podemos considerar se asemeja, en parte, a la situación que estamos viviendo.

Leer La peste sería una buena manera de entender la situación por la que estamos pasando, “una especie de crónica de este periodo difícil” (Camus 2019: 31), de cómo al principio no se le prestó la suficiente atención - “mientras se hablaba se perdía el tiempo” (38) -, de cómo la enfermedad se fue extendiendo, afectando a toda la población en general, sin distinción, hasta convertirse en una auténtica epidemia - “se creían libres y nadie será libre mientras haya plagas” (46) -, y declarar el confinamiento de la población - “Declaren el estado de peste. Cierren la ciudad” (73). Esta situación originó el cierre de empresas llevando al paro a un número considerable de trabajadores - “desorganizó toda la vida económica y produjo un gran número de desocupados” (201)

También en el Ensayo sobre la ceguera la epidemia comienza a manifestarse de manera lenta pero progresiva, razón por la que las autoridades no le conceden toda la importancia que se merece y ello a pesar de la advertencia que les hace el médico, uno de los protagonistas de la novela, “tenemos que defendernos de pesimismos que podrían resultar infundados” (Saramago 2001: 43), le responde el director de su propio servicio hospitalario. ¿Les suena la historia del doctor Li, en Wuhan?... Pero llegado el momento las autoridades deciden confinar a todas las personas contagiadas – “mientras no se encontrara para aquel mal tratamiento y cura, y quizá una vacuna que previniera la aparición de casos futuros, todas las personas que se quedaran ciegas, y también quienes con ellas hubieran tenido contacto físico o proximidad directa, serían recogidas y aisladas, para evitar así ulteriores contagios” (47) - y para ello eligen un manicomio – “sin duda es el edificio más adecuado, porque, aparte de estar rodeado de una tapia en todo el perímetro, tiene la ventaja de que se compone de dos alas, una que destinaremos a los ciegos propiamente dichos, y otra para los contaminados” (49). A partir de este momento la novela se adentra en describir las condiciones de ese confinamiento: nadie del exterior está autorizado a ingresar en el recinto; la comida es dejada a la entrada – “Atención, atención, se comunica que la comida ha sido depositada a la entrada” (74) - para que ellos mismos se organicen y la distribuyan, lo que provoca no pocos problemas – “Si no hay respeto y disciplina siempre repartiremos mal” (116) -, ya que no todo el personal recluido está por la labor de ser solidario. Toda esta situación va provocando el deterioro de la convivencia en el interior del recinto hasta el punto de surgir un grupo de ciegos “malvados” que ejercerán la tiranía sobre el resto de ciegos… sin embargo toda esa alegoría que Saramago describió en su novela es superada por la propia realidad. En Moria, por ejemplo.

Infraestructuras higiénicas mínimas y saturadas

Moria es el mayor campo de refugiados que existe en Europa, en la isla de Lesbos (Grecia). En él se hacinan alrededor de 20.000 personas, un tercio de las cuales son niños. La crisis de refugiados de 2015 que trajo hasta Europa a mas de un millón de refugiados que huían de sus países, llevó a las autoridades de la UE a adaptar o crear espacios donde acogerlos (recluirlos, sería el término mas adecuado). En concreto Moria se adaptó para acoger a no más de 3.000 personas. Desde entonces viven (malviven, sería el término más adecuado) en condiciones de hacinamiento, con infraestructuras higiénicas mínimas y saturadas, falta de personal suficiente tanto médico como legal y violencia de todo tipo, entre otras muchas carencias, según denuncian Organizaciones de derechos humanos y diversas ONG que trabajan sobre el terreno.

En ese entorno hostil, así como en las dos novelas que hemos señalado, hay personas que prestan sus servicios para intentar hacer más llevadera la existencia de toda esa gente. Es el caso del doctor Rieux, que lucha por salvar vidas en La peste; es el caso de la mujer del médico en el Ensayo sobre la ceguera que se sacrifica, literalmente, para ayudar a quienes han perdido la visión…

Pero, ¿y nosotros, qué hacemos, o qué podemos hacer? Hay un momento en el Ensayo en el que la mujer del médico se revela frente a la realidad que la envuelve y se pregunta: “Y tú, cómo quieres que siga mirando estas miserias, tenerlas permanentemente ante los ojos y no mover un dedo para ayudar” (Saramago: 153). Este sería tal vez el primer paso, el ser conscientes de esa realidad y tomar conciencia de nuestra responsabilidad ciudadana porque “es hoy cuando tengo la responsabilidad, no mañana” afirma en otro pasaje de la novela la chica de las gafas oscuras, otro de sus protagonistas, cuando manifiesta su deseo de permanecer en la casa a la espera de sus padres y asumir “la responsabilidad de tener ojos cuando los otros los han perdido”. (Saramago: 281)

Es “reconciliarnos con el tiempo” (Camus: 82), asumir y vivir nuestro presente, como expresa el cronista de La peste y olvidarnos del mañana, “y si alguno tenía la tentación de vivir en el futuro, tenían que renunciar muy pronto, al menos, en lo posible, sufriendo finalmente las heridas que la imaginación inflige a los que se confían a ella”. (82)

Ser solidarios

Porque nuestra responsabilidad ciudadana es ser solidarios con los más débiles, los que están sufriendo de manera injusta el estar en el otro lado, en el lado de la pobreza, de la injusticia, de la enfermedad... Para el cronista de La peste “toda la cuestión estaba en impedir que el mayor número posible de hombres muriese y conociese la separación definitiva. Para esto no hay más que un medio: combatir la peste. Esta verdad no era admirable: era solo consecuente” (153).

Moria está ahí, en la propia Europa y ¿qué hacemos nosotros para contribuir a que desaparezcan esos centros de la vergüenza? ¿Hacemos algo al respecto o, con nuestra indiferencia, contribuimos a que se cronifiquen? El cronista de La peste lo expresa con claridad. “Ésta era la evidencia. Claro que siempre podía uno esforzarse en no verla. Podía uno taparse los ojos y negarla, pero la evidencia tiene una fuerza terrible que acaba siempre por arrastrarlo todo” (197).

Nos estamos diciendo a nosotros mismos que de esta situación del COVID-19 saldremos mejores, que en este tiempo de confinamiento hemos visto ejemplos maravillosos del comportamiento humano… Para el doctor Rieux la peste tenía una acción benéfica sobre la condición humana como es “¡que abre los ojos, que hace pensar!” (144)

Está ya cerca el momento en que saldremos de nuestro confinamiento, del periodo de alarma en el que hemos permanecido durante los últimos meses… Durante todo este tiempo hemos podido comprobar que nuestro confinamiento ha sido en jaulas de oro (no todos, esa es la verdad) y algo bueno habremos aprendido de esta experiencia. No dejemos que todo siga igual como si nada hubiese sucedido. No permitamos que las palabras de la mujer del médico del Ensayo sobre la ceguera se conviertan en una premonición: “Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven”. (366) Porque estamos plenamente de acuerdo con el doctor Rieux, el cronista de La peste, de que “hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio.” (351)

Es el momento de demostrarlo.

Diego Mesa, voluntario de Huelva Acoge

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