La portada de mañana
Acceder
El PSOE convierte su Comité Federal en un acto de aclamación a Pedro Sánchez
Las generaciones sin 'colchón' inmobiliario ni ahorros
Opinión - El extraño regreso de unas manos muy sucias. Por Pere Rusiñol

Protesta por una eutanasia efectiva en recuerdo de Antonio Buenavida, mártir en la lucha por la muerte digna

Protesta a las puertas de la sede del Gobierno andaluz

Sara Rojas

0

Hace una semana que Antonio Buenavida, conocido activista por la vivienda en Sevilla y enfermo terminal de cáncer, puso fin a su sufrimiento por sus propios medios, después de pelear “hasta el final” por una muerte digna. La espera - como sus dolores - se hizo “insoportable”. Por eso, sus compañeros y amigos han recogido su testigo en la lucha por una eutanasia “real y efectiva”, concentrándose en señal de protesta a las puertas del Palacio de San Telmo, sede de la Presidencia del Gobierno andaluz, para que “nadie más tenga que pasar por una situación como la que sufrió Antonio en sus último días”.

A pie de calle se podían escuchar gritos como “¡valiente!”, en honor al activista fallecido. Y es que, según explica a elDiario.es Andalucía Isabel Torres, presidenta de la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD) en la región, “su suicidio ha sido un gesto de protesta”. Un acto de denuncia contra los trámites “escabrosos” y “excesivamente largos” que él mismo padeció desde que solicitó la eutanasia a finales de mayo.

En realidad, según cuenta Fernando López, quien lo acompañó hasta el final de su vida, Antonio manifestó su deseo de acogerse al derecho a morir dignamente desde que le diagnosticaron un cáncer de páncreas hace poco más de un año. Pero a partir de ahí, todo han sido “trabas”. Por eso, la presidenta a nivel andaluz de DMD entiende que la muerte de Antonio es “consecuencia de la mala gestión de la Junta de Andalucía” a la hora de tramitar las eutanasias.

Un “laberinto” de sufrimiento en Andalucía

El Defensor del Pueblo Andaluz, Jesús Maeztu, se ha acercado a los asistentes tras la toma de posesión de los consejeros de la Junta en San Telamo para comprometerse a solventar el malestar de los solicitantes. Y, tras asegurar que desde su posición “exijo que se cumpla la ley”, ha señalado que en Andalucía hay más de una decena de casos similares al de Antonio: enfermos con un “sufrimiento intolerable” esperando a que le aprueben su derecho a una muerte digna, recogido en la Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia.

De acuerdo con el testimonio de su amigo Fernando, en sus últimos días Buenavida “no podía con su cuerpo”. “Ya no era una persona, era un cadáver, un montón de huesos”, lamenta al ver una fotografía. “Llevaba un mes en el proceso de solicitar la eutanasia y aún le quedaban al menos catorce días más”, cuenta Fernando para explicar que se suicidó porque “ya no podía más”. Al respecto, desde DMD critican que los plazos que marca la ley - en torno a 40 días - “se estiren al máximo, a pesar de su deterioro y los grandes sufrimientos que padecía”.

Sufrimientos que se agravaron por “la burocracia y la falta de voluntad política” de una comunidad que, como recuerda Torres, fue la última en adaptarse al desarrollo marco legal a nivel nacional. En este sentido, la presidenta de DMD Andalucía reitera que desde su asociación llevan “años protestando” por el “laberinto” que tienen que atravesar los enfermos cuando deciden acogerse a su derecho a morir dignamente. El problema, según señalan, es que el Servicio Andaluz de Salud carece de “protocolos claros sobre la muerte asistida” y los profesionales “no tienen ni formación ni información”, en palabras de Juan Manuel Luque, miembro de DMD Córdoba que ha asistido a la manifestación para respaldar a sus homólogos. “Es triste que estando la ley aprobada, haya tenido que recurrir al suicidio”, lamenta en referencia al final de Buenavida.

Una vida entregada a la lucha

Todo ello hace que los enfermos se encuentren “perdidos”. Y el caso de Antonio lo confirma, según atestigua José Ignacio Aguilar, amigo del activista fallecido que lo asesoró durante todo el proceso por sus conocimientos como abogado ya jubilado. “Desde el principio le costó muchísimo trabajo cursar su solicitud, cuando el inicio del procedimiento debería ser lo más sencillo, lo elemental”, rememora con desconcierto.

“La obligación de la Junta de Andalucía es poner los medios necesarios para que no se repitan situaciones similares”, reprochan desde la entidad que estaba ayudando a Antonio con los trámites. La presidenta de DMD en la comunidad andaluza sugiere al Gobierno de la Junta que tome como referencia el planteamiento de otras regiones como Cantabria, Navarra, Cataluña o País Vasco. Comunidades que consideran paradigmáticas por los protocolos de actuación y equipos de referencia que ponen al servicio de pacientes y facultativos en el proceso hacia la eutanasia.

Al igual que lo hizo durante toda su existencia, Antonio Buenavida murió defendiendo las causas sociales. Deseaba “morir en paz, en su casa, acompañado por sus seres queridos”, como trasladan ahora sus amigos en su nombre. Pero no pudo hacerlo. Y quienes lo conocen bien entienden que con su última reivindicación, el activista - convertido en mártir en la lucha por la eutanasia - anhelaba que nadie más sufriera como él lo hizo en su recta final.

Etiquetas
stats