Sevilla destina a política social 1 de cada 5 euros de un presupuesto que queda en el aire por la cercanía de las elecciones

El alcalde, Antonio Muñoz, entre los ediles de Hacienda y Urbanismo, Sonia Gaya y Juan Manuel Flores.

Antonio Morente

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El Ayuntamiento de Sevilla vuelve a embarcarse en su particular (y anual) Día de la Marmota en relación con el presupuesto municipal, que ya ha presentado de cara a 2023 (asciende a 1.158 millones, recoge 111 millones para inversiones y destinará 1 de cada 5 euros a políticas sociales) sin tener garantizada ni mucho menos su aprobación. Así viene ocurriendo desde que Juan Espadas llegara a la Alcaldía en 2015, e idéntica situación ha heredado su sucesor, Antonio Muñoz: como el gobierno municipal socialista cuenta con 13 de los 31 concejales que se sientan en el pleno, las cuentas sólo verán la luz si hay un acuerdo con otra formación. Espadas fue tirando de eso que se da en llamar geometría variable (pactó con Ciudadanos y hasta hubo un año en el que el PP se abstuvo), pero ya para 2022 quedó claro que la única salida posible era un entendimiento con las formaciones a la izquierda del PSOE. Y el mismo escenario se repite con vistas a 2023, con la complicación añadida de que hay elecciones municipales en mayo y suele ser habitual que (salvo que medie mayoría absoluta) en año electoral se acaba tirando de presupuesto prorrogado.

A esto hay que sumarle otra complicación, y es que lo que era el grupo municipal Adelante Sevilla ha quedado fragmentado en tres partes, con IU y sus dos ediles por un lado y Podemos por otro, a los que hay que añadir a la concejala no adscrita, Sandra Heredia, que será la candidata de Adelante Andalucía. Así las cosas, a la hora de la verdad son tres negociaciones, porque Muñoz necesita sumar a su presupuesto tres votos más, o como mínimo dos y una abstención. Como es normal, el alcalde no cierra la puerta a nadie y asegura que va a sentarse a hablar con todos, “desde Vox hasta la concejala no adscrita”, pero a la hora de la verdad es consciente de que sus opciones reales pasan por un acuerdo con al menos dos de estos bloques de izquierda, siempre y cuando en la ecuación –por una cuestión puramente numérica– entren los dos concejales de IU.

El regidor asegura que su propuesta de diálogo “no es un brindis al sol”, y que además la aprobación de las cuentas para 2023 “no hipoteca al gobierno que salga de las elecciones” del próximo mayo, que siempre podrá hacer modificaciones. “Mi obligación y mi responsabilidad es iniciar la tramitación”, abunda, además de lanzar varios mensajes sobre la importancia de contar con unas nuevas cuentas en un contexto de recuperación económica: el nuevo gobierno municipal no sólo no podría sacarlas hasta el menos septiembre, sino que hasta entonces se quedarían sin ejecutar unos 150 millones de euros, cifra en la que hay que incluir los 111 millones de nuevas inversiones y los convenios que se firman con el tejido asociativo, desde ONG a hermandades. “Hay mucha inversión en barrios que tendría que esperar”, advierte. En cuanto a la negociación que ahora arranca, anuncia que serán “flexibles” y que están “abiertos” a enmiendas “manteniendo siempre el espíritu y el ADN de este gobierno y de nuestro programa electoral”.

La izquierda, a verlas venir

¿Y cómo asumen las formaciones de izquierda esta inminente negociación? Pues a verlas venir. De partida, no se cierra la puerta y el mensaje es que hay opciones reales de sacarlo adelante, todo ello condicionado a que se admitan sus propuestas como el año pasado ya se hizo con las de IU y las de Podemos. Otra cosa es el nivel de cumplimiento de las mismas, con un “balance positivo” para el gobierno local que en estas formaciones no ven tan claro. “Vamos a analizar la documentación, enviar propuestas y revisar lo acordado”, se apunta desde IU, mientras en Podemos aluden a un “punto de partida de desconfianza” por el “porcentaje de cumplimiento dudoso” de los pactos anteriores, algo que no ha cambiado con un Antonio Muñoz que como alcalde “no ha hecho méritos” para ganarse la confianza de un nuevo acuerdo, “pero se estudiará”. En Adelante Andalucía, por último, se apunta que se analizará el documento, pero que a día de hoy no ven “nada claro”.

También hay discrepancias en cuanto a la ejecución de las cuentas para 2022, que según el PSOE es aceptable pero no lo ve así por ejemplo el candidato del PP a la Alcaldía, José Luis Sanz, que ha sido el encargado de valorar la propuesta presupuestaria poniendo el acento en que Muñoz “no tiene credibilidad para hablar de presupuestos cuando es incapaz de ejecutarlos, dejando cada año más de 150 millones de euros de inversiones sin gastar”. Por su parte, el portavoz de Ciudadanos, Miguel Ángel Aumesquet, considera que el presupuesto llega “muy tarde” y, aunque anuncia que los estudiará con “actitud constructiva”, considera que son muy mejorables y que, de partida, “las posturas entre el gobierno local y Ciudadanos están en las antípodas a la hora de poder llegar a un acuerdo sobre las cuentas”. Vox, por su parte, ha cargado contra unas cuentas que considera “irreales” y que “dispara el gasto superfluo e innecesario”.

Ambas formaciones insisten en la necesidad de rebajas fiscales, y aquí radica uno de los principales puntos de discrepancia, ya que el documento presupuestario dibuja un escenario con congelación de tasas y precios públicos, descartando una reducción. En eso sí coincide el PSOE con los partidos a su izquierda, lo que aboca a un acuerdo por este lado para que cristalicen las opciones de que las cuentas salgan adelante en este ambiente preelectoral.

Los números del presupuesto

Al margen del análisis del contexto político, Antonio Muñoz ha puesto sobre la mesa el mayor presupuesto de la historia de Sevilla, algo recurrente en los últimos años pero que le ha servido para subrayar que hablamos “del segundo gasto público más importante de Andalucía”, después de las cuentas del Gobierno andaluz. Los 1.158 millones previstos suponen 86 más que los 1.072 del ejercicio todavía vigente, un incremento de algo más del 8%. Además de sacar pecho con un presupuesto “eminentemente social”, que destina 1 de cada 5 euros a gasto social, el propio regidor apuntaba como principales apuestas la limpieza pública, el refuerzo de la Policía Local, la conservación del viario y la inversión en barrios.

Y si se tiene en cuenta que este proyecto de presupuestos es el primero con Muñoz como alcalde tras su toma de posesión el pasado 3 de enero, ¿en qué le ha dado su sello personal? Aquí apunta al incremento de los servicios públicos, sobre todo limpieza y arbolado, y a la estabilización como plantilla municipal del personal que desarrolla los programas de servicios sociales. También señala al apoyo al emprendimiento de compañías con base tecnológica y al programa de confort climático con el que se quiere hacer más habitable la ciudad con altas temperaturas, una línea que “año tras año tiene que incrementar su dotación presupuestaria”.

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