La inauguración del último tramo de la autovía A-22 entre Huesca y Siétamo el pasado 1 de octubre ha supuesto un hito largamente esperado en el mapa de infraestructuras de Aragón. Con esta apertura se completa el corredor entre Huesca y Lleida, una obra que ha tardado más de dos décadas en ejecutarse desde que se planteó por primera vez en el año 2000. Sin embargo, este avance no oculta una realidad persistente: sigue arrastrando importantes déficits en su red de autovías, especialmente en el norte de la comunidad, donde algunos tramos de la A-21 y la A-23 continúan inacabados.
El comprendido entre Huesca y Siétamo, de 12,7 kilómetros, ha requerido siete años de obras y ha costado casi 68 millones de euros, un 48% más de lo previsto inicialmente. La autovía, que conecta la capital oscense con Lleida, permite ahora una comunicación más fluida entre Aragón y Cataluña, y se presenta como una alternativa al saturado eje del valle del Ebro. Pero su finalización ha llegado tras más de 15 años de retrasos, litigios, paralizaciones y sobrecostes. El conjunto de la A-22 ha supuesto una inversión total de 430 millones de euros.
Además, la autovía A-21, que debería conectar Jaca con Pamplona, sigue sin estar terminada en su totalidad. Hay 37 kilómetros todavía por abrirse en las autovías del Pirineo. En breve se va a formalizar el contrato para la actualización del tramo Puente La Reina-Fago, de 12 kilómetros y el último que ha de terminarse en la A-21. El plazo para su redacción es de tres años.
Antes de final de año se licitarán los ocho kilómetros de la variante de Jaca con un presupuesto de 154 millones de euros. Conectará la A-21 con la A-23 evitando el paso por el casco urbano, sigue sin licitarse. El proyecto fue aprobado en 2022, pero no ha avanzado desde entonces y esta conexión es clave para cerrar el corredor entre Pamplona y Huesca por autovía.
En los próximos meses se abrirán al tráfico los 8,7 kilómetros de la variante de Sabiñánigo como parte de la A-23, que conecta Sagunto con Somport atravesando Aragón de sur a norte. El tramo entre Lanave y Sabiñánigo, de 11 kilómetros, está en obras desde 2021 y su finalización está prevista para el próximo año, con una inversión de 86 millones de euros. Este segmento incluye estructuras complejas como el viaducto sobre el río Guarga y varios túneles.
La falta de continuidad en estos corredores impide una conexión eficiente entre el Cantábrico y el Mediterráneo, y limita el desarrollo económico de comarcas como la Jacetania, el Alto Gállego o el Sobrarbe. El tráfico pesado sigue circulando por la N-330 y la N-240, con tramos de alta siniestralidad y escasa capacidad.
En comarcas como la Hoya de Huesca, el Somontano o la Ribagorza, la mejora de las autovías ha tenido un impacto directo en el turismo y la logística. La apertura de la A-22 ha reducido en 20 minutos el tiempo de viaje entre Huesca y Lleida, y ha descongestionado el tráfico en la N-240, donde se registraban más de 10.000 vehículos diarios.
Según datos del Ministerio de Transportes, Aragón cuenta con más de 500 kilómetros de autovías estatales, pero aún hay más de 150 kilómetros pendientes de ejecución en los ejes A-21, A-23 y A-24 (Daroca–Calatayud). El Gobierno central ha comprometido inversiones por valor de 300 millones de euros en los próximos tres años.
La presión institucional desde el Gobierno de Aragón y los ayuntamientos afectados ha aumentado en los últimos meses. El presidente Jorge Azcón ha reclamado al Ministerio un calendario vinculante para los tramos pendientes, y ha advertido que “la vertebración territorial no puede depender de ciclos políticos ni de prioridades cambiantes”.
Red autonómica
La A-2609, que conecta los municipios de Salinas y Plan y es el único acceso al valle de Chistau, en la comarca de Sobrarbe, es otro de los frentes abiertos. El alcalde de Plan, José Serveto, critica su abandono. Denuncia que los túneles no están iluminados, lo que ya ha causado varios accidentes, y que aunque hay presupuesto asignado para mejorar esas infraestructuras (unos 200.000 euros), no se ha ejecutado nada. Añade que la carretera está “en estado deplorable” y que las autoridades miran para otro lado cuando se trata de actuar.
Carmen Muro, portavoz socialista en la comarca de Sobrarbe, denuncia “atascos día sí y día también” en los túneles de la carretera A-2609, especialmente en verano, y subraya el riesgo elevado para peatones, conductores y todo tipo de vehículos. Explica que la estrechez de los túneles impide el cruce seguro de vehículos grandes, lo que provoca que muchas personas eviten usarlos, lo que afecta al tráfico, la logística local, el turismo y la vida cotidiana en estos valles.
En febrero, vecinos de Albalate de Cinca y Esplús exigieron la reparación urgente de la carretera A-1239. Denuncian que la vía tiene socavones, baches, desprendimientos; que carece de marcas viales visibles y de arcenes adecuados. También subrayan que más de mil vehículos la usan diariamente, incluyendo maquinaria agrícola y vehículos pesados; algunos conductores ya prefieren evitarla, incluso cuando es la opción más directa. Dicen sentirse “abandonados”.