Larga vida y prosperidad a Periferias

Raíces y cables. Son, quizás, dos de los elementos que mejor definen nuestra época. Los hay que tiran de ellos en direcciones opuestas y también quienes tiran de ellos en el mismo sentido. Así se generan esas tensiones tan propias del momento, y esa sensación de que en cualquier momento se van romper y con esas raíces quebradas y esos cables deshilachados saltará todo por los aires. Por suerte hay quien entiende que raíces y cables pueden ir entrelazados y hacer más fuerte el tronco común. Hablo de la vigésima edición de Periferias, el singular y veterano festival multidisciplinar de Huesca, que ha tenido 'Raíces y Cables' como leit motiv.

Veinte años de festival, y más de uno tan singular como Periferias, dan para mucho. Frente a quienes, con la boina enroscada, lo han tachado como un programa elitista y demasiado moderno -¿puede lo moderno ser excesivo?- para una ciudad como Huesca, la realidad es que esta nave espacial, dirigida por el capitán Luis Lles, no hace sino que surcar las mismas constelaciones que recorrieron antes otros espíritus vanguardistas oscenses, como el referente Ramón Acín.

Quien acusa de minoritaria a una cita que en sus años más boyantes programó a artistas como Enrique Morente, The Waterboys, Chiquito de la Calzada, Fangoria o Violadores del Verso, y en los tiempos de apreturas ha tenido en su cartel a gente como Toumani Diabate, Rodrigo Cuevas o, este mismo año, El Niño de Elche -por cierto, con llenazo del Auditorio del Palacio de Congresos-, denota que solo está dispuesto a gozar con sus propios (y probablemente cerrados) gustos. En cualquier caso, no hace falta que una actividad cultural sea popular para que tenga valor por sí misma, pero es que, si uno analiza la filosofía del festival con un poco de detenimiento, ve que justo es eso lo que busca: hacer accesible todo tipo de expresiones culturales.

¿Un ejemplo de ello? El programa de exposiciones de Periferias ha incluido este año la muestra 'Sine die' del oscense Javier Aquilué, donde el plato fuerte es la instalación 'Verdadera magnitud I. Menú de la bombilla'. La nave 2 del antiguo Matadero de Huesca se ha llenado de lo que en apariencia es una acumulación de trastos, que no es otra cosa que la representación en objetos reales de los iconos de WhatsApp que aparecen englobados en el menú que tiene como encabezamiento una bombilla. No es lo mismo ver una serie de dibujitos en la pantalla del móvil que encontrarte en un espacio físico con una televisión, un fajo de billetes, un sofá, un bidón de gasolina o un ataúd. ¿Puede haber algo más popular que convertir en arte lo que todos llevamos en el bolsillo?

Periferias ha abierto en Huesca una ventana al mundo, pero también ha cuidado mucho la cantera local. La moda aragonesa aún llora que de su programa se cayera el Periferias Fashion Show, una iniciativa sin igual en la promoción del diseño aragonés. En esta edición, la tarde del sábado fue para los locales Kiev Cuando Nieva y el regreso de Nu Tempo, el proyecto de Juanjo Javierre y Ludmilla Mercerón, que celebraron el 20ª aniversario de su álbum 'Rumbo a Nuevas Islas'. Sus boleros y rumbas cubanas a ritmo electrónico, aplaudidos sonoramente, materializaron el espíritu de 'Raíces y cables'.

Si Periferias no existiera habría que inventarlo. En lugar de eso, como hace dos décadas que alguien tuvo ya la idea, lo mejor es centrar las fuerzas en cuidarlo, celebrarlo y desearle, como diría Spock, larga vida y prosperidad.