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Una jurista que ha emprendido en un pueblo aragonés de 300 habitantes: “No he estudiado derecho para cobrar 16.000 euros al año”

Alba Germán Cebollada impartiendo una de sus formaciones

María Bosque Senero

21 de febrero de 2024 23:16 h

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Pasear con sus tres perros es una de sus aficiones. Estos animales, juntos, no podrían vivir en un piso de 80 metros cuadrados en Zaragoza con la misma calidad de vida que lo hacen en la casa del pueblo, con 300 metros de jardín y todo el campo para correr. Alba German Cebollada nació entre emprendedores. Sus abuelos Timoteo y Maria Luisa eran agricultores, tratantes de ganado y montaron un supermercado en el pueblo. Su hija Marisa, la madre Alba, fue carnicera en el negocio familiar, y cuando sus hijos llegaron a la adolescencia se montó un estanco. El padre de esta emprendedora, Raúl, trabajó de joven en un conocido taller de tapicería de Zaragoza, pero con el tiempo se dio cuenta de que su trabajo se podía hacer desde Báguena; cambió la ciudad por el pueblo y, gracias a la calidad de su producto, los camiones buscaron cómo llegar hasta aquel pueblo para seguir trabajando con este profesional.

Entre pequeños negocios familiares, y los ejemplos de sus abuelos, sus padres, y también de su hermano Raúl, que ahora es apicultor, Alba nunca dudó que su destino pasaba por el camino del emprendimiento. “En mi caso no fue por descarte, trabajar por mi cuenta siempre había sido la idea inicial para el desarrollo de mi vida profesional”, explica la joven. Como tantos otros escolares aragoneses, Alba estudió en un C.R.A. -Colegios Rurales Agrupados-. No eran más de una veintena de niños en clase, todos de diferentes edades y en distintos cursos, pero en la misma aula. Cursó la educación secundaria y el bachillerato en el instituto de Calamocha, y el grado de Derecho en Zaragoza. Tras unos meses perfeccionando el inglés en Dublín y en Edimburgo, Alba decidió volver y comenzó a estudiar las oposiciones de judicatura, pero tras cuatro años y medio tomó otro camino y empezó a buscar trabajo en algún despacho o para terceros con la intención de coger experiencia y así poder, en un tiempo, comenzar a trabajar por su cuenta. 

Para ejercer la abogacía debes estar en posesión del Título de máster en acceso a la abogacía y procura. Así que Alba, tras ver a qué sectores se podía dedicar, una vez finalizadas las oposiciones y al mismo tiempo que se daba de alta como autónoma, comenzó sus estudios de máster. Dentro de tres meses tendrá un título más en la pared.  

“No comparto el derrotismo de nuestra sociedad. Si quieres algo, arriésgate”

“No habiendo tenido que trabajar desde los 14 años, estudiando lo que hemos querido, pudiendo viajar… yo no acepto la frase somos la generación que va a vivir peor que nuestros padres” dice Alba.  Una mentalidad “derrotista” dice, con la que según el testimonio de la emprendedora las nuevas generaciones se lo ponen muy difícil a sí mismos para conseguir sus metas. “Mi primera inversión fue un ordenador. Viajaba con mi viejo coche de estudiante. Ahora he podido reformar el despacho, he comprado un coche y seguiré invirtiendo en los proyectos que tengo en mente a medio y largo plazo”, explica Alba. 

La vida de emprendedora no es un camino de rosas. Una de las cosas que peor lleva esta joven es la incertidumbre. Cuenta cómo ha tenido meses con ingresos muy bajos y otros que han superado sus expectativas. En este sentido, el apoyo de su familia, en especial el de su madre, ha sido clave. “Ella tiene mucha experiencia como autónoma y me dice que lo importante es que las cuentas salgan a final de año; si salen, sigue adelante y no te desanimes porque meses malos habrá muchos, pero también puede haber meses muy buenos que compensen”, apunta Alba. El hecho de no querer depender únicamente de que las empresas contrataran sus servicios, hizo que esta emprendedora diera un paso más allá, explorando nuevas fórmulas de trabajo. 

Actualmente da clases de derecho desde casa, además de preparar temarios para oposiciones, resúmenes, test y esquemas de derecho. De hecho cuenta con un perfil en Instagram, @esquemas.de.derecho, en el que sus seguidores pueden obtener contenidos de valor.

También imparte conferencias sobre temas relacionados con su especialidad: el derecho penal en menores. Tras la primera experiencia de este tipo en el instituto de Calamocha, son muchos los centros educativos que han solicitado su conferencia porque aporta una visión innovadora desde la que abordar temas como la delincuencia juvenil, el bullying, las drogas y las consecuencias del trapicheo, los riesgos de internet para los adolescentes, y los delitos sexuales de los que pueden ser víctimas los jóvenes. “Trato el tema desde el punto de vista coercitivo. Partimos de la base de que el castigo no es la mejor manera de enfrentar los problemas, pero el resto de opciones se habían abordado en la mayoría de los centros que contactan conmigo no habían obtenido resultados. Cuando a los menores les explico cuáles son las consecuencias penales y legales de sus actos, su visión cambia completamente”, explica Alba, que asegura que ha comprobado que esta fórmula le ayuda a captar la atención del alumnado y despertarles interés, atendiendo y haciendo que planteen muchas dudas legales sobre estos temas.  

En este sentido, ahora la mujer que se planteaba ser abogada desde el mundo rural, ha descubierto que la docencia en derecho desde otro punto de vista es un terreno que no solo le gusta, sino que es un nicho de mercado, porque hay poca oferta de servicios como los que Alba está poniendo en marcha. “Estoy preparando varias plataformas de negocio para futuro, una de ellas es una plataforma online para padres, desde la perspectiva legal”, anuncia. Con el objetivo de dar respuesta a la necesidad de información y formación de aquellos padres y madres que no pueden asistir a las charlas presenciales. Otra de las plataformas será una tienda online de materiales para profesores, esquemas, libros de test, apuntes. “Todo enfocado a aquellas personas que están opositando, o se plantean hacerlo, pero que no pueden ir a una academia”, añade. 

“Para labrarme un nombre como abogada necesitaría 10 años, y no quiero sacrificar mis proyectos como persona” 

Alba confiesa que, si llevara a cabo su idea inicial de ser abogada, necesitaría al menos una década por delante para labrarse un nombre en el campo de la abogacía, pero tiene claro que en su vida personal quiere hacer otras cosas, y “no sé si sería compatible, tendría que hipotecar mucho mi vida personal, tengo 28 años y quiero tener hijos, una familia y otros retos personales y profesionales, estar con amigos, pareja, familia, mi tiempo libre”, confiesa la emprendedora. 

Lo que más le gratifica del hecho de trabajar de manera independiente es “administrar mi tiempo”, apunta. “Quiero coger un portátil y poderme ir a la otra punta de España si así lo deseo. Es calidad de vida”. Alba, que ha recibido el apoyo de toda su familia y de su pareja, con la que comparte camino desde hace ocho años, es consciente de que su historia, para las personas que viven fuera de un entorno rural y que no han tenido contacto con autónomos previamente, es casi una locura “estudiar, para volver al pueblo y a trabajar por tu cuenta”. 

Confirma que, entre sus conocidos y compañeros de clase, jamás se habrían podido plantear esta opción como salida laboral porque “sus familias tendrían mucha incertidumbre” y duda que les brindasen su apoyo. “En mi caso, ha sido un apoyo constante y me siento segura y agradecida, mientras veo como muchos de mis conocidos terminan aceptando condiciones malísimas solo por no arriesgar y ponerse por cuenta propia”, explica Alba. 

“Hay meses muy malos y meses muy buenos, lo importante es tener en cuenta los ingresos anuales, lo importante que tienes que tener en cuenta es la media. El mes que no estoy trabajando, la invierto en mis proyectos personales. Ser autónomo me está haciendo ser muy práctica”.

“Para hacer rico a otro, intenta hacerte rico tú”

Este es otro de los lemas de esta mujer de 28 años que tiene las metas y las ideas claras. A día de hoy convive en la casa familiar con sus padres, sus abuelos y su hermano. “No cambio mi casa de 1000 metros cuadrados y a mis tres perros por el piso de 80 metros que tenemos en Zaragoza” dice sonriendo, y añade “es simplemente una cuestión de calidad de vida”. 

Entre sus planes de futuro están tener vivienda propia, en su pueblo o en otro, pero claramente en el rural, y formar una familia. “He diseñado mi trabajo para poder conseguir todo lo que quiera a nivel profesional, sin que un tercero me explote y cobrando lo que yo creo que es justo por mi trabajo y mi formación”, explica Alba, que confiesa que, para ella, ser autónoma es la única forma en la actualidad para poder ser la clase media que un día fueron sus padres, porque con los salarios actuales “que nadie se engañe, somos clase baja”, zanja la emprendedora. 

A aquellas personas que estén acariciando la idea de emprender, Alba les anima a hacerlo, pero teniendo claro que “hay que echarles ganas y saber dónde te metes”. Una personalidad segura y fuerte, no tender a la negatividad y aprender a manejarse en la incertidumbre, son las claves, para esta mujer, del éxito del emprendimiento.

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