Trail Minero Santa Bárbara: correr sobre la memoria del carbón es posible

En las cuencas del Caudal y del Nalón hay un día al año en el que el silencio de los pozos vuelve a llenarse de pasos, aliento y emoción. Un día en el que las montañas se desentierran para revelar su historia. El Trail Minero Santa Bárbara (TMSB), impulsado por HUNOSA, regresa el 29 de noviembre con su quinta edición convertido ya en uno de los eventos deportivos más singulares del norte peninsular y un homenaje en movimiento a la memoria minera asturiana.

La prueba, con puntuación para la UTMB, ha logrado algo que parecía imposible: unir cinco concejos, atravesar ocho pozos, coronar cumbres, adentrarse en una galería subterránea y terminar bajo un arco entibado, como si cada participante fuese un ramplero más regresando de un tajo extinto.

Más que una carrera, es una experiencia física, cultural y emocional que recorre la cuenca central sobre las mismas huellas que marcaron el pulso del carbón.

Más que deporte: un relato vivo de la cuenca minera

El TMSB se divide en dos recorridos:

  • Maratón, de 42 kilómetros.
  • Speed trail, de 16 kilómetros.

Ambas concluyen en el Pozo Sotón, declarado Bien de Interés Cultural, convertido en un verdadero santuario de la minería y en un punto de encuentro por el que este día pasarán deportistas, familias y curiosos. Allí les espera la feria del corredor, música, pantalla gigante y hasta la antigua casa de aseos convertida en zona de duchas, donde quienes lleguen a meta podrán sentir la mezcla de barro, sudor y historia.

El recorrido está plagado de guiños al pasado minero. Al atravesar los distintos pozos —San Jorge, Santiago, San José, Espinos, Santa Bárbara, San Luis y Carrio— los corredores escucharán el turullu, el sonido que durante décadas marcó el inicio y el final de los turnos, y que para muchas familias del valle significó alivio, susto o esperanza.

Ese instante de sonido metálico, de tono inconfundible, funciona hoy como una especie de homenaje íntimo a quienes trabajaron bajo tierra.

Una maratón que empieza bajo tierra

La carrera larga arranca al amanecer, en el interior del Pozo Santiago, en Caborana (Aller). Comienza así una jornada que encadena naturaleza salvaje e infraestructura industrial.

El primer gran reto es coronar el picu Cutrifera, a 1.064 metros, para descender después hacia los pozos del valle del Turón: Santa Bárbara, Espinos y San José. Desde allí, el trazado exige superar la escombrera de Piedrafita y afrontar cinco kilómetros de subida sostenida hasta el pico Polio, uno de los grandes hitos del trail en Asturias.

Recorrido

Tras bordear el picu Cogollu y alcanzar el Mayáu Porrín —con más de 1.700 metros de desnivel positivo acumulado ya en las piernas— la carrera toma rumbo a La Nueva, donde el castillete del Pozo San Luis, hoy Ecomuseo Valle de Samuño, se convierte en un faro para los corredores.

Solo después de ese tramo ondulado entre bosques, praderías y cicatrices mineras restauradas llega el descenso final hacia el Pozo Sotón (El Entrego), que recibe a cada participante con un ambiente espectacular y la recreación de una galería de avance que hace las veces de arco de meta.

Premios, visitas y un día de fiesta en las cuencas

El TMSB reparte premios en metálico:

  • 1.000, 500 y 300 euros para los tres primeros puestos de la maratón, tanto en categoría masculina como femenina.
  • En la carrera corta: 250, 100 y 50 euros.

Pero más allá de lo competitivo, la organización ha convertido la jornada en un pequeño festival de la memoria minera. HUNOSA ofrece visitas gratuitas al Centro de Experiencias y Memoria de la Minería (CEMM), donde vecinos y visitantes pueden conocer la historia de la minería mientras esperan a familiares y amigos.

También habrá puestos de gastronomía ambulante, feria del corredor y animación a cargo de El Demonión, una figura popular ya en la cuenca.

Una épica que ya es tradición

Pocos eventos consiguen lo que ha logrado el Trail Minero Santa Bárbara: unir deporte, patrimonio industrial y activación del territorio en un mismo relato. Cada año más gente se acerca a correr —o simplemente a mirar— porque la carrera no es solo un desafío físico, sino una manera de habitar la memoria de un lugar que durante más de un siglo sostuvo a miles de familias.

El TMSB es, en cierto modo, la prueba de que la cuenca minera sigue viva. No ya bajo tierra, sino en sus montañas, en sus pozos, en sus caminos y en esa mezcla de orgullo y nostalgia que solo se entiende aquí.

El 29 de noviembre, quienes tomen la salida no solo correrán un trail: recorrerán una historia colectiva que merece seguir contándose.