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Sobre este blog

El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

Necesitamos las dos patas. Las dos.

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, durante el debate sobre el estado de la nación.
25 de julio de 2022 22:53 h

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Hoy trae el Ojo una mala noticia para los dos grandes partidos. Olvídense de las mayorías absolutas, PP y PSOE, PSOE y PP. Pero también lleva otra en el zurrón, tan fea como la anterior, para los minoritarios: alejen de sí toda esperanza en el sorpasso. Tire Unidas Podemos a la basura sus idílicos sueños de sobrepasar en votos al PSOE, al igual que los recios seguidores de Abascal deben enterrar la exótica fantasía de superar al PP. Siempre han sido ilusiones ridículas, sin la menor base científica, pero ahora hay que entrar en el valle de las hadas y los unicornios para alimentar tan boba fantasía.

Así que la vida es dura y hemos venido a este mundo a sufrir. Es doloroso, a algunos incluso les brotan sarpullidos por entre las cachas, pero todos los partidos necesitarán pactar si quieren tocar poder. Todos. Llegar a los 176 escaños solo se consigue construyendo la torre pertinente. Cien por allí, cincuenta por allá, doce de otro lado y luego, además, varios pezqueñines. Labor de chinos o trabajo de Hércules. Y siempre conviene, siempre, tener un segundo socio que aporte decenas de votos, que el edificio, para no caerse, necesita, cuando menos, dos apoyos relevantes. Y viene muy bien, por puras razones políticas, que ambos grupos sean complementarios y capaces de aportar soluciones que ayuden a conseguir los objetivos finales de ese Gobierno. Verbigracia, Unidas Podemos es una aportación valiosa para impulsar el salario mínimo vital en el Gobierno de Sánchez, y Vox sería extraordinaria ayuda para el PP en su afán –ya lo han prometido– de echar abajo todas las reformas a favor de las clases medias y trabajadoras que ha hecho la izquierda, no nos confundamos y vayamos a perjudicar a los ricos. Cada oveja, con su pareja.

En esas estamos, rodeados de guerras, virus espantosos, hielos sobrecogedores y calores insufribles acompañados de pavorosos incendios. Pero como bien decía un amigo gallego del Ojo, todo es empeorable y en Italia, por ejemplo, puede gobernar la extrema derecha –“¡Gensanta!”, que clamaba Forges–, en el Reino Unido puede haber un o una derechista peor que Johnson, Bolsonaro ganar a Lula y ya puestos, hasta puede volver Trump. Para darse a la bebida. Decíamos que los partidos, unos y otros, buscan reacomodar sus posiciones para intentar que las cosas les vayan mejor que a sus contrincantes. Bueno, casi todos, como ahora veremos. Ya sabemos que es política ficción hablar de las elecciones del próximo año, pero dejen a este Ojo entretenerse un ratito.

Resulta que la derecha ya se adelantó y tiró al vertedero de la pequeña historia al pimpollo Casado, convencidos del desastre al que se abocaban. Y con los métodos democráticos habituales en ese partido, eligieron por el sistema del dedazo a un funcionario de la organización, fiel servidor de los intereses que de verdad mandan en ese partido. A la orden, que para eso estamos. Pero ahora lo tiene crudo, porque la torre a construir se le va a hacer un muro prácticamente imposible de escalar. Desaparecidos los serviles mayordomos de Ciudadanos, Rivera y Arrimadas, cuántos millones de votos a la basura, desperdiciados por tan bochornosa incompetencia, Núñez apenas si tiene a su lado a 'Don Pelayo' Abascal, personaje que posee, entre otras muchas virtudes, la de expulsar de sus alrededores a cualquier formación sensata inclinada a apoyar al PP. Núñez lo sabe, claro. Y ya estarán dándole vueltas al magín, que la orden de los poderes fácticos del país es clara y contundente: hay que echar a Sánchez y a ese Gobierno de rojos bolivarianos a como dé lugar. Y en la guerra, recordad, todo vale. Incluso saltarse la Constitución, usar las cloacas o boicotear lo que haga falta. A degüello.

En la izquierda hemos visto dos movimientos distintos. Sánchez ha agitado banquillo para corregir el fiasco de su penúltima movida, y la verdad, no es que lo diga el Ojo, que para nada valdría, es que parece bastante obvio por la acogida general, la rectificación mejora claramente lo que había, aparece todo más cohesionado y la presencia de Patxi López y María Jesús Montero, por ejemplo, aportan un plus de peso atómico específico, que hemos pasado de los escasos 19 moles del flúor a los 251 del californio. Parece que en Moncloa ya se han enterado de que la comunicación es uno de sus mayores dramas, y todos los portavoces que estaban perdidos por el éter de la inconsistencia, Lastra, Gómez o Sicilia, ya han pasado a mejor vida. Veremos cómo les va, que en política, como en otros muchos aspectos de la vida, al final todo se mide por el éxito final. Pero no parece aventurado señalar que los movimientos del presidente responden a un intento de aglutinar fuerzas con gentes de reconocida prestancia para los votantes. Añaden valor. O esa, al menos, ha sido la opinión generalizada en los medios políticos y mediáticos, salvando la salvaje prensa de la caverna, que para nada nos interesa, bazofia despreciable sin solución.

¿Decimos lo mismo de la izquierda a la izquierda del PSOE? Pues no, la verdad. No entraremos en teorías conspiranoicas, con un poderoso y fantasmagórico Pablo Iglesias siempre en el fondo del daguerrotipo, sombra apenas perceptible, pero es difícil sustraerse a la realidad obvia, evidente, de que las decisiones de Ione Belarra e Irene Montero, ceses a cuchillo, no suman a lo que deberían sumar, sino que restan a lo que no deberían restar. Proclama Yolanda Díaz en su nuevo proyecto la intención de agregar fuerzas y voluntades para armar una izquierda muy de izquierdas que pueda lograr más votos de los actuales, que se quite de encima el fracaso evidente de Castilla y León y, sobre todo, Andalucía, microorganismos enfrentados como enemigos imposibles, que apenas si lograron obtener una escueta presencia en el Parlamento de Sevilla. Pues esta ha sido la primera respuesta: los nombres de confianza de la vicepresidenta para armar el proyecto, a la calle, que aquí no les queremos, que son de otra tribu, gentuza del Frente Popular de Judea. Una desgracia, porque los ciudadanos necesitamos fuertes las dos patas, izquierda y más izquierda. Incluso alguna más.

¿A quien toque mi chiringuito le corto las manos? Puaj.

Adenda. La vida tiene cosas muy curiosas. En la Comunidad de Madrid hay más de cien implicados por delitos de corrupción de la época de Esperanza Aguirre (2003-2012), entre ellos sus dos vicepresidentes, varios de sus consejeros, su jefa de prensa, el secretario general y el gerente del PP madrileño, por no citar a los innumerables alcaldes de la región. A todos los nombró Aguirre y con todos trabajaba y despachaba día a día, hora a hora. Pues dice un ilustre fiscal que la presidenta no sabía nada, pobrecita, así que no debe ser procesada, inocente ella de las felonías de sus discípulos. ¿Verdad que somos tontos de remate, imbéciles absolutos?

Aviso. Disfruten en agosto. En septiembre, si así gustan, volveremos a encontrarnos.

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El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

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