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El ‘culebrón’ Rommel Fernández, un traspaso a la fuerza

Rommel Fernández (18), en un entrenamiento del CD Tenerife

ACAN

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Rommel Fernández fue el protagonista del culebrón del verano de 1991. La dama de rosa, una telenovela venezolana protagonizada por Carlos Mata y Jeannett Rodríguez, arrasaba en las pantallas de televisión. Pero mientras España suspiraba por los amoríos del potentado Tito Clemente y la humilde Gabriela Suárez, reconvertida en Emperatriz Ferrer tras pasar siete años en la cárcel, Tenerife tenía su propio culebrón: el de la venta de Rommel Fernández al Valencia. A lo largo de los años, el conjunto blanquiazul había vendido siempre a sus mejores jugadores. Pero el caso de Rommel era distinto. El Tenerife no vendía para sobrevivir. En ese caso, quizás se hubiera aceptado su venta. Javier Pérez lo quería vender para hacer negocio. Y para crecer.

El traspaso ofrecía otro problema. Porque Rommel Fernández era algo más que un ídolo. Era Rommel. Era uno de los nuestros. Era un ejemplo. El de un chico humilde del barrio de El Chorrillo, en la capital de Panamá, que vino de colado al Mundialito de la Emigración que se disputó un lustro antes en el sur de Tenerife para darse a conocer. El que con sus goles se había ganado un hueco en el Tenerife Afi cionado primero y luego con el equipo de Segunda División. El que con sus imponentes remates de cabeza había llevado al Tenerife a Primera División después de tres décadas de penurias. El que hacía apenas unos días había marcado un gol al Valladolid en el Heliodoro que dejaba a su equipo en la élite, entre los mejores.

Las negociaciones eran públicas y constantes. El jugador se había ido a Panamá, pero su representante, Alberto Toldrá, estaba casi todos los días en la Isla. El problema era sencillo, pero de difícil resolución: todas las partes (Valencia, Tenerife y futbolista) estaban interesadas en el traspaso, pero Javier Pérez no quería vender al jugador y Rommel no quería irse. Más allá de algún fleco pendiente en el contrato de imagen del delantero, cada parte quería vender bien la operación. El presidente presionaba para que el delantero se acogiera al Real Decreto 1006/85 y pagara su cláusula de rescisión, fi jada en 250 millones de pesetas. Y el panameño no quería quedar como un traidor que compra su libertad y que se va de un sitio en el que no está a gusto.

El ejemplo anterior de Felipe y el posterior de Figo, cuando dejaron el Sporting y el Barça para irse al Tenerife y al Madrid, demuestra que los jugadores que se acogen al decreto 1006 no son muy queridos en sus clubes de origen. Finalmente, el 3 de julio de 1991 se llegó a un acuerdo y Rommel Fernández se fue al Valencia. Estrictamente, no se presentó en la Liga de Fútbol Profesional para pagar su cláusula de rescisión. Pero el Tenerife recibió 273 millones de pesetas [1,64 millones de euros], de los que el Valencia pagó 250.

(*) Este texto forma parte del libro El CD Tenerife en 366 historias, del que son autores los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla, publicado por AyB Editorial

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