La accidentada trayectoria del filial del CD Tenerife
El CD Tenerife creó un equipo filial en julio de 1960. Su constitución y su posterior inclusión en la Primera Categoría Regional fue aprobada por el pleno de la Federación Tinerfeña de Fútbol. Allí le dieron la bienvenida Orotava, Real Unión, Puerto Cruz, Estrella, Realejos, Toscal, San Andrés y Buenavista. Y en ese curso 60/61 en el que el primer equipo ascendió a la élite del fútbol nacional, el filial blanquiazul fue último, con dos victorias, un empate y trece derrotas. El título fue para el Orotava, dirigido por Antonio Martínez Martinica, vieja gloria blanquiazul. Y el subcampeonato para el Real Unión, que peleó por el campeonato pese a ceder al Tenerife a Colo, Santos y José Juan.
Una ampliación a doce equipos permitió al Tenerife Aficionado mantenerse en la Primera Categoría Regional. Al año siguiente fue penúltimo y ya descendió a Segunda Categoría. Y ahí estuvo hasta que, mediada la década de los sesenta, se consolidó entre la élite del fútbol provincial, que había empezado a dar cabida a equipos de La Palma. Y con altibajos competitivos sobrevivió mientras formaba jugadores para el primer equipo. A finales de los setenta se estabilizó en la Primera Categoría y eso le convirtió, en septiembre de 1980, entrar en el grupo canario de la Tercera División, de carácter regional. Y ahí estuvo hasta que bajó otra vez a las categorías insulares, en junio de 1986.
El descenso del Tenerife Aficionado pasó desapercibido: coincidió con el del primer equipo a la Segunda División B y con la marcha de Pepe López. Los nuevos rectores lo intentaron de mil formas, pero no había manera de reflotar al filial. El primer equipo encadenó dos ascensos casi consecutivos, pero los pequeños ni siquiera encontraban hueco en la Tercera División. Fue entonces cuando el CD Tenerife decidió acercarse al Salud, que había tenido una frustrante experiencia en Segunda División B en la campaña 89/90. Lleno de deudas y problemas, el conocido como “equipo del barrio alto capitalino” aceptó un convenio de colaboración que luego se convirtió en fusión y más tarde en absorción.
El proceso fue lento, pero tuvo el fin previsto. Al término de la Liga 94/95, el llamado Salud-Tenerife, que juega en el campo municipal de La Salud pero está fabricado desde la sede del Callejón del Combate y reforzado con elementos como Domingo Ramos, asciende a Segunda División B tras superar a Estrella, Orotava y Gáldar en un play off. Ya en la categoría de bronce, el 24 de julio de 1995 se presenta como Tenerife B. Jugará en el Heliodoro y su antiguo presidente, Miguel Ángel Almenara, pasará a ejercer de delegado del club. De esta forma, el pujante Tenerife de Primera División tiene un equipo nodriza en Segunda División B, donde, además, para escarnio amarillo, compartirá estancia con el primer equipo de la UD Las Palmas. Sólo lo haría durante un año, eso sí.
(*) Este texto forma parte del libro El CD Tenerife en 366 historias, del que son autores los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla, publicado por AyB Editorial.
0