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Canarias ensaya cómo convertir en bancos de pesca zonas yermas del océano

Contenedores de agua marina flotantes (mesocosmos) en los que el Centro Helmholtz de Oceanografía de Kiel, Alemania (Geomar), pretende probar las técnicas para un experimento en Taliarte (Gran Canaria).

José María Rodríguez (EFE)

Taliarte (Gran Canaria) —

Los océanos son enormes desiertos de agua en casi la mitad de su extensión, pero la vida (y la pesca) se disparan en ellos allí donde los afloramientos costeros hacen emerger nutrientes. ¿Puede el hombre repetir ese ciclo? Un centro científico alemán lo va a intentar en Canarias.

El Centro Helmholtz de Oceanografía de Kiel, Alemania (Geomar), ha comenzado a instalar en el puerto de Taliarte, en Telde (Gran Canaria), los ocho contenedores de agua marina flotantes (mesocosmos) en los que pretende probar las técnicas que aplicará dentro de un año en un experimento a mayor escala en la isla.

Su reto es de lo más ambicioso: ¿se puede inducir artificialmente en océano abierto, y en lugares en teoría yermos, el mismo fenómeno natural que hace que las costas del Sahara Occidental, Namibia, Perú o California (los grandes afloramientos del planeta) figuren entre de los bancos pesqueros más ricos y productivos del mundo?

Si el concepto funciona, se abriría una línea de investigación muy prometedora para intentar convertir en productivas zonas de océano abierto donde ahora casi no hay vida, lo que serviría para transformarlas en nuevas áreas de pesca y, de paso, para aliviar la presión que ahora soportan los grandes bancos pesqueros “naturales”.

El investigador principal del proyecto, Ulf Riebesell, explica que se trata de un reto que va más allá de la acuicultura: la idea no es instalar jaulas de crecimiento de peces en aguas abiertas, la idea es, literalmente, convertir en fértil un desierto.

“En tierra firme, tú puedes cultivar en un desierto, pero eso requiere traer agua y fertilizantes desde largas distancias, con costes muy elevados. En un desierto de agua, en el océano, solo necesitas tomar los nutrientes que existen a 200 metros de profundidad”, resume el investigador alemán, que ya lideró hace dos años otro gran experimento en Gran Canaria para saber cómo responderán los mares a la creciente acidificación de sus aguas.

De hecho, aquel experimento ya proporcionó indicios de que la idea sobre la que ahora gira el proyecto Ocean artUp puede funcionar. Entonces, para reproducir fielmente las condiciones en las que el océano responde a la absorción de cantidades cada vez mayores de CO en lugares como Canarias, le añadieron agua tomada de las profundidades, para simular el afloramiento natural que existe esta zona del Atlántico... Y el fitoplancton se disparó. “Ahora queremos afinar el concepto”, apunta Riebesell.

Este año, trabajarán con larvas de peces encerradas en mesocosmos de 7.500 litros de agua cada uno a los que añadirán a diario, y durante un mes, cantidades distintas de nutrientes inorgánicos, como nitrato, fosfato y silicato para ver cómo reaccionan.

El año próximo se repetirá el ensayo en aguas abiertas, en la bahía de Gando, con mesocosmos mucho mayores y nutrientes naturales: los presentes en aguas tomadas a 200 metros de profundidad.

Riebesell precisa que no solo quiere corroborar que el primer eslabón de la cadena alimentaria (el fitoplancton) se activa con la inyección de nutrientes, algo que ya han visto, sino también observar qué otros efectos tiene afloramiento artificial.

¿Por qué han elegido Canarias? “Estas aguas representan al 40% de los océanos. No hay muchos más lugares en Europa donde puedas hacer un estudio como este. Lo que veamos aquí se puede extrapolar a buena parte de los mares”, responde el líder del proyecto.

Geomar también valora la infraestructuras y la capacidad científica que le aportan sus dos socios locales, la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan), con los que ya ha trabajado en dos proyectos anteriores.

En condiciones naturales, la columna de agua cuenta con varias capas tróficas que transfieren nutrientes desde las profundidades hacia la superficie, pero se calcula que solo el 10% de la energía y alimentos que existen en un capa pasa a la superior, por lo que cuanto más capas existan menos productivas son esas aguas (la cadena transfiere el 10% del 10% del 10%..., y así sucesivamente).

Las zonas de afloramiento natural son tan productivas porque solo tienen dos capas y una transferencia, explica Riebesell. El experimento Ocean artUp busca replicar ese modelo con un atajo.

Si la idea funciona, se necesitará energía para bombear agua a la superficie desde 200 metros de profundidad en océano abierto. Fuentes de Plocan recuerdan que en el mar existe energía de sobra en forma de viento y que hay un campo muy prometedor de investigación e ingeniería en la construcción de aerogeneradores flotantes.

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