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9 de mayo, victoria ruso-soviética sobre el nazismo y la guerra actual

Emilio Díaz Miranda

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En Rusia eran las 00:43 horas el 9 de mayo de 1945 cuando la Alemania nazi capituló. España estaba bajo la bota militar y fascista del Caudillo Franco, discípulo de sus maestros Hitler y Mussolini. Y a esas nocturnas horas de la Rusia Soviética se estaba firmando la capitulación incondicional de los militares nazis en Alemania. Hitler se había suicidado y Mussolini había sido linchado por las masas italianas y colgado de un farol en la calle. Franco dormía tranquilo en el Pardo.

Dos capitulaciones para una sola derrota

Hubo dos capitulaciones separadas que tuvieron lugar en aquellos días. La rendición ante el general Eisenhower por los aliados occidentales se firmó en Reims en mayo de 1945, precisamente el 8 de mayo a las 23:01 horas, según la hora central europea. Y aunque no se suele celebrar tal fecha, es el día de la victoria antinazi en Europa occidental. Pero al ser el general soviético Iván Suslopárov el único presente del lado soviético y carecer de instrucciones y de autorización de Moscú se vio obligado a firmar para que la firma soviética no estuviera ausente, pero indicando que podría ser reemplazado en el próximo futuro por otra autoridad militar soviética.

José Stalin se enfadó creyendo ver una maniobra que dejaba en segundo plano el esfuerzo y los sacrificios soviéticos. Pensaba que la rendición alemana debería haber sido aceptada solamente por un enviado del mando supremo de la URSS y firmada sólo en Berlín.  E insistió en que el protocolo de Reims fuera un acto preliminar y así dejar que la ceremonia principal se llevara a cabo en Berlín, donde el Mariscal Georgi Zhukov estaba en aquellos momentos.

Zhukov cita en sus memorias a Stalin de la forma siguiente: “Hoy, en Reims, los alemanes firmaron el acta preliminar de una rendición incondicional. Sin embargo, la principal contribución, fue hecha por el pueblo soviético y no por los aliados, por lo tanto, la capitulación debe firmarse frente al Comando Supremo de todos los países de la coalición anti Hitler y no sólo frente al Comando Supremo de las fuerzas aliadas. Por otra parte, no estoy de acuerdo con que la rendición no haya sido firmada en Berlín, que fue el centro de la agresión nazi. Nos pusimos de acuerdo con los aliados para considerar al protocolo de Reims como preliminar”.   

Por ello fue restablecida otra ceremonia de capitulación en una casa que sobrevivió a los bombardeos en las afueras de Berlín al finalizar el 8 de mayo, cuando ya era 9 de mayo en Moscú, debido a la diferencia de husos horarios. El Mariscal de Campo Wilhelm Keitel presentó la incondicinal Capituación de la Wehrmacht nazi al Mariscal Georgi Zhúkov en el cuartel general del ejército soviético en Berlín-Karlshorst.

El Día de la Victoria, también conocido como Día VE (Victoria en Europa) se conmemora aunque no se celebra  el 8 de mayo en la mayoría de los países europeos y en Estados Unidos. Pero en Rusia, Serbia y Bielorrusia se celebra el 9 de mayo. El Día de la Victoria fue el punto final de la más larga y sangrienta guerra conocida en la que muchísimas familias de la Unión Soviética perdieron a familiares o a algún ser querido.      

¿Herramienta ideológica o conmemoración histórica?

Al parecer, solo mucho tiempo más tarde, tal fecha empezó a cobrar  propósitos  superiores a la simple conmemoración y se convirtió en una herramienta ideológica clave para el estado ruso. Durante casi dos décadas después de terminar la guerra, el 9 de mayo no se consideró como fiesta nacional en la Unión Soviética y solo se celebraba en grandes ciudades con fuegos artificiales y fiestas locales.

Fue en 1963 que el entonces Secretario General del PCUS, Leonid Brezhnev, inició una política para crear un culto a la victoria en la guerra contra la Alemania nazi, posiblemente para fortalecer la decaída base ideológica del país y del sentimiento patriótico. La celebración se acompaño de desfiles militares. Con el alcoholizado Yeltzin, liquidador de la Unión soviética y sus consejeros norteamericanos tal fecha no jugó un papel importante.

Es a principios del nuevo siglo XXI que el presidente Vladimir Putin, hizo aún más para impulsar el significado del Día de la Victoria, intentando convertirlo en una parte inseparable de la historia de Rusia. El tiempo pasa inexorablemente y nada es eterno y menos los seres humanos así que las celebraciones del Día de la Victoria aunque crecieron en escala, tenían cada año menos veteranos de guerra y testigos oculares vivos y capaces de participar en las ceremonias y actos públicos.

La narrativa del papel clave de Rusia en la derrota del nazismo también se instaló en las enmiendas a la Constitución rusa en 2020. Con un Putin inclinado a oficializar la religión ortodoxa rusa como elemento constitutivo de la esencia rusa y entre otros cambios, se enfatizaron valores conservadores y el nacionalismo pan-ruso.    

Consejo del ucraniano Geraschenko a Madrid

El próximo miércoles 9 de mayo, se cumplirá el 78º aniversario del Día de la Victoria, es decir, de la rendición de la Alemania nazi tras el triunfo de las tropas soviéticas en la Segunda Guerra Mundial en 1945. En Europa occidental se firmó la capitulación a las 22:34 del horario de Europa central, pero a las 00:43 horas del día 9 según el horario ruso.

El año pasado el presidente ruso, Vladimir Putin dio un discurso con motivo del éxito inicial – según él - de la operación especial que supuso la invasión de Ucrania. El presidente ruso, durante la movilización que tuvo lugar en la Plaza Roja de Moscú, llevaba un retrato de su padre, Vladimir Spiridonovich Putin, combatiente en la Segunda Guerra Mundial. Al igual que otros ciudadanos rusos que acudieron a este evento, Putin puso su sentimiento personal al rendir tributo a los combatientes y caídos en la defensa contra la agresión de la Alemania nazi. Entre las banderas, destacaron algunas como la actual de Rusia, u otras como la bandera roja que fue alzada sobre el Reichstag alemán y la cinta de San Jorge, de color negro y naranja.

Para este domingo 7 de mayo está prevista en Madrid una marcha conocida como Regimiento Inmortal, en memoria de los 27 millones de ciudadanos soviéticos que murieron en esa Guerra, la Gran Guerra Patriótica para los rusos. De hecho, no es la primera vez que se produce esta movilización por las calles de la capital española, ya que se celebra desde el año 2016. En esta ocasión, tendrá lugar a partir de las 12:00 horas y comenzará en Atocha.

Una manifestación que no solo se llevó a cabo en el pasado en Moscú, sino también en diferentes ciudades del país. Y ahora se quiere celebrar en Madrid. La primera vez que se organizó tuvo lugar en la ciudad rusa de Tomsk, en el año 2012. En los años siguientes se extendió esta marcha a otras antiguas repúblicas soviéticas, como Bielorrusia, Kirguistán o Kazajistán. Ahora que la celebración tendrá lugar en España, los representantes del gobierno oligarquico de Ucrania, por medio de Anton Gerashchenko, asesor del presidente Zelensky, ha hecho propaganda pública de sus posiciones anti-rusas con un mensaje al Gobierno español y al Ayuntamiento de Madrid. Trata de impedir la marcha madrileña de la misma manera que han prohibido en Ucrania partidos políticos, sindicatos y todas las posiciones críticas al gobierno Zelensky y a su política bélica y racista.

Ha escrito: “Me ha llamado la atención que la comunidad rusa en Madrid reciba permiso para realizar la marcha del Regimiento Inmortal, que es parte de la propaganda de guerra oficial rusa y una forma de apoyo a la guerra. Señores Sánchez y Almeida, sabemos y apreciamos cuánto apoya España a Ucrania. Apóyense con nosotros para no difundir narrativas rusas tóxicas. ¡Gracias!”. También se dirigió a otros líderes internacionales en este sentido prohibitivo.

Habla a los “amigos de Ucrania”, pero en realidad se dirige a los que apoyan a Zelensky que no son todos los ucranianos como puede comprobar cualquiera que tenga contacto con los emigrantes ucranianos en Europa, como es mi caso. Ni son todos los que están, ni están todos los que son. Pero esas diferencias no se reflejan en los noticieros.

Moscú: atentados contra Putin y manipulación

El ataque al Kremlin protagonizado por dos drones este miércoles pasado es obra, según Moscú, del gobierno ucraniano.Se trata de un presunto intento de asesinato al presidente Vladimir Putin, y es una noticia importante y peligrosa en este 2023, incluso equivalente en cierto modo a la invasión a Ucrania.    

Según Moscú “dos vehículos aéreos no tripulados apuntaron al Kremlin”. Las defensas antiaéreas del Kremlin abatieron los drones. Los restos de los artefactos no tripulados cayeron dentro del complejo “sin causar víctimas ni daños materiales”. El Gobierno ruso se reserva “el derecho de tomar medidas de represalia dónde y cuándo lo considere oportuno”. El peligro de una ampliación bélica se anuncia.

Estados Unidos ha sido la primera potencia en pronunciarse (Negativamente) sobre los atentados contra la sede del Gobierno ruso. El secretario de Estado, Antony Blinken, ofreció el punto de vista de la Casa Blanca durante un encuentro organizado por el Washington Post. “Simplemente no lo sabemos”, dijo en referencia a la autoría del ataque. Además, quiso resaltar la necesidad de “no especular” sin conocer lo sucedido y tomar con cautela “todo lo que sale del Kremlin”.

De este modo, Washington puso en duda la versión ofrecida por Rusia. Por su parte, en Ucrania, respondió el asesor presidencial ucranio, Mijaíl Podoliak, a las declaraciones realizadas en Moscú. “Ucrania no tiene nada que ver con los ataques con drones contra el Kremlin. Ucrania no ataca al Kremlin porque, por empezar, eso no resuelve ningún problema militar”, dijo.

El asesor del presidente Volodimir Zelenski sospecha que los ataques con drones pueden ser obras de grupos de “resistencia” locales, ya que considera que Putin ha perdido el control de lo que ocurre a pie de calle en Rusia ante una opinión pública contraria a sus planes en Ucrania. En este sentido, ha afirmado que cualquier persona tiene acceso a este tipo de objetos. Así los “asesores” ucranianos entran en el terreno de la ciencia-ficción y convierten en realidad sus deseos, al mismo tiempo que ignoran la real oposición interna que sufren ellos en Ucrania.

Blinken no cae nada bien en el Kremlin, ni tampoco al embajador ruso en EE.UU, Anatoli Antonov, quien lanzó un duro mensaje contra Washington por no condenar el ataque, así como realizar una política basada en el ‘doble rasero’. “Esperábamos que la administración tuviera las agallas y la dignidad de condenar este acto terrorista. Hoy Estados Unidos está protegiendo a los criminales de Kiev”.

Al mismo tiempo, en el mismo orden de cuestiones militares el The Whashington Post cuenta que las altas esferas del ejército ucraniano dicen que llevan casi 15 meses superando las expectativas del mundo. Ahora, los altos mandos intentan rebajar esas esperanzas, temiendo que el resultado de una inminente contraofensiva destinada a cambiar las tornas de la guerra con Rusia no esté a la altura de las expectativas. Dicho en otras palabras: tienen miedo a la derrota. El ministro de Defensa ucraniano, Oleksii Reznikov, en una entrevista la semana pasada. “La mayoría de la gente está... esperando algo enorme”, añadió, lo que puede llevar a una “decepción emocional”.   

Entre la verdad y la mentira

Los hechos no importan mucho a los propagandistas sean americanos ,ucranianos o rusos, así los pro-occidentales hablan del mito de una “masacre de Odesa” en 2014 y dicen que los rusos explotaron la tragedia como herramienta para inyectar odio como droga en el público ruso. Se trata, dicen, de reforzar la Gran Mentira rusa creada durante la Revolución Euromaidán -de una Ucrania nazi que solo existía en la cabeza de los propagandistas rusos. Al repetir la Gran Mentira hasta la saciedad (una de las tácticas clave de la propaganda al estilo del propio Joseph Goebbels), los propagandistas rusos zombificaron a la población rusa haciéndole creer que una “banda de neonazis” había tomado el poder en Ucrania, una afirmación alejada de la realidad (según los ministros de Zelensky), y posible sólo gracias a la abrumadora ignorancia de los rusos sobre la realidad en Ucrania. Lo interesante de tal argumentación es que se puede aplicar exactamente a los amigos oligárquicos que auparon y apoyan a Zelensky y a los nazis del Batallón Azov.

Los enfrentamientos en Odesa de mayo de 2014 fueron una serie de manifestaciones y enfrentamientos entre sectores de proucranianos y prorrusos en diferentes calles y plazas de Odesa, que el día 2 dejaron 46 muertes de ciudadanos ucranianos prorrusos, 214 heridos y 172 detenidos. La policía nunca detuvo ni investigó a los sospechosos ucranianos pro-occidentales y las zonas de habla rusa fueron objeto de represalias sistemáticas, de prohibiciones y detenciones.

El 3 de marzo de 2014, manifestantes prorrusos irrumpieron en el edificio administrativo del óblast (provincia) de Odesa exigiendo un referendo para el establecimiento de la “República Autónoma de Odesa”. Un grupo de ultranacionalistas ucranianos del Sector Derecho, que es un partido de ultraderecha y paramilitar, así como brazo político del Batallón Azova, acorraló a los prorrusos en la plaza Campo de Kulikovo, por lo que estos tuvieron que refugiarse en la Casa de los Sindicatos. Los occidentalistas ultranacionalistas arrojaron cócteles molotovs y disparos contra el edificio, incendiándolo y causando 48 víctimas mortales.

Hay muertos reales o imaginarios que salen diariamente en nuestros medios, pero hay otros muertos que no aparecen. Depende de en qué bando estén y de qué lenguaje hablen. Pero eso no está nada acorde con la ética de la información ni del periodismo. Así cuando el señor Anton Gerashchenko, asesor del presidente Zelensky, habla de ciertas marchas o informaciones como de cosas tóxicas y olvida los 27 millones de muertos soviéticos, que incluyen necesariamente a ciudadanos ucranianos, habrá que preguntarse si dicho señor no estará irremediablemente intoxicado.

La Victoria soviética sobre el nazismo contribuyó a la mejora del mundo, aunque la burocratización del régimen impuesto por Stalin con la supresión de libertades internas, cosa que nada tenía que ver con las ideas y practicas de Vladimir Lenin, fundador del Estado soviético, tal supresión sentó las bases para su futuro desmoronamiento. Y nosotros, periodistas o lectores, debemos de mantener y defender nuestra libertad de pensamiento y de análisis. Y denunciar todo lo que nos pueda conducir al abismo de una nueva guerra mundial.

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