Espacio de opinión de Canarias Ahora
Ampliando el Sureste
El marco fundacional de este ente supramunicipal se sustentó, desde un primer momento, en la búsqueda de alternativas al grave problema de la escasez y la mala calidad del agua de esta zona de la isla. Para ello elaboramos una estrategia encaminada a la consecución, entre otros proyectos, de una desaladora, una depuradora, redes de distribución y depósitos, energías renovables para abaratar los costes y la inclusión de la comarca en el proyecto de dotación de infraestructuras para áreas infradotadas.
Y se fueron consiguiendo cosas. Con mucho esfuerzo. Contra viento y marea. Luchando muchas veces contra elementos que no eran solo naturales. En el presupuesto inicial de la Mancomunidad se incluyó una primera partida de casi 186 millones de pesetas para la ejecución de una planta desaladora que hoy fabrica, apoyada en energía solar, más de 33.000 metros cúbicos diarios de agua potable. Y después vendría todo lo demás: un conjunto de equipamientos devenido en una auténtica revolución hidráulica.
La EDAR (Estación de aguas depuradas), diseñada inicialmente para tratar 6.000 metros cúbicos diarios de aguas negras, se empezó a construir en 1991 y comenzó a funcionar en 1994, cuando los tres municipios contaban con una población de 74.547 habitantes. En el año 2001 se amplió su caudal a doce mil metros cúbicos al día y ahora, 18 años después de su puesta en marcha, se inauguró, el pasado martes, una tercera fase que nos permite tratar dieciocho mil metros cúbicos cada veinticuatro horas para servir a una población de 130.000 habitantes, al mayor espacio industrial de Canarias y a la zona comercial más extensa, además de, en un gesto solidario y de colaboración entre administraciones, a varios núcleos de población de San Bartolomé de Tirajana (Juan Grande, Castillo del Romeral, Aldea Blanca, Matorral y Rodeo).
El presupuesto final de esta última fase asciende a casi cinco millones y medio de euros, que si lo sumamos a los seis millones de las anteriores etapas y a los otros seis millones gastados en redes de distribución y depósitos, nos da una cifra final de 18 millones euros.
Más allá del empleo de los criterios técnicos tradicionales que conllevan los pretratamientos, primarios, secundarios y terciarios que permiten usar el agua para la agricultura y los jardines, el terciario último de esta depuradora incorpora decantadores de alto rendimiento de Veolia y un sistema de filtros de arena de lavado en continuo que ha sido inventado y construido aquí, en el polígono industrial de Arinaga ( por Aquafactory) y que, por sus excelentes resultados, está siendo utilizado en distintos países (una muestra de la capacidad que podríamos tener para profundizar en la investigación y en la aplicación de nuevas tecnologías a nuestra maltrecha economía). Es el primer terciario que existe con esta solución y garantiza una extraordinaria calidad de un agua cuyas características organolépticas son similares a las del agua potable, sin que se detecten presencias de E. coli en los análisis microbiológicos realizados. Es decir, se puede beber.
Para el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas “el agua es un recurso natural limitado y un bien público fundamental para la vida y la salud. El derecho humano al agua es indispensable para vivir una vida con dignidad humana. Es un requisito previo para la realización de otros derechos humanos”. Según Willen Buiter, economista jefe de Citigroup, “el agua se convertirá en la más importante clase de activos físicos basados en materias primas, minimizando el petróleo, el cobre, las materias primas agrícolas y los metales preciosos”.
Paul Kennedy, catedrático de Yale y especialista mundial en seguridad internacional, sostiene que los problemas que obsesionan a los analistas estratégicos en torno a los conflictos del planeta, palidecen al lado de la crisis mundial del agua, con las reservas originales agotándose. Ya se empiezan a librar disputas por el control de las corrientes de agua dulce en un mundo donde ha aumentado la población, desde los mil millones de 1825 a los siete mil de la actualidad, con el consiguiente incremento del nivel de vida y del consumo del agua.
Está muy claro que el cambio climático, la escasez y el crecimiento demográfico son condicionantes impredecibles. En unos pocos años, más de 3.000 millones de personas vivirán en zonas con estrés hídrico. Nosotros en Canarias ya lo estamos haciendo. Hace años que lo estamos padeciendo.
Los grandes retos de futuro son los de la energía, el agua y el clima. En Canarias nos jugamos la supervivencia en ello. El binomio agua-energía es el epicentro de nuestro desarrollo futuro. Es aquí donde está la clave de nuestra subsistencia. Por eso nuestro empeño en defender las energías renovables y en demandar que cesen todos los obstáculos que las frenan en forma de eliminación de primas, servidumbres aeronáuticas y burocratización administrativa; en pedir que se agilicen los trámites para hacer efectiva la central hidráulica Chira-Soria y nuestra apuesta por repetir el modelo en otras presas y embalses para poder almacenar renovables; en demandar la incentivación del ahorro, la economía y la eficiencia; en clamar por la potenciación de la investigación pública y privada?Por eso nuestro empeño también en insistir en que se tenga en cuenta que en esta isla dependemos en un 90% del agua desalada (un 100% en Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro). Es por esta dependencia que, desde el año 1985, se nos subvenciona su producción, aunque hemos pasado de recibir 17 millones de euros en el año 2008 a 4,9 en este año, que aún no se han hecho efectivos. No puede ser que no se tenga en cuenta esta realidad y que se retiren o disminuyan las ayudas para cubrir los sobrecostes de producción en esta tierra mientras se mantienen las de territorios como Ceuta o Melilla, que reciben porcentajes muchos más altos.
Es necesario un esfuerzo institucional conjunto, más allá de la justa reivindicación política, para recuperar estas subvenciones. En el informe sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo, de la ONU, se plantea que conseguir salvar los problemas del agua “no es complicado ni oneroso, pero requiere una reorientación política considerable. Las ventajas son tan importantes que es absolutamente indispensable encontrar la voluntad política adecuada para poner estas medidas en prácticas”. Es un desafío y una responsabilidad histórica a la que no nos podemos sustraer.
Modestamente, creo que lo que se ha hecho en el Sureste es el camino. No hay otra vía que la de un desarrollo sostenible que gire alrededor del agua y la energía para potenciar nuestro sector primario, la salud de la población, un turismo modélico y una industria innovadora ligada a la investigación y las nuevas tecnologías.
Antonio Morales
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