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La arena de las costas canarias

José Francisco Henríquez / José Francisco Henríquez

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Hace unos cuantos años, Costas trató de forma imprudente cargar la Playa de las Teresitas con arena del banco de arenas que existe a pocos kilómetros de Pasito Blanco. Digo de forma imprudente porque no se había formado e informado a la opinión pública. Entonces un gobernante del sur de Gran Canaria, Francisco Araña, en épocas buen alcalde, prendió una antorcha electoral que prosperó como un aquelarre para terminar como es frecuente en nuestra España con intento de linchamiento personal.

El temporal pasó y nada se aclaró, dejando a la opinión pública en babia y ajena a certezas que la ciencia dispone. Se dijo que esas arenas, que luego se emplearon en la playa de Amadores, eran las mismas de las dunas de Maspalomas, y algún ecologista se emborrachó con sorbos de demagogia que se le subió a la cabeza.

Según mis conocimientos y por lo que me cuentan que algo se pudo demostrar en esa jornada de Costas, las arenas del banco de Pasito Blanco son relictas, están junto a un precipicio marino y no vuelven nunca al sistema sedimentario costero. Si esto es así, podrían ser utilizadas desde en el sector de la construcción hasta para regenerar playas cercanas o lejanas.

Asumo que no se pueden considerar estos áridos simplemente un bién económico de dominio público porque están impregnados de sentimientos y de culpa. Ingenieros ,algún catedrático de nuestra Universidad y más de un ecologista han desafiado a la ciencia y no sabemos si están dispuestos a rectificar o a callar.

Se sabe, además, que la oponión pública canaria, testigo de tanta depredación con nuestro territorio, desconfía y se pone del lado de la seguridad que, en nuestro caso, viene a ser que ante la duda, hay decir que no a todo. Pero esto nos llevaría a una época medieval donde la ciencia se arrodillaba ante cierta jerarquía. Aquí sobra la escolástica porque tenemos a la ciencia.

Por ello podemos afirmar que esa arena se puede ultilizar en cierta cuantía que los técnicos pueden estimar sin demérito de nuestro medio ambiente. Y esto es así porque es apodíctico y es científico. Otra cosa es que se utilice en aquello que la ciudadanía quiera, como quiera y cuando quiera. Es como la piedra de alguna montaña entrañable o cualquier activo público, de todos.

Se podría utilizar y es seguro que la opinión pública lo informará desfavorablemente en construir cosas, como arena para el hormigón. Se podría utilizar en crear una nueva playa según la ocasión o en regenerar playas que se erosionan y que no pueden estar demasiado tiempo sin perfil playero porque lo necesita la ciudadanía para su disfrute o el turismo para su mejor funcionamiento. Se puede utilizar para mejorar playas cerca de Pasito Blanco o en cualquier zona de Gran Canaria, o acaso en cualquier isla canaria. Se puede. Falta saber si se quiere. Es la soberanía del ciudadano. Es como el agua de un río que desemboca en el mar: algunos la ofrecerían al vecino árido; otros prefieren que se la quede el mar.

José Francisco Henríquez

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