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El baile de máscaras por la Igualdad

María del Río

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El año 2018 ha empezado calentito en el Parlamento de Canarias, quienes aún somos un poco novatas en la materia miramos con cierta perplejidad los bailes de máscaras que este año se anticiparon incluso al Carnaval. Entró enero ya con ciertas polémicas, el ambiente se fue enrareciendo, y como si un reloj invisible estuviera acelerando el ritmo del tiempo y los acontecimientos, pasamos febrero.

En el Parlamento la tensión va en aumento, muchas de sus señorías parecen estar pendientes de un gong imaginario que en cualquier momento da el pistoletazo de salida a una campaña para la que aún falta más de un año.

A las que somos novatas en estas lides se nos debe de quedar cara de tontas, disculpen los errores propios de nuestra visoñez, y crean que nos esforzamos -recibimos cursos intensivos, la verdad- por comprender las reglas del juego, las diferencias entre lo que se dice y lo que se hace, dentro del ámbito parlamentario.

Y así nos metemos de lleno en pleno proceso de la preparación de las movilizaciones y manifestaciones del 8 de marzo, en un debate práctico sobre la Igualdad, en este caso sobre la aplicación de nuestras propias leyes a la hora de elegir a las personas que integrarán tres órganos dependientes del Parlamento, la Audiencia de Cuentas, el Diputado del Común y el Consejo Consultivo.

Somos novatas, es cierto, y quizá un poco ingenuas; tal vez, pero que nadie se confunda, nuestros compromisos con la igualdad son firmes y no vamos a jugar con algo que nos parece tan serio.

Muchas veces, desde distintos grupos parlamentarios, y también desde el Gobierno, se hacen peticiones de unidad de acción, de no hacer usos partidistas sobre determinados temas, de remar todas en la misma dirección. Así ha sido con diferentes iniciativas relacionadas con la Igualdad y las violencias machistas, que han sido aprobadas por unanimidad, sin cuestionar si la propuesta venía de uno u otro partido.

Así ocurrió también con la propuesta, impulsada por Podemos, de modificación legislativa de la Ley 16/2003, de 8 de abril, de Prevención y Protección Integral de las Mujeres contra la Violencia de Género, una modificación que tenía por objeto adaptar nuestra legislación a las recomendaciones y convenios internacionales que se han firmado y suscrito por el Gobierno español y que son de obligado cumplimiento para todas las comunidades autónomas.

No tuvimos el menor problema en trabajar las enmiendas de forma conjunta, aceptando sugerencias de partidos tan aparentemente dispares como el Partido Popular (gracias, Emilio Moreno) que entendíamos que enriquecían el texto, y renunciando en algunas partes del texto, no significativas, en aras a un consenso. Fue posible y así lo hicimos, ahora va a cumplir su primer año la Ley 1/2017, de 17 de marzo, de modificación de la Ley 16/2003, de 8 de abril, de Prevención y Protección Integral de las Mujeres contra la Violencia de Género.

Nadie en la Cámara puede poner en duda nuestro compromiso en la lucha contra las violencias machistas y a favor de la igualdad. Nadie, y lo saben.

Hace poco más de una semana, con el espíritu de búsqueda de esos consensos, el grupo Podemos pasó una propuesta de Declaración Institucional a todos los grupos parlamentarios para presentarla de forma conjunta, con el fin de que se leyera en el Pleno más próximo al 8M.

En ella pedíamos de forma expresa que: “el Parlamento de Canarias se sume a la voluntad de conseguir a nivel global el objetivo 5 de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, que tiene como objetivo poner fin a toda forma de discriminación contra las mujeres”. Todos los grupos aceptaron la propuesta y firmaron.

Aún no sabíamos hasta dónde pueden llegar los juegos máscaras y el cinismo con los que, por un lado, se promulgan leyes y firman declaraciones, y por otro se incumplen, sin apenas pestañear.

Era el lunes 26 de febrero y tocaba aprobar, en las comisiones correspondientes, las candidaturas de los órganos parlamentarios pendientes de renovar. Era la hora de la verdad, y si no paritarios del todo, al 50%, sí que había opciones de elegir órganos con cierto equilibrio en cumplimiento de nuestra propia Ley 1/2010, de 26 de febrero, canaria de Igualdad entre Mujeres y Hombres.

Pero no, Coalición Canaria, PSOE y PP prefirieron hacerse su propio reparto ignorando y despreciando la posibilidad de dar un paso hacia adelante en el camino de la igualdad real, romper los techos de cristal, y apostar por mujeres profesionales, de reconocido prestigio, independientes, y suficientemente cualificadas para ejercer las funciones de los cargos a los que optaban.

Eligieron, en su lugar, a hombres.

No tienen excusas, y lo saben, por mucho que a algunos su mala conciencia les hiciera ir preparados con cualquier tipo de arma, utilizando aquello de que “la mejor defensa es un ataque” y además con acusaciones y argumentos tan burdos como que era nuestro grupo el que hacía uso partidista de la igualdad.

No, señorías, no. No vinimos a dar lecciones a nadie, pero si a exigir coherencia en nuestras decisiones y nuestros actos. Unos y otras han dado un espectáculo lamentable, ahora mezclando también la declaración institucional y las movilizaciones del 8M, donde más de una está perdida, no quiere, o no sabe cómo posicionarse.

Quizá sea el problema de las máscaras, que de tanto ponerlas y quitarlas algunas personas ya no saben siquiera cuál es su verdadero rostro.

Éramos novatas, ya no tanto, y les guste o no, no estamos aquí para participar en el baile.

Tenemos muy claras nuestras posiciones, tanto con respecto a la igualdad como nuestra postura ante la convocatoria de huelga del 8M, impulsada internacionalmente por los movimientos feministas: las parlamentarias de Podemos pararemos y haremos jornada de huelga, renunciando por tanto a salarios y dietas de comisiones.

Y no, por mucho que lo digan, no es una huelga partidista, no es una huelga de Podemos.

Pero sí, sí es una huelga política, y nos sobran razones.

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