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Espacio de opinión de Canarias Ahora

Bolas Blancas y Negras

Manuel Romero Hernández

Las Palmas de Gran Canaria —

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Recientemente he podido vivir una experiencia donde la falta de conciencia de que el interés común debe prevalecer por encima de lo individual cuando se toman decisiones respecto a lo público ha tenido efectos negativos tanto para ganadores como perdedores. En una pequeña comunidad de cuatro se confundió la idea de democracia con la herramienta de votación por mayoría. En la comunidad empezaron con buen pie compartiendo los elementos que podían ser comunes. En primer lugar, se pusieron de acuerdo para compartir un piso. Más adelante, se pusieron de acuerdo para sumar uno más al grupo, un piso con una habitación más eleva el precio total pero rebaja la cuota individual que paga cada uno.

Algunas dificultades empezaron a la hora de encontrar una localización buena para todos porque estudiaban en diferentes localizaciones. Parecía que algunas posturas eran muy radicales en ese sentido y que sería difícil llegar a un acuerdo. Pero tuvieron suerte, apareció un piso céntrico y con un precio razonable que igualaba las intenciones de los que pretendían ubicarse en las afueras con los que preferían pagar más pero ahorrar en tiempo de transporte. Técnicamente ocurrió que hasta ese momento todas las decisiones eran Mejoras en el Sentido de Pareto: quiere decir que en cada una de las decisiones que se tomaban nunca había perdedores porque, o bien, todos mejoraban, o bien, al menos nadie perdía, y al menos alguien mejoraba. Nunca hubo perdedores y siempre alguien ganaba, o todos ganaban. En definitiva, nunca se planteó la necesidad de votar. Pero cuando llegó el momento de tomar decisiones cotidianas empezó a imponerse la votación implícita, mediante alianzas, y explícitas. Se radicalizaron las posturas entre los que quedaron, se fueron a los extremos.

Cuando se hace un mal uso de las votaciones para imponer los intereses individuales a los de la comunidad, el grupo pierde y así ocurrió. El pequeño grupo se rompió y todos perdieron. Un miembro del grupo abandonó y los que quedaron tuvieron que asumir el coste económico de ser uno menos compartiendo un piso demasiado grande. Muchos piensan que votar es lo mejor en democracia porque se hace lo que la mayoría dice y, por tanto, eso es lo mejor para la comunidad. Hay una parte que es cierta: votando se hace lo que dice la mayoría; pero, no es cierto que la sociedad mejora siempre. La manera de entenderlo es un muy sencilla, puede que en una decisión por mayoría haya muchos ganadores, y en consecuencia, pocos perdedores. Pero también es posible que lo que pierden los perdedores sea algo muy importante, y lo que ganan los ganadores algo muy marginal. Si ese es el caso, los ganadores no podrían en ningún caso llegar a compensar a los perdedores y aún así seguir ganando. En esa situación la sociedad en su conjunto está perdiendo, porque la valoración social de la pérdida de los perdedores es mayor que la ganancia de los ganadores. Técnicamente cuando no se pueden tomar decisiones que afectan a lo común bajo el criterio de mejora en el sentido de Pareto porque hay perdedores y ganadores, la decisiones de lo público, deben tomarse bajo el Criterio de Compensación de Kaldor-Hicks: sólo son deseables las decisiones que afectan a lo público cuando lo que ganan los ganadores es suficiente para compensar a los perdedores y aún así seguir ganando.

¿Cómo aplicar Kaldor-Hicks para pequeñas comunidades y asegurar decisiones técnicamente correctas que mejoran su beneficio y aseguran estabilidad? Cuando una amiga me contó que había comprado una gran casa porque su proyecto era vivir en comunidad, mi mente economista se activó ¿Cómo debían tomarse las decisiones dentro la comunidad para asegurar el éxito de su proyecto? Ella estaba arriesgando mucho, había decidido vender todas sus propiedades y pedir un crédito superior para llevarlo a cabo.

Bueno, quiero aclarar que el riesgo en estos casos depende del país en el que vivas. Mi amiga es noruega, y en su país los bancos están obligados a recibir la vivienda en caso de impago y condonar la deuda por el valor de la vivienda a precios de mercado. En ningún caso pueden vender al cincuenta por ciento del valor, como permite la legislación española. Otra amiga noruega dio la descripción perfecta de esta situación en España: ¡Eso es criminal..!, me dijo cuando le conté cómo había muchas familias que habían perdido su vivienda y a pesar de eso permanecían con una deuda que se incrementa en progresión geométrica con intereses de por vida. Eso ocurre cuando los gobiernos defienden los intereses del diez por ciento de la población, le comenté.

A mi amiga le habían sugerido un sistema de votación anónimo para funcionar en la comunidad. El anonimato ayuda a que cada uno se exprese con más libertad. El sistema consiste en bolas negras y blancas. Si hay que decidir sobre la incorporación de un nuevo candidato el anonimato es importante para evitar represalias me dijo. De modo que cada uno que está de acuerdo con la incorporación de un nuevo candidato pone una bola blanca y el que está en contra una negra. Al final se cuenta las bolas blancas y la negras y se acepta la incorporación si hay más blancas que negras. Pero en la vida no todo es blanco o negro, hay matices pensé. Y le dije: por todas las charlas que te he soltado eres una experta en calidad democrática y sabes que eso de las bolas que me cuentas es votación por mayoría, y por tanto habrán ganadores y perdedores. Y por tanto, tomar una decisión de esa manera no quiere decir que sea la mejor para la comunidad en su conjunto. Efectivamente, aceptar un bola negra y una blanca por cada miembro solo garantiza el anonimato, pero no que se haga lo mejor para la comunidad, porque solo se valora las personas a favor y en contra, no cuánto pierde o gana cada uno.

Hay una posibilidad de acercarnos al modelo que plantea el equilibro general para garantizar eficiencia y que las decisiones que se toman benefician a la comunidad mediante un voto ponderado. Esto consiste en lo siguiente, cada persona dispone ahora de seis bolas, tres blancas y tres negras, y cada uno elige como votar: si le gusta mucho el nuevo candidato elige colocar las tres blancas en la bandeja, si el candidato no es de su total preferencia puede elegir colocar dos blancas y una negra; o bien, dos negras y una blanca. O finalmente, cabe la posibilidad de elegir tres negras si se está completamente en contra. La vida no es de color blanco y negro, siempre hay matices. De esta manera es posible materializar un sistema de elección que ponga de manifiesto cuanto bueno o malo es para la sociedad. Cuantas más bolas disponga cada individuo más preciso será el sistema y más cerca se está de tomar decisiones atendiendo a Kaldor-Hicks. Incluso de esa manera sería posible elegir entre varios candidatos sin caer en la ineficiencia de las votaciones por mayoría cuando individuos radicales.

El consenso es lo óptimo y es el reflejo de Kaldor-Hicks para pequeñas comunidades o para un país completo. El modelo de equilibrio general plantea una función de bienestar social a optimizar conformada por las preferencias individuales de lo público en base a la cual se toman las decisiones en función de la intensidad de las preferencias de los individuos, es decir, en función de lo que cada uno de ellos gana o pierde realmente con cada decisión. La traducción política son las decisiones tomadas por consenso. Los suizos son unos expertos en esto, lo que ellos llaman la regla de oro de la formación de los gobiernos. El gobierno suizo siempre es colegiado y está formado por los cuatro partidos mas votados. Se aseguran el consenso. En su parlamento el hábito es no dejar a ningún partido fuera de las decisiones importantes, hacerlo supone correr el riesgo de experimentar la reprimenda de los ciudadanos con un referéndum y además esta mal considerado socialmente.

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