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Para comerte mejor

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El restaurante del Casino de Las Palmas ha suspendido las comidas japonesas sobre cuerpos desnudos después de que el Instituto Canario de Igualdad le insinuase que estaba un poco feo usar de platos a jóvenes de buen ver.

A mí el espectáculo erótico-gastronómico no me gusta. Prefiero no mezclar la comida con otros placeres, pero respeto cualquier relación corporal consentida. Cada uno se come lo que quiere o puede. Por esa peculiar regla de tres habría que prohibir los modelos en las clases de dibujo de las escuelas de bellas artes.

Además, no comprendo por qué es el Instituto de Igualdad el que se queja, como si los cuerpos desnudos que sirven de platos en el restaurante del Casino fueran solo de mujeres o de hombres. Si este instituto vela por lograr la igualdad de género, no tendría que haberse inmiscuido en el menú porque está servido en platos unisex, como las peluquerías modernas.

Si lo que molesta o repugna es esa práctica de comer sobre los cuerpos desnudos de otros, por cuestiones estéticas, éticas o higiénicas, debería haber sido otro departamento gubernamental (quizá de sanidad, cultura, alimentación o educación) el que saliera a la palestra para afear esa forma tan rara de comer con la vista y con las manos.

Si el Gobierno canario lo que ha querido es defender a las indefensas personas recipientes, primero tendría que haber contado con la opinión de los afectados y no ser tan pacato.

Ante esta tesitura se podría argüir que los cuerpos que sostienen la comida estarán estupendos pero no tienen cerebro para discernir lo que es bueno o malo para ellos mismos, lo cual es otra forma de degradarlos.

Es posible que la directora del Instituto Canario de Igualdad considere, como muchos, que esta forma de utilizar a las personas para comer es un tanto denigrante y vejatoria, pero también hay posturas sexuales que pueden indicar lo mismo, aunque antes se debería preguntar a los protagonistas. Si las partes las admiten libremente, no habría nada que objetar, a no ser que uno sea un mojigato.

Bien es verdad que hay prácticas éticamente repulsivas, como el lanzamiento de enanos, que se escenificaba en ciertos lugares asilvestrados de la América profunda, pero no se prohíben porque los supuestos damnificados las consienten por dinero, que les viene muy bien, por lo que se trata de una doble vejación.

Estos asuntos son hartamente delicados: si los toleras eres un inmoral, pero si los censuras te tildan de timorato. Siempre alcanzas.

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