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La conciencia, esa gran desconocida

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A veces hablamos y compartimos toda clase de situaciones con los amigos, con la familia, con gente que conocemos poco, y no sabemos qué realmente, cuando lo hacemos, estamos poniendo en práctica nuestra conciencia sobre el asunto del que estamos hablando.

Cuando en un hospital decimos que un enfermo está consciente, queremos decir que se está dando cuenta de lo que ocurre a su alrededor y justo lo contrario cuando decimos que el enfermo está inconsciente, por eso es tan importante darse cuenta de lo que pasa a nuestro alrededor y no mirar para otro lado porque si no, puede parecer que estamos muertos.

Es curioso que sobre la conciencia podemos hablar de la conciencia moral, social y política pero sin embargo no he escuchado nunca decir que alguien tiene conciencia futbolística o deportiva y menos mal, porque esto último no es conciencia sino una afición y porque precisamente la conciencia sobre lo banal no tiene la importancia de otras que si influye en nuestras vidas y la hacen mejor o peor, aunque en realidad nuestra conciencia unido al sentimiento si tiene mucho que ver en decantarnos en ser del Barca, del Madrid o de la U.D. Las Palmas por ejemplo.

Sobre la conciencia moral podemos decir que está basada principalmente en los valores y la ética en nuestra vida y debemos defenderla a toda costa y no dejar que se derrumbe bajo el síndrome de la corrupción y del “todo vale” para llegar a tener mayor poder y mayor riqueza, y es que la ética no son leyes que tengamos que cumplir sino códigos de conducta que acaban dependiendo de la responsabilidad propia.

Es fácil hablar de moral y de valores pero es muy difícil actuar coherente y comprometidamente con ellas. Immanuel Kant, filosofo prusiano, fue ejemplo de rectitud e integridad y su propuesta moral se basaba en el respeto a uno mismo, al otro, y a la humanidad. A la dignidad del pobre se opone la indignidad del mísero, aquel que vive alejado del amor y desconectado del corazón.

La conciencia, esa gran desconocida, pero que preside todos nuestros actos y nuestros comportamientos sin darnos cuenta. La conciencia cívica que no es otra cosa que el comportamiento de las personas a que se conduzcan como ciudadanos respetando el orden social y que nos permite conocer nuestros derechos y deberes en la vida. Vivimos ante un gran escepticismo respecto al sistema que nos administra y la conciencia cívica y social se complica manifestando continuamente nuestro malestar en las calles, en manifestaciones, protestas, iniciativas, etc., para hacer cambiar todo aquello que creemos injusto.

Esto no es otra cosa que tener conciencia cívica y social y como decíamos al principio de ser consciente de lo que ocurre a nuestro alrededor y luchar contra lo que no nos gusta. No obstante la conciencia de cada individuo es única y no tiene por qué ser igual a la del otro porque los valores de unos y otros son también distintos, por eso, cuando dicen “yo me voy a dormir con mi conciencia tranquila” después de mentir, engañar, falsear y cometer el mayor atropello político que se recuerda en democracia como han hecho toda ésta gente del PP que nos gobierna, esto no es otra cosa sino el mayor acto de cinismo y de traición a los valores que ellos mismos dicen defender y que están basados en el catolicismo y en el cristianismo, valores, que no pretendo denostar y que considero muy validos en algunas cuestiones, no tanto en otras, pero que no vengan ellos precisamente a levantarse en defensa de los mismos. Por mucho que lo digan “si tienen conciencia no podrán dormir tranquilos” lo que sí que estoy seguro que tendrán es un “cargo de conciencia”

¿Y la conciencia política?, cada vez mas denostada, parece que nos da vergüenza decir que tenemos conciencia política y que nos interesa, y que queremos participar en ella, sin embargo no da vergüenza decir, e incluso algunos lo dicen con arrogancia “yo soy apolítico” a mí la política no me interesa, todos son iguales, los políticos no van sino a beneficiarse ellos; son frases que continuamente se dicen sin tener en cuenta que cada acto de nuestra vida tiene que ver con esa política y con lo que hagan nuestros políticos. La conciencia política es ser conscientes de lo que nos ocurre para bien o para mal por las decisiones de nuestros gobernantes. Tener una conciencia crítica con ellos, expresarlo, hablarlo en tertulias con los demás, opinar, organizarse, manifestarse, tenemos que ser conscientes (y nunca mejor dicho) que nuestra vida, en todos los órdenes, podrá mejorar si nuestra conciencia política actúa.

Con el tiempo he llegado a dudar de que en nuestro país, nuestros políticos, tengan alguna conciencia política; salvo algunas excepciones, el resto lo que pretende es tener poder sobre los demás, enriquecerse; los que verdaderamente tienen una conciencia política de servicio a los demás, de mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos, esos no suelen llegar a la política y si llegan nunca gobiernan.

No podemos vivir al margen de lo que le ocurre a los demás, eso es no tener conciencia, y no vale tenerla cuando me llega el turno a mí o a los míos, eso es egoísmo. Como decía el poema de Bertolt Brecht:

Primero vinieron a por los comunistas,

y yo no los defendí, porque yo no era comunista,

Después vinieron a por los judíos,

Y yo no los defendí, porque yo no era judío.

Entonces vinieron a por los católicos,

y yo no los defendí, porque yo no era católico.

Finalmente vinieron a por mí,

Y para entonces, ya no quedaba nadie para defenderme.

En la vida hay tiempo para el disfrute, los viajes, el futbol, las fiestas, etc., todo ello es necesario, pero sin perder la perspectiva de lo que ocurre a nuestro alrededor.

Nuestro futuro, la de nuestros hijos y nietos en años venideros está en las manos de esos políticos y de los que nosotros elegimos y está también en nuestra conciencia política el hacer algo para que cambien a mejor las cosas, si soy “apolítico” y no me interesa para nada lo que hagan con nosotros, es que no nos importa mucho tampoco lo que pueda depararle el futuro a nuestros descendientes.

Esa es la diferencia en tener o no tener conciencia, en este caso, conciencia social o política.

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