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Decálogo turístico
En campaña electoral ya hasta el próximo 26 de mayo, interesa conocer el tratamiento que ofertas programáticas y agentes sociales dispensen a un sector productivo como el turismo, con especial peso en el Producto Interior Bruto (PIB) de todo el país y de muchas comunidades autónomas.
Deténgamonos en el posicionamiento de una asociación empresarial sin ánimo de lucro como es Exceltur, integrada por veintiocho de las más relevantes empresas de toda la cadena de valor turística, con un volumen de negocio superior a los treinta mil millones de euros y con doscientos veinte mil empleados directos para desarrollar actividades comerciales en ciento setenta y cinco países. Un auténtico lobby que opera para “potenciar un mayor reconocimiento socieconómico de lo que aporta y representa el turismo como principal sector de la economía española”; y también para “propiciar los mayores niveles de competitividad que consoliden un liderazgo y crecimiento rentable y sostenible de la actividad turística en España”.
Exceltur ha tomado la iniciativa tras entender que, en la última legislatura, el turismo ha perdido prioridad en los programas y la agenda de los ejecutivos autonómicos y locales, tal como se concluye en un informe Monitor de Competitividad Turística de las Comunidades Autónomas Españolas elaborado por la citada organización empresarial que quiere revisar la situación en busca de un mayor protagonismo en el sector durante los próximos cuatro años.
La iniciativa se plasma en forma de decálogo de propuestas, desglosado a su vez en dos partes: una, dedicada a la iniciativas individuales de cada comunidad; y otra, a los proyectos conjuntos. Veamos una síntesis:
En lo que respecta a la singularidad de cada ámbito, se sugiere que cada nuevo gobierno disponga de una estructura organizativa en la que el papel del turismo se más relevante, con el fin de “impulsar y renovar una estretagia turística más competitiva e integral”. Ello debe incidir en el itinerario de objetivos que se trace cada destino: desde una oferta más diversificada a la mayor integración/empatía de la ciudadanía.
El lobby Exceltur estima que se debe promover con mayor convicción los instrumentos de coordinación de las políticas turísticas de cada gobierno autónomo con la Administración General del Estado “asumiendo la gestión turística como una política de Estado sustentada en la marca España”. Igualmente, recomienda reforzar la cooperación entre los sectores público y privado y establecer un sistema de estímulos a la inversión en renovación y reposicionamiento de la oferta. Se niega la creación y aplicación de nuevas tasas, aunque es partidario de incrementar las dotaciones presupuestarias para dar respuesta a los nuevos retos de la política turística en general.
La segunda parte del decálogo, como hemos dicho, está dedicada a los proyectos que podrían englobarse, esto es, conjuntos, como la creación de líneas de productos/experiencias turísticas bajo una estrategia nacional conjunta, teóricamente favorecedora de estándares comunes de calidad y de un 'marjeting' directo al turista.
Hay que impulsar la digitalización de los destinos, dice Exceltur, que también fija posición en un controvertido asunto de nuestros días: avanzar en una normativa común frente al reto de las viviendas turísticas, de modo que los ayuntamientos tengan un papel central con el fin de adecuar la adecuación a su modelo urbano.
Finalmente, en este apartado, el lobby es partidario de constituir un sistema de “inteligencia turística” liderado a escala nacional “y alinee las iniciativas y los esfuerzos de las Comunidades Autónomas para cubrir sus necesidades de información y reforzar la toma de decisiones público-privadas”.
Bien. Pues todas estas declaraciones de intenciones habrá que tenerlas en cuenta para ver cuáles son los grados de entendimientos posteriores. Los años venideros, con sus nuevas realidades y sus incógnitas, serán determinantes para el sector.
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