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La demolición del hotel Oasis

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No entiendo todo este escándalo que algunos arquitectos, la Academia de Bellas Artes de San Fernando, Alejandro del Castillo, Conde de la Vega Grande, la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria, algún que otro particular y algún empresario hotelero del sur, que defiende sus intereses ¡faltaría más!, han “montado” para tratar de salvar de la piqueta demoledora al Hotel Oasis, alegando que es un “símbolo” de la arquitectura “modernista” en Canarias, demostrando su supina ignorancia de este estilo arquitectónico, porque no lo es en modo alguno, en todo caso lo sería de la denominada funcional, que tampoco, si acaso “moderna”; y para ello han aguardado a última hora, cuando es casi inevitable, ya que desde principios del año 2011 se dio a conocer el plan de retranqueo y modernización de la zona donde está enclavado, y que incluye principalmente el centro comercial, los restaurantes y sus terrazas ?de aspecto desagradable y molesto por los “olores” de sus cocinas- mientras el hotel Faro parece no se demolerá, cometiéndose parcialismo manifiesto pues también ocupa espacio encima mismo de la arena que reclama la Dirección de Costas. ¿Por qué queda intocable el susodicho hotel? Misterio

El destrozo del magnífico palmeral, que, junto con la charca constituían un auténtico oasis, en el que se talaron inmisericordemente muchísimas palmeras para edificar el susodicho hotel, quedando algunas - desconozco su número- que se salvaron de la salvaje tala, varias integradas en sus jardines y en los de otros hoteles de la zona, y también para construir complejos de apartamientos y para abrir calles a la circulación de vehículos, así como la ocupación de parte de la charca para construirlo encima de una plancha metálica, lo denuncié en un artículo publicado en La Provincia el 9 de Enero de 1983, titulado “La urbanización del Sur, un ejemplo de caos y desorden”, siendo directivo de ASCAN.

Se esgrimió como “argumento” para justificar el palmericidio y la caótica urbanización “los miles de puestos de trabajo que se han creado”, tratando de convencernos ?tomándonos por tontos- de que la creación de puestos de trabajo conlleva inevitable y fatalmente la destrucción de la naturaleza y la perturbación ecológica, y de que era el precio que inexorablemente “hay que pagar” por ellos como si fueran irreconciliables y antagónicos con la racional conservación del medio ambiente. Sería interesante y conveniente que, aprovechando la conmemoración de este medio siglo de la referida marca, se expusieran los planos ?si es que se conservan- de los arquitectos que concurrieron al concurso internacional de ideas, convocado por el Conde de la Vega Grande, y especial y principalmente el ganador del certamen, para que podamos comparar lo ejecutado con lo proyectado.

Lo pésimo de la nueva edificación es que se talarán palmeras del jardín para ubicar una piscina. La parcela, que era de 26.000 metros, ganó 4.000 apoderándose del jardín público o palmeral. En 1978 el Tribunal Supremo ordenó la demolición de la ampliación por ocupar suelo verde. Sin embargo el ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana desobedece la sentencia del alto tribunal y aprobó la ocupación de los 4.000 metros, y la legalizó con el falso argumento de los puestos de trabajo. Y si se aprueba la nueva construcción numerosas palmeras canarias, especie protegida ?pero eso no importa a sus defensores ni a las autoridades- serán taladas para instalar la piscina. Según LOPESAN el proyecto del nuevo hotel se apodera de 31.541 metros cuadrados del palmeral, espacio público ?aunque el alcalde de San Bartolomé de Tirajana afirma que según el Registro de la Propiedad está inscrito a favor de RIU HOTELS, S.A.- y que significará la tala de cientos de palmeras canarias ?reitero, especie protegida-. RIU afirma rotundamente que el palmeral no se tocará con la nueva obra, y que es una campaña de desprestigio de LOPESAN. Desconozco quien dice la verdad, por ello el alcalde de municipio sanbartolomense, Marco Aurelio Pérez, de tan pomposo nombre de emperador romano, y que no ha mucho manifestó que él no está para proteger “ruinas romanas” (¿), DEBE ACLARAR LA REALIDAD DEL PROYECTO Y SI AFECTA AL PALMERAL-lo que queda de él- QUE DEBE SER INTOCABLE y convertirlo en un cuidado parque público o en un jardín botánico, como muy acertadamente propuso el empresario hotelero sr. Gerlach. El presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Bravo de Laguna ha declarado que la defensa del palmeral debió realizarse hace 47 años, cuando era virgen. Yo, como ecologista, discrepo de esta absurda teoría porque hay que conservar y cuidar lo que resta de él para que no desaparezca totalmente. El PP, gobernante en el Cabildo, alega que la expropiación del palmeral para convertirlo en zona pública costaría 180.000.000 de euros ? cantidad que estimo exagerada para un paraje rústico improductivo-, de los que no dispone, pero si tiene para la construcción de ese absurdo pabellón de deportes para la celebración de 2 o 3 encuentros del mundial de baloncesto, que no serán siquiera los de las semifinales y final. ¿Qué beneficios económicos nos reportará a los grancanarios ese campeonato? Creo que ningunos o escasos. De todas maneras la propiedad privada no es absoluta sino que tiene limitaciones en cuanto puedan afectar al interés general, y este, en mi opinión, es el caso de lo que queda del palmeral, que el Cabildo ha de adquirir o al menos proteger. Ante esta polémica entre LOPESAN y RIU, y por lo que pueda realmente pasar, voto rotundamente por la conservación del actual Hotel Oasis. Falta a la verdad el arquitecto Francisco Herranz cuando afirma que el palmeral se creó para el hotel, porque mis primeras noticias de él y de la laguna o charca datan de 1947, cuando en primero de bachillerato en el colegio Corazón de María ?hoy Claret-, un compañero de curso, cuyo padre era el farero de Maspalomas, me hablaba de aquel paraje asombroso para mí, formado por el palmeral, la laguna y las dunas, que me parecía algo fantástico. En los años 50 lo vi por vez primera y me maravillé con su contemplación. Así que no es cierto que se hiciera primero el hotel y después se plantaran las palmeras. Igualmente le he de aclarar al arquitecto Herranz que un edificio con 45 años de erigido es joven y, por lo tanto, no tiene que estar en estado de ruina inminente -10 años de vida calcula él que le quedan de existencia-. Si lo está es porque no se ha cuidado debidamente, y eso puede pasar igualmente con uno de 15 años. Con esa teoría tan peregrina habría que demoler todos los edificios históricos de Vegueta y Triana, que cuentan con más de cinco centurias de construidos. El sr. Herranz no creo que viviese aquí en la época de la virginidad de Maspalomas para aseverar tan rotundamente las posterioridad del palmeral al hotel, como sí la viví yo, y por eso lo refuto. La absoluta verdad es que el hotel destruyó gran parte del bosque de palmeras y se aprovechó de varias para adornar los jardines. Lo aseguro rotundamente porque contemplé toda la urbanización de “Maspalomas Costa Canaria” desde sus prolegómenos, y vi como se edificaba el hotel sobre parte de la charca y en el palmeral. Recuerdo que en una ocasión en la que paseaba por la zona, me crucé con un grupo de personas, peninsulares, a cuya cabeza iba una joven canaria que les mostraba el lugar, y que debería hacer bastante tiempo que no lo visitaba porque cuando vio aquello exclamó indignada: “¡Esto lo han desgraciado!”.

Me sorprende que esos “arquitectos”, la Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria y algunos articulistas particulares pidan la conservación del reiterado hotel ?ya he expuesto más arriba mi apoyo a su no demolición por las razones apuntadas-, cuando no han denunciado ni lamentado los derribos de Triana ?que han dejado irreconocible- ni de Vegueta, especialmente la del histórico edificio del colegio Viera y Clavijo para erigir en su solar un horrendo y espantoso “inmueble” ?si se puede calificar de tal- como ampliación del Museo Canario, ni el horrible mamotreto amarillo de la calle Juan de Quesada, ni la destrucción del Parador de la Cruz de Tejeda para su ampliación y “modernización” sin respeto alguno para la obra de los hermanos Néstor (pintor) y Miguel (arquitecto) Martín-Fernández de la Torre, ni la espantosa “modernización” del Teatro Pérez Galdós, con el añadido de ese mamotrético edificio en su parte posterior que destroza toda su arquitectura neoclásica exterior. Pura demagogia. Llanto de cocodrilos.

El último capítulo ?hasta ahora- de este culebrón lo constituyen las declaraciones de una representante de RIU HOTELS, S.A., que amenaza con una demanda para pedir daños y perjuicios si no se atienden sus exigencias de demolición del actual edificio, en un claro intento de intimidar al Cabildo de Gran Canaria. También aporta el dictamen de un arquitecto, o de un equipo de arquitectos ?que ahora no recuerdo- que afirman que el estado del inmueble no permite una rehabilitación. Tanto la representante de la empresa hotelera como el o los arquitectos nos toman por idiotas declarados, porque si el establecimiento está en estado de ruina, ¿cómo es que no se ha cerrado y continúa recibiendo clientes, exponiendo sus vidas al riesgo de un derrumbe? Fácilmente se comprende que es una pura falacia puesto que edificios con varias centenas de años han sido rehabilitados interiormente, y en Vegueta y en Triana tenemos numerosos ejemplos, muchos lamentables. Según mis noticias el Hotel RIU Oasis continuará abierto hasta el 7 de Abril, seguramente porque la sociedad propietaria cree que conseguirá su objetivo de erigir un mamotreto de siete plantas que producirá impacto ambiental por la altura. Igualmente el Gobierno de Canarias asegura que está deteriorado, pero no que deba ser demolido.

Los consejeros del Cabildo no deben amedrentarse por estas amenazas y declarar el polémico edificio Bien de Interés Cultural, que no lo veo por parte alguna, pero si con esa declaración se consigue preservar de talas lo que queda del palmeral, mi voto es afirmativo. También la Corporación Insular tiene un equipo de juristas para hacer frente a la posible demanda y aportar sus fundamentos de derecho. Igualmente debe solicitar el informe de un tasador oficial sobre el valor real de todo el sector, pues no me creo que una zona rústica improductiva como es el palmeral pueda estar valorada en 180.000.000 de euros, según afirma el alcalde de San Bartolomé de Tirajana, Marco Aurelio Pérez, que parece tener un sospechoso interés en que se ejecute la obra nueva, que tampoco me creo que no afecte a lo que resta del palmeral, que debería convertirse en un parque de palmeras, bien cuidado. También el Cabildo de Gran Canaria debería encargar a un solvente arquitecto, o gabinete de arquitectos, otro estudio del Hotel Oasis para ver si coincide con el de la sociedad propietaria, o bien sostiene que se puede rehabilitar, y en este caso optar sin vacilaciones por la declaración de Bien de Interés Cultural, más que por el edificio en sí ? la afirmación del vicedirector de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, don Ismael Fernández, de que “El Hotel Oasis es un patrimonio histórico pese a su poca edad”, me parece, por calificarla con benevolencia, una absoluta exageración- por evitar un nuevo atentado al palmeral porque no fio en absoluto de la promesa de RIU de que se respetará.

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