Espacio de opinión de Canarias Ahora
Nosotras descubrimos
Descubrimos el mundo. Desde que nacemos y crecemos vamos descubriendo, investigando como niñas y niños.
Descubrimos un mundo pensado en masculino, hecho para ellos, a su medida y en nuestro imaginario colectivo, ya desde pequeñitas aprendemos que las reglas del juego no son iguales para todas y todos.
En estos tiempos de rápidos avances tecnológicos y científicos, ya se debería haber superado la diferencia de oportunidades entre hombres y mujeres, pero no, bien sabemos, a pesar de las voces que pretenden negarlo, que aún no es así.
Muchos son los avances que quedan por conseguir para tener la igualdad, en todos los campos, en el científico también.
Es necesario eliminar suelos pegajosos y techos de cristal, aún nos falta mucho para tener una habitación propia, y aún es necesario un Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, día que desde 2016 fue asignado al 11 de febrero por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
A pesar de que la ciencia y la tecnología invaden nuestro día a día, el porcentaje de niñas que tienen vocación por estudiar carreras científicas o de ámbito tecnológico es tan solo de un 7%, la presencia de las mujeres en carreras científicas está en torno al 26%, los datos no pueden dejarnos indiferentes, porque mucho es el potencial que también las mujeres podemos aportar.
Una de las causas de este escaso porcentaje podría ser la baja visibilidad de las mujeres científicas, la insuficiente de referentes femeninos en el mundo de las ciencias, la existencia de prejuicios sociales y otra amplia cantidad de factores que inciden para que las niñas presenten un bajo interés por apuntarse a carreras de ciencias, excepto, posiblemente las ramas sanitarias, que ya sabemos que tienen mucho de cuidados, y estos siempre han sido considerados más ‘femeninos’.
Aún hoy si preguntamos el nombre de una científica, en el mejor de los casos aparece el de Marie Curie, María Salomea Sklodowska, ni siquiera identificada con su propio apellido Tristemente la mayoría de la gente, ni siquiera la conoce, ni a ella ni a otras. La realidad es que no hay tan pocas mujeres en la ciencia, sino que muchas son invisibles.
Debemos a mujeres inventos como el GPS, desarrollado por la Dra. Gladys West, el intermitente del vehículo a Florence Annie Bridgwood o el primer lenguaje informático a Ada Lovelace. La llegada del hombre a la Luna en la misión Apolo XI fue posible gracias a los cálculos realizados por la Física y matemática Katherine Johnson. La radiografía del ADN de la olvidada Rosalind Flanklin fue fundamental para descubrir la estructura del material genético que llevamos en nuestras células; descubrimiento por el que sus compañeros, pero no ella, recibieron el Premio Nobel.
Muchas mujeres contribuimos en diferentes campos de investigación, aunque la falta de reconocimiento de nuestro trabajo queda patente, por ejemplo, en las cifras de laureadas con el Premio Nobel.
Sólo 23 mujeres, entre las que se encuentran tres en 2020, han sido reconocidas con el Nobel en categorías de ciencias básicas desde 1901.
Según datos del Informe Científicas en cifras de 2015, elaborado por la anterior Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, existe una infrarrepresentación femenina en posiciones de responsabilidad en puestos relacionados con la actividad investigadora académica.
Las mujeres solo ocupan el 21% de las cátedras, el 10% de los cargos de rectoras y el 21% de los puestos directivos de las instituciones de investigación; en los organismos públicos de investigación, apenas suponen el 25% de la categoría más alta a las que se pueden optar. De nuevo las cifras hablan.
La falta de visibilidad ya sea por la invisibilización del mérito de sus trabajos, por la utilización de pseudónimos, por usar el apellido del marido o por la apropiación indebida de un hombre de los resultados obtenidos por una mujer, han dejado a un sin fin de científicas e inventoras en un injusto segundo plano.
Es de justicia reconocer la aportación que tantas valientes, que no siempre contaron con el reconocimiento ni el apoyo de sus compañeros, han hecho en los campos del desarrollo y la ciencia, no sólo es justo, sino necesario, porque hay que poner en valor estas grandes pensadoras e introducir estas referentes en el imaginario colectivo. Hay que recordar lo obvio, que las mujeres en la ciencia, como en todos los campos, tenemos mucho que aportar.
Son necesarias más acciones educativas, sociales y políticas que permitan que se produzcan cambios sustanciales a nivel sociocultural para que desaparezcan los sutiles inconvenientes y los auténticos problemas con los que nos topamos, una y otra vez en distintas etapas de nuestra vida educativa y profesional mujeres de todo el mundo, por el hecho de ser mujeres.
También hay que reconocer que, afortunadamente, gracias al continuo trabajo realizado desde el movimiento feminista y a que algunas de sus reivindicaciones se hayan visto plasmadas en políticas de igualdad se están produciendo avances.
Pero sigue siendo necesario el desarrollo de iniciativas que apuesten por reforzar la visibilidad de las investigadoras en medios de comunicación, en los libros texto y con eventos de divulgación.
También desde las aulas, con proyectos y actividades como las que en torno a este día se están realizando en muchos centros educativos. Niñas, niños y jóvenes deben tener referentes femeninos, también en el campo de la investigación.
La visibilización es importante para que cualquier niña pueda verse proyectada, reflejada y aprenda que, a pesar de las dificultades, como mujer podrá conseguir lo que se proponga sin limitaciones añadidas por su sexo, sin brecha de género ni techo de cristal y que toda la sociedad asuma que eso debe ser lo normal.
Aunque es obvio que las niñas tienen las mismas capacidades intelectuales que los niños, es posible que de algún modo no explícito se les ha hecho creer que no.
Por eso es necesario cambiar los estereotipos, desde la infancia, por eso celebremos hoy el Día Internacional de la Niña y la Mujer en la Ciencia y recordemos siempre el devaluado aporte de las mujeres en la sociedad.
Fátima Mesa es investigadora, doctora en Químicas y responsable de Ciencias en Podemos Canarias y Ana Gloria Sánchez es docente y responsable de Educación en Podemos Canarias.
Sobre este blog
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