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Dios nos salve del rey

Cristóbal D. Peñate

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La coronación de Carlos III costó al erario público británico cien millones de libras, unos 115 millones de euros. Seguramente para la Casa Real británica es una minucia pero para sus súbditos será una fortuna.

¿Verdaderamente hace falta gastar tanto dinero para poner una corona sobre una cabeza de chorlito que ha demostrado en múltiples ocasiones no merecer el título de jefe del Estado de Reino Unido?. 

Si ya este dato es desolador, teniendo en cuenta lo mal que lo está pasando más de medio mundo, aún es más cabreante que haya más británicos que prefieran un régimen hereditario que uno democráticamente electivo como la República para presidir su país. 

Es verdad que cada vez van decreciendo los súbditos británicos que apoyan a la monarquía en su país pero desgraciadamente son aún más los que la justifican que los que la critican. 

Sigue siendo muy triste que este tipo de ceremonias sean seguidas por millones de personas de todo el mundo a través de la televisión. Son muchos todavía los que aplauden las formas prepotentes y los absurdos protocolos de las monarquías que aún quedan en el mundo.

¿Cómo alguien puede justificar un régimen político que consiste en que una familia presida eternamente un país sin más mérito que los genéticos y hereditarios?. ¿Qué sentido tiene hacer genuflexiones a unos reyes deméritos y decrépitos que lo han tenido todo hecho desde el día en el que nacieron sin pasar por el trabajo y el esfuerzo de todos sus compatriotas y sin embargo súbditos?.

Nunca he entendido cómo hay personas y familias indigentes y muertas de hambre que siempre tienen un momento para agradecer a sus monarcas su existencia mientras siguen viviendo como reyes felices y comiendo perdices al tiempo que los súbditos aduladores siguen adorándolos mientras mojan un trozo de pan en la sopa boba. 

Hay gente que sería capaz de desprenderse hasta de la ropa interior para regalársela a unos reyes a los que no les hace falta porque lo tienen todo a su entera disposición. Hay gente que idolatra a la aristocracia y a la sangre azul como si fuese más importante que la roja. Hay quien quiere parecerse a esos horrendos y caducos aristócratas, reyes, príncipes y cortesanos vanidosos y para ello leen todas las semanas el Hola o el Hello. Los vasallos actuando como tontos útiles. Útiles para los reyes pero inútiles para ellos mismos.

Vivimos en un mundo tan loco, imbécil y cretino que apoyamos y ayudamos a los que no lo necesitan mientras que mandamos al infierno a los indigentes de nuestra acera. Algunos estultos serían capaces de hacer el pino puente caminito de Teror antes de darse cuenta de que sus reyes los engañan con otros. Dios salve al rey, no. Dios nos salve de él. 

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