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Escupir para arriba
En el PP están descubriendo ahora que no deben decir nunca más “de esta agua no beberé” o “este cura no es mi padre” porque cuando se escupe para arriba el lapo, obedeciendo a rajatabla la ley de Newton, termina bajando y muchas veces pringándote la cara.
Algunos dirigentes populares y unos pocos impopulares están viviendo en propia carne los nefastos augurios que profetizaron para los socialistas, de los que se rieron en sus narices cuando empezaron sus primeras ceremonias rituales de las primarias. Ya hace unos cuantos años que en el PSOE hubo primarias para que los militantes eligieran entre Almunia y Borrell, donde ganó el candidato de las bases al del aparato.
En esto, como en tantas otras cosas, los socialistas han adelantado a los populares a lo largo de la historia, aunque solo sea porque el PSOE tenga 141 años de antigüedad y el PP solo 31. La experiencia es un grado y sacar 110 años de ventaja da para mucho.
Ahora el PP está en mitad del juego político interno que no hace mucho criticó al PSOE, mofándose de él sin apenas contención. El mayor burlador del reino popular fue Rafael Hernando, el portavoz parlamentario del PP cuya virtud no es la diplomacia ni la moderación. Textualmente dijo que “las primarias están muy bien en las películas, pero no valen para una democracia representativa como la nuestra”, además de pitorrearse diciendo que los socialistas estaban con las primarias a guantazo limpio.
El expresidente del Gobierno y todavía titular del PP, Mariano Rajoy, manifestó que en las primarias los socialistas se dedicaban a “hacer méritos para que gane uno y pierda otro”. Lo cierto es que el que ahora está al frente del Gobierno es Pedro Sánchez mientras él ha vuelto a Santa Pola a ejercer como registrador de la propiedad.
Martínez-Maíllo, otro alto cargo del PP y ahora encargado de organizar las primarias, dijo: “El PSOE cuando le interesan las primarias las aplica y cuando no cierra la puerta de la sede del PSOE de Madrid”
Carlos Floriano, que fue vicesecretario general del PP, despreciaba las primarias socialistas por ser una pérdida de tiempo: “Me parece muy bien que ellos se elijan como les dé la gana y resuelvan sus problemas internos... mientras nosotros resolvemos los de los españoles”, decía ufano.
Cospedal afirmaba que las primarias no interesaban a nadie. Para ella ese sistema de elección era una excusa “para hablar todo el día de ellos mismos” y que sólo servía para “pelearse por ver quién quita el puesto a quién”.
Sáenz de Santamaría pensaba que las primarias eran sinónimo de desorden, mientras que en el PP, decía, “somos un partido muy bien organizado y será la dirección general del partido y sus órganos quienes elijan”.
Pablo Casado criticó las primarias ya que le parecía que “no están haciendo mucho bien a los partidos y a los países” donde se han celebrado, mientras García Margallo argumentaba que las primarias eran “una guerra civil”, una “fiesta que no termina” y que sólo valían para tener un partido “muy fragmentado”.
Lo más gracioso de la política es acudir a la hemeroteca. En boca cerrada no entran moscas, y además se evita también a los molestos moscones.
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