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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González
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Fábulas para la corrupción

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Empiezo con una fábula. Bernard Mandeville fue un filósofo, médico y economista anglo-holandés que influyó con su obra en el capitalismo y posterior neoliberalismo que hoy carcome al planeta y a sus habitantes. A principios del siglo XVIII publicó un largo poema (La fábula de las abejas, o cómo los vicios privados hacen la prosperidad pública) que generó enormes controversias y que define la manera actual de entender la libertad sin límites para la especulación económica. Mandeville nos habla de una colmena de abejas “que vivían con lujo y comodidad (?) empeñadas por millones en satisfacerse mutuamente la lujuria y vanidad”. Los abogados demoraban las audiencias deliberadamente, los médicos valoraban más la riqueza que la salud del paciente, la justicia dejaba caer la balanza “sobornada con oro”?“El curioso resultado es que mientras/ cada parte estaba llena de vicios/ sin embargo todo el conjunto era el Paraíso”. Así y todo “todos los tunantes exclamaban descarados/ ”Dios mío, si tuviéramos un poco de honradez“. Júpiter, movido por la indignación ”prometió liberar por completo del fraude al aullante panal; y así lo hizo“. Entonces todo se derrumbó. La honestidad y la ética acabaron con la sociedad próspera: ” Contemplad ahora el glorioso panal, y ved/cómo concuerdan honradez y comercio“. Todo se vino abajo. Desapareció el comercio y la industria y todo el mundo se lamentaba: ”Dejad pues de quejaros: solo los tontos se esfuerzan/por hacer de un gran panal un panal honrado./ Querer gozar de los beneficios del mundo, y ser famosos en la guerra, y vivir con holgura,/ sin grandes vicios, es vana/ utopía en el cerebro asentada./ Fraude, lujo y orgullo deben vivir/mientras disfrutemos de sus beneficios.“ Y termina: Para alcanzar la Edad de Oro ”da lo mismo la honradez?que la bellota“.

El aumento de la corrupción en el mundo y su especial incidencia en España parecen dar la razón a Mandeville. A tenor de lo que vivimos cada día, el enorme batallón de los “torpes y haraganes” de la sociedad civil -“condenados a la guadaña y la azada/ y agotando su fuerza para poder comer”- no cesa de clamar en contra de la corrupción y “provoca una situación paralizante que nos impide salir de la crisis”. No atiende a las razones de Fréderic Bastiat: “desde una fe científica y razonable (afirmo que) el mal lleva al bien y lo provoca”. Ahí queda eso.

Según Transparencia Internacional la crisis ha espoleado la corrupción en todo el mundo y en especial en Norteamérica y Europa. Los datos del Eurobarómetro sobre la corrupción en el Viejo Continente muestran que casi tres cuartas partes de los europeos siguen considerando la corrupción como un problema importante. Lo mismo nos dice el último estudio sobre la corrupción en Europa de TI, que en su informe sobre “Dinero, política y poder” pone de manifiesto el déficit de transparencia en la toma de decisiones, en la financiación de los partidos políticos y en la relación indebida entra las empresas y los gobiernos. Cecilia Malmström, Comisaria de la UE para asuntos de Interior afirma que los resultados de la lucha contra la corrupción son decepcionantes: “¿Cuántas veces nos han dicho que es hora de actuar? Los europeos esperan que los gobiernos nacionales tomen medidas decisivas. Es hora de que lo hagan”. La mayoría de los datos coinciden en aseverar que España, Irlanda e Italia (solo superados por Grecia y Rumanía) son los países europeos que peor consideran a sus partidos políticos.

Y no es para menos. En los últimos años no cesa el goteo de casos de corrupción en España y a los escándalos de Palma Arena, Nóos, Unió Mallorquina, Malaya, Merca Sevilla, Matas, Eres de Andalucía, Andratx, Caja Castilla-La Mancha, del Mediterráneo etc, Palau, Baltar, Fabra, Camps, la condonación de la deuda de los partidos por la banca, Gürtel, Campeón, Brugal, Eólico, Pallerols y tantos otros se suma ahora el caso Bárcenas, sus 22 millones en Suiza, los sobresueldos en negro del PP y el cobro de comisiones a las empresas contratadas por los populares, las plusvalías del anterior tesorero Sanchíz, la cuenta en Suiza de López Viejo, la de la FAES en Luxemburgo, etc.

La situación es terrible. Dramática. Y no es nueva. El Consejo de Europa, con su informe GRECO, ya suspendió a España en 2011 por la oscura financiación de los partidos. Más allá de los “y tu más” irresponsables, del “no me temblará la mano” de Rajoy, de auditorías sin valor alguno destinadas a acallar el clamor popular, de llamadas a pactos contra la corrupción entre los dos grandes partidos, del anuncio de una nueva Ley de financiación y de transparencia de los partidos políticos (ya perdí la cuenta de las que se han hecho sin efecto alguno y de las que se han anunciado cada vez que aparece un nuevo caso de corrupción) se debe actuar con absoluta contundencia en el desmontaje de esta peligrosa partitocracia, y su connivencia con los poderes económicos, que ha ido engullendo el sistema de libertades. No podemos olvidarnos de que en el PSOE se descubrió toda una trama ligada a Filesa y que ya el PP vivió el caso Naseiro: una confabulación para la financiación fraudulenta del partido de la que salieron todos de rositas por la prescripción del delito.

La percepción ciudadana de que estamos al borde de un estallido social debido al paro y la pobreza no deja de aumentar. La constatación de la cesión de la soberanía de las instituciones a los mercados que nos gobiernan, mientras se mantiene la maquinaria enquistada de los grandes partidos, donde muchas veces fluye el dinero negro, es desmoralizante; la apreciación de la falta de honradez de los que manejan el cotarro, de que las prácticas corruptas ya no son tan aisladas (el 91% de los españoles está convencido de que en las instituciones hay corrupción) y de que la alternancia es un paripé pactado, se afianza cada vez más en el sentir colectivo. La confianza en las instituciones y sus representantes cae en picado. Los grandes partidos apenas hacen algo más que gestionar la desconfianza. La cohesión social se desmorona. La mezcla de la pobreza y la desesperanza frente a la situación de privilegio de las élites se vuelve explosiva. El voto ha dejado de ser un sistema fiable de control: ni penaliza a los corruptos ni es capaz de proponer una alternativa.

La degradación de la democracia adquiere un carácter peligrosísimo. La privatización del Estado, la renuncia a la defensa de la justicia social, la frustración de las ilusiones y la pérdida de horizontes no hacen vislumbrar nada bueno. Necesitamos una transparencia real y una regeneración democrática. La recuperación de los espacios abducidos por la oligarquía político-económica no se puede hacer esperar?Pero claro, más allá de las declaraciones rimbombantes que nos dejan más de lo mismo, lo que leemos es que el Gobierno está estudiando cambiar la ley para que los condenados penales por delitos dolosos puedan dirigir entidades bancarias?

Y termino con otra fábula del siglo XVI (Los miembros y el culo, de Ortensio Lando) que tomo prestada de la “Breve historia de la corrupción” de Carlo Alberto Brioschi: “Hubo un tiempo en que todos los miembros humanos se pusieron de acuerdo para ser enemigos del señor culo, y para decidir su controversia nombraron juez a Hipócrates (?). Las imputaciones que se le hicieron fueron éstas: que a fuer de holgazán permaneciera sentado y fuera maloliente, incluso receptor de toda porquería. El culo, consciente de su inocencia, no recusó el juicio, sino que defendió animosamente su causa, afirmando con vivas razones que él estaba siempre vigilante a las puertas del cuerpo, y que como portero allí situado por la naturaleza, guardaba diligentemente dicho lugar, llevando fuera las porquerías que los otros miembros concebían. Oído que hubo Hipócrates estas cosas con suma atención, y habiendo considerado óptimamente toda la causa, pronunció sentencia a favor del culo”. En definitiva, o tomamos las riendas de la democracia, o al final vamos a terminar aceptando la porquería del sistema (la financiación ilegal, el enriquecimiento ilícito?) y la de los recaudadores y demás corruptos que la gestionan (los culos). Si no lo impedimos se volverá a pasar de puntillas sobre la financiación ilegal de los partidos y la corrupción. Resulta sintomático que el único condenado hasta ahora por el caso Gürtel sea el juez Garzón.

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