Sobre este blog

Espacio de opinión de Canarias Ahora

La factura del alcalde

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A ver si lo entiendo...Una de las noticias más graves, económicamente hablando, con que nos desayunamos este verano (en realidad, yo me la cené), hace ahora un mes, es la de que el Estado da por perdidas, en su mayoría, las ayudas a la banca. 36.000 millones. Nada menos. Y puede que algo más.

Algunos ya lo barruntábamos, bien es verdad que luego Marhuenda nos dio esperanzas. Sí, Marhuenda. El de todas las tertulias habidas y por haber, que, en sus ratos libres, dirige “La Razón”, cobrando por ello grandes emolumentos.Y hasta da clases en la Juan Carlos I. El portavoz oficioso de Rajoy. Por cierto, ¿cuántos sobres y cajas de puros viste pasar por el despacho cuando trabajabas con Rajoy, Paco?

Pero a lo que iba. Nos dio esperanzas, digo. Porque en una de sus ya célebres portadas, nos indicaba que con esa “ayuda” el Estado podría ganar hasta 4000 millones de euros anuales en intereses. ¡Ja, ja y ja! Créanme. Lo decía. Tenía por ahí el enlace, pero no lo encuentro ahora.Pues ya se ve... En pleno veranito, como la comparecencia de Rajoy (no vaya a ser que el ciudadano se entere), confirmábamos lo que ya sabíamos, o al menos intuíamos. “Ayuda” a la banca a fondo perdido, consecuencia de las políticas neoliberales que se practican en el mundo desde Reagan y Thacher, al dictado de Hayek y Friedman. Políticas de las que en el Partido Popular son muy entusiastas. Y no sólo Esperanza Aguirre, como estamos viendo desde que gobierna Rajoy. Políticas neoliberales que condujeron a la gran crisis financiera mundial en 2007. Crisis que aún continuamos sufriendo, precisamente porque, para superarla, se han venido aplicando más medidas neoliberales que ahondan en la recesión, el paro, la pobreza, la miseria. Y políticas que en España se vieron más acentuadas en la etapa de José María Aznar, Rato, Montoro, de Guindos, Piqué... de menos impuestos a los ricos y más a los pobres, debilidad del sector público y de la protección social; y un modelo de crecimiento, basado únicamente en el ladrillo, que creó la funesta burbuja inmobiliaria, cuyo estallido provocó aquí una crisis mayor que en otros lares. Esa es la factura que todos pagamos hoy. Todos los trabajadores, claro. Las clases populares, se entiende...

Pues bien, ese mismo día, en Las Palmas de Gran Canaria. Sol a raudales. Suave calor. Pleno en el Ayuntamiento. Su alcalde, del Partido Popular. El partido de las políticas neoliberales que hoy sufrimos y padecemos. Su alcalde, el de los perros y las bicicletas. Su alcalde, el de la freidora (por cierto, ¿creerán ustedes que después del lamentable episodio de la freidora que dona a Cáritas, me entero por mi colega Nicolás Guerra de que ni siquiera era de él?). A lo que iba: su alcade, sí, Cardona, que se negó a tomar en consideración las propuestas del PSOE para que se crease empleo y se combatiese la pobreza de forma inmediata, ese mismo alcalde, contesta, sin inmutarse, a la portavoz socialista, Isabel Mena Alonso, según leo en CANARIAS AHORA, que sus propuestas serían como el plan E de Zapatero, que “hoy pasa factura al Gobierno de España”. ¡Y se quedó tan fresco!

Pero es falso. Rotundamente falso. Lo que hoy paga España es el resultado de las políticas neoliberales a nivel mundial y a nivel nacional, como antes señalé. Y la falta de recursos por carecer de un sistema fiscal justo y una política adecuada de crecimiento. Políticas también propias del neoliberalismo.

Esa es nuestra factura. El plan E fue acertado. Mejorable en todo caso, pero acertado. Precisamente toda la historia del siglo XX nos muestra que con políticas así es como se sale de las crisis, de las recesiones. Necesitaríamos un plan E a lo grande. Plan E, pero con E de Europa. Y en nuestra ciudad, al menos un plan E a lo chiquito. Un plan que dé trabajo a personas, que es el fin primordial de una ciencia económica que debe estar totalmente sometida a la política. Un plan que dé de comer a algunas personas. Porque si no hay comida, ni aceite... ¿para qué queremos la freidora?A ver si lo entiendo...Una de las noticias más graves, económicamente hablando, con que nos desayunamos este verano (en realidad, yo me la cené), hace ahora un mes, es la de que el Estado da por perdidas, en su mayoría, las ayudas a la banca. 36.000 millones. Nada menos. Y puede que algo más.

Algunos ya lo barruntábamos, bien es verdad que luego Marhuenda nos dio esperanzas. Sí, Marhuenda. El de todas las tertulias habidas y por haber, que, en sus ratos libres, dirige “La Razón”, cobrando por ello grandes emolumentos.Y hasta da clases en la Juan Carlos I. El portavoz oficioso de Rajoy. Por cierto, ¿cuántos sobres y cajas de puros viste pasar por el despacho cuando trabajabas con Rajoy, Paco?

Pero a lo que iba. Nos dio esperanzas, digo. Porque en una de sus ya célebres portadas, nos indicaba que con esa “ayuda” el Estado podría ganar hasta 4000 millones de euros anuales en intereses. ¡Ja, ja y ja! Créanme. Lo decía. Tenía por ahí el enlace, pero no lo encuentro ahora.Pues ya se ve... En pleno veranito, como la comparecencia de Rajoy (no vaya a ser que el ciudadano se entere), confirmábamos lo que ya sabíamos, o al menos intuíamos. “Ayuda” a la banca a fondo perdido, consecuencia de las políticas neoliberales que se practican en el mundo desde Reagan y Thacher, al dictado de Hayek y Friedman. Políticas de las que en el Partido Popular son muy entusiastas. Y no sólo Esperanza Aguirre, como estamos viendo desde que gobierna Rajoy. Políticas neoliberales que condujeron a la gran crisis financiera mundial en 2007. Crisis que aún continuamos sufriendo, precisamente porque, para superarla, se han venido aplicando más medidas neoliberales que ahondan en la recesión, el paro, la pobreza, la miseria. Y políticas que en España se vieron más acentuadas en la etapa de José María Aznar, Rato, Montoro, de Guindos, Piqué... de menos impuestos a los ricos y más a los pobres, debilidad del sector público y de la protección social; y un modelo de crecimiento, basado únicamente en el ladrillo, que creó la funesta burbuja inmobiliaria, cuyo estallido provocó aquí una crisis mayor que en otros lares. Esa es la factura que todos pagamos hoy. Todos los trabajadores, claro. Las clases populares, se entiende...

Pues bien, ese mismo día, en Las Palmas de Gran Canaria. Sol a raudales. Suave calor. Pleno en el Ayuntamiento. Su alcalde, del Partido Popular. El partido de las políticas neoliberales que hoy sufrimos y padecemos. Su alcalde, el de los perros y las bicicletas. Su alcalde, el de la freidora (por cierto, ¿creerán ustedes que después del lamentable episodio de la freidora que dona a Cáritas, me entero por mi colega Nicolás Guerra de que ni siquiera era de él?). A lo que iba: su alcade, sí, Cardona, que se negó a tomar en consideración las propuestas del PSOE para que se crease empleo y se combatiese la pobreza de forma inmediata, ese mismo alcalde, contesta, sin inmutarse, a la portavoz socialista, Isabel Mena Alonso, según leo en “Canarias Ahora”, que sus propuestas serían como el plan E de Zapatero, que “hoy pasa factura al Gobierno de España”. ¡Y se quedó tan fresco!

Pero es falso. Rotundamente falso. Lo que hoy paga España es el resultado de las políticas neoliberales a nivel mundial y a nivel nacional, como antes señalé. Y la falta de recursos por carecer de un sistema fiscal justo y una política adecuada de crecimiento. Políticas también propias del neoliberalismo.

Esa es nuestra factura. El plan E fue acertado. Mejorable en todo caso, pero acertado. Precisamente toda la historia del siglo XX nos muestra que con políticas así es como se sale de las crisis, de las recesiones. Necesitaríamos un plan E a lo grande. Plan E, pero con E de Europa. Y en nuestra ciudad, al menos un plan E a lo chiquito. Un plan que dé trabajo a personas, que es el fin primordial de una ciencia económica que debe estar totalmente sometida a la política. Un plan que dé de comer a algunas personas. Porque si no hay comida, ni aceite... ¿para qué queremos la freidora?

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