Espacio de opinión de Canarias Ahora
Garzón y el espejismo
La extensión y la intensidad de las actividades de Garzón pisaron tantos callos que, según no pocos analistas de la cosa jurídica, aquella reforma judicial de 2001 pactada por PSOE y PP, trató de desactivar la aparición de otros jueces peligrosos para el “establishment”.
Con todo, el cornetín de a degüello no sonó hasta que destapó el caso Gürtel en el que aparece, entre otros implicados, Francisco Camps; el mismo al que Rajoy y Javier Arenas, entre otros, pusieron de gobernante modelo para arriba. Ahora callan pero Rajoy se ha comprometido a evitar la bancarrota de las comunidades autónomas. ¿Figurará entre ellas la valenciana tan “ejemplarmente” gobernada?
El vaso de la osadía garzoniana lo colmó que se atreviera a investigar los crímenes del franquismo, que sigue vivo dentro del PP y en grupos y asociaciones fascistas de sus alrededores. Había que quitarlo de en medio y en esas están.
Toca, claro, decidir al Tribunal Supremo y a nosotros proclamar la confianza en la Justicia a la que tanto recurren los mayores zarandajos del Reino. Sin embargo, es lógico y desde luego lícito temerse lo peor vista la forma en que se le han instruido las causas a Garzón. Si es condenado, lo expulsarán de la carrera judicial inhabilitándolo durante 10 o 17 años, lo que significa que “volvería” con 67 años en el mejor de los casos y 74 en el peor. Se habría logrado el objetivo de acabar con él; salvo que diariamente ingiera actimel y demás lácteos fermentados, frutas y verduras frescas (si es inmune a pesticidas y abonos); aguante la respiración en medio del tráfico urbano; haga ejercicio físico; no fume ni beba. Sin olvidar tomarse la presión, concurrir a los banquillos que le esperan con el pastillero bien nutrido y contratar varios seguros médicos pues con la marcha que lleva la Sanidad pública no le bastará uno solo.
Si escapa con bien de este juicio, tratarán de cogerlo en las otras dos causas abiertas. Una de ellas, la de los cobros irregulares que supuestamente le hiciera el Banco de Santander durante su estancia en la Universidad de Nueva York en la que no ha aceptado el instructor Manuel Marchena que tanto el Santander como la Universidad negaran los pagos. El mismo Marchena, miren por donde, que lo juzga ahora mismo. Junto a él, Luciano Varela, el instructor de la causa relacionada con los crímenes del franquismo. Los dos han brillado por su imparcialidad, como es sabido.
Al margen de que se condene o no a Garzón, que caiga o no en alguno o en los tres juicios, debe reconocerse que guía a la Justicia el principio de ejemplaridad; porque a ver quien es el guapo juez que se atreve, en adelante, a perseguir la corrupción; con la cantidad de robagallinas que tienen para entretenerse. O a ir contra los tabúes que han impuesto los fascistas, ahora que vuelven a asomar la patita en Europa. Es la España negra que no pugna por volver porque nunca se ha ido. Suele hablarse del deterioro de la democracia española pero a veces pienso que no puede haber deterioro de lo que no ha sido sino un espejismo que Garzón creyó realidad: eso sí tiene delito, ya ven.
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