Horroroso, horroroso
Es horroroso, horroroso. Dantesco. Lo peor es albergar la sensación de haber escrito antes sobre un suceso similar. Mismo país, parecidas circunstancias. Insólito. Déjá vu, ya visto, ese tipo de paramnesia del reconocimiento de alguna experiencia que se siente como si hubiera vivido previamente.
Primero, disparó a su abuela.; luego se atrincheró en un aula y ahí, en una escuela de primaria de Texas, acabó con la vida de diecinueve niños y dos profesoras. Pero, ¿qué clase de locura es esta? ¿Por qué se repite cíclicamente?
Salvador Ramos, el autor de la matanza, se había regalado dos armas, un rifle y una pistola, el día de su cumpleaños. Con ellos ejecutó la vileza. Desempleado, sin amigos y sin novia: a estas alturas sigue desgranándose el rosario de circunstancias, como si eso importara mucho después de la masacre.
La conmoción tiene que ser igual o similar a matanzas anteriores, en el mismo país. Horroroso. ¿Qué escribir, qué adjetivos? Si en los últimos ciento cuarenta y cinco días se han producido doscientos trece tiroteos en los Estados Unidos de América, el mismo país donde en la última década, solo en colegios y centros escolares, se han registrado más de novecientos, nos hacemos una idea de la lacra o de la psicopsis que padecen.
Parecen importar más las reacciones, hasta los corresponsales cuentan sus experiencias personales. Son las reacciones de casi siempre, en las que preponderan el espanto y el desconcierto. El presidente Biden estaba lloroso cuando comparece e insta a sus compatriotas a hacer frente al ‘lobby’ de armas y presionar al Congreso para que regule la licencia de armas y endurezca las leyes. Se vuelve a escuchar algo de la “Orden del rifle”, que siempre aparece en estas masacres: “Como nación nos tenemos que preguntar cuándo en el nombre de Dios vamos a enfrentarnos a los grupos de presión a favor de las armas, cuándo, en el nombre de Dios, vamos a hacer lo que en el fondo sabemos que hay que hacer”, ha lamentado Joe Biden durante su discurso.
Biden ha insistido en la necesidad de convertir “el dolor en acción” y tener la “valentía” de enfrentarse a dichos grupos de presión: “Por cada padre, por cada ciudadano de este país, tenemos que dejar claro a cada cargo electo de EE.UU. que es el momento de actuar”, ha dicho. “Estoy harto y cansado de eso. Tenemos que actuar”, ha repetido.
Es una vergüenza, sí, que esto haya vuelto a suceder. Como deprimente resulta la declaración de la Asociación Nacional del Rifle (RNA), mientras casi todo el mundo condenaba los hechos . El mensaje de Donald Trump en esa convención desborda la indignación. Hablar de reflexionar y de escuelas seguras hasta resulta un sarcasmo, después de verificar que el país que aglutina al 4,5 % de la población mundial, tiene, a su vez, el 42 % de armas de todo el mundo. O sea, más armas que habitantes.
Con eso está dicho todo. Horroroso, horroroso.
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