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Impacto de la crisis económica en la cultura por Manuel Herrera-Hernández

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Ante esta preocupación de que las reducciones presupuestarias perjudiquen, sobre todo, a entidades como museos, bibliotecas, teatros, palacios de la música y congresos, así como a las redes de artes plásticas y de difusión audiovisual, se sugiere una revisión de la ley del mecenazgo y de la fiscalidad relativa al patrocinio cultural. Nuestro mayor activo como país es la cultura y dentro de ella, hay que recalcarlo, nuestra lengua patria. La lengua española, como escribe Guerra Aguiar, no es propiedad de los españoles que somos una minoría frente a los trescientos sesenta millones de hispanohablantes que la utilizan fuera de la geografía española. Por esto puede ser considerada como nuestro mayor valor cultural pues la hablan, como primera y segunda lengua, casi quinientos millones de personas. La cultura es una de las primeras industrias nacionales aunque algún sector, con pérdida de la noción del límite, la valora como un conjunto de actividades pertenecientes a la estética que sólo se debe desplegar cuando no existan otras necesidades básicas plenamente satisfechas. Existe en la crisis un relativismo moral que deja que se cultive un menosprecio también hacia la cultura. Se ha señalado ciertamente como principio de la crisis cultural, no sólo múltiples factores económicos y políticos, sino también una crisis moral de la sociedad. Hay que añadir, de manera lamentable, el nefasto sistema educativo que ha eliminado de la enseñanza, sobre todo en la secundaria, los valores del estudio, del trabajo, del merito y de la adquisición de conocimientos. También en la universidad española la crisis económica ha afectado a la docencia y la investigación. Hoy, en que los británicos cancelan estudios y plantean cerrar universidades, nosotros pretendemos implantar nuevas titulaciones. De esta forma, si no se ponen en marcha condiciones para conseguir la excelencia, seguiremos durante generaciones en la mediocridad perpetua.

Todo esto obliga, como plan de la promoción cultural, a disminuir tajantemente los costes, eliminar los excesos burocráticos, las discriminaciones ideológicas y políticas y, sobre todo, redefinir los objetivos. Hay, en opinión de Garrigues, dos áreas en las que se debe trabajar con especial firmeza. Una es la relativa a las nuevas culturas que el desarrollo tecnológico y científico está generando. La segunda es el apoyo a las industrias culturales que son generadoras de riqueza y prestigio para competir con los demás países europeos que saben proyectar mejor su cultura. En definitiva, ante estos recortes en la cultura, recordemos la conocida frase del periodista y escritor británico Arthur Koestler. Es necesario no olvidar que dos medias verdades no hacen una verdad y dos medias culturas no hacen una cultura.

* Miembro de la Asociación Española de Médicos Escritores

Manuel Herrera-Hernández*

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