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De la indignación a la propuesta: educación en tiempo de pandemia y pos-COVID

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Semanas intensas en este comienzo de curso lleno de mensajes contradictorios. Mientras de manera tintineante la Ministra de Educación y Formación Profesional del Gobierno central pone de manifiesto que las autonomías disponen de las directrices necesarias para tener todo bajo control, su homónima en el Gobierno de Canarias se dirige a los docentes confirmando lo expresado por la Sra. Ministra y como fiel pupila añade que los centros lo tienen todo coordinado y dispuesto. Días más tarde es remitido un documento en el que se expone cómo debe ser la organización del comienzo de curso escolar, en él se dispone que los centros tienen que disponer de un plan de contingencia, que contemple y recoja todos los escenarios posibles y sus adaptaciones, incluido un plan digital… Al tiempo expresa que dicho comienzo se llevará a cabo con normalidad, eso sí, sin que ese plan de contingencias tenga en cuenta las adaptaciones necesarias dadas las circunstancias excepcionales de centenares de docentes por ser personas de alto riesgo y vulnerabilidad sanitaria, así como las múltiples peticiones efectuadas por estos (situadas en un limbo administrativo). Como consecuencia de esta desenfrenada carrera, ya diversos centros han tenido que cerrar como medida de seguridad, y sin todavía existir la incorporación escolar. La realidad a la que nos enfrentamos es otra, tal y como se lo han hecho saber los directores de los centros mediante un escrito elevado a la Consejera de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, en el que se expone que los mismos no sólo no están preparados, sino que no tienen ni recursos materiales, ni humanos, ni existe un marco estratégico que refleje protocolos y planes ejecutables y operativos ante tales circunstancias. Esta lamentable situación también ha sido denunciada por el colectivo docente mediante cartas dirigidas a la responsable del área educativa del ejecutivo e incluso denunciado por sindicatos ante el Diputado del Común, anunciando posibles movilizaciones. El conjunto de este escenario nos aparece como un despropósito de actores que intentan ejecutar un papel desconociendo la trama y el guión. Personajes que deben defender en ese escenario social, cual troupe de marionetas que intenta encandilar a su público con movimientos y música histriónica pero sin mensaje ni profundidad de calado, cual teatro efímero y mediocre que ni quiere ni le interesa dejar un legado, que sirva para evolucionar, y anticiparse a futuros estadios. 

Tras una introducción sobre el estado de la cosa y tras mostrar mi Indignación inicial a tanto desatino intentaré dar primero mi opinión como docente, con un padre a mi cargo y posteriormente haré una propuesta como experto en el área de conocimiento digital y desde el sentido común. 

Como persona considerada dentro del colectivo de riesgo e hijo de un padre de ochenta años bajo mi cargo, me causa pavor el estado en el que encuentro el centro el 1 de septiembre, con sus más de cien docentes y sus más de mil quinientos estudiantes. Un centro que expone que existe una directriz básica, que los estudiantes deben asistir de forma presencialmente y como respuesta a la misma los docentes tendrán que hacer propuestas, aún a sabiendas que no va a haber más recursos ni económicos (ahora se anuncian mil quinientos euros por centro para la compra de material COVID-19) ni humanos. Así que cuando el Ministerio decía que estaba todo bajo control de las autonomías y estas decían que todo estaba bajo el control de los centros...en realidad decían...está todo en manos de la buena voluntad de los docentes. Donde el Ministerio y la Consejería decían tenemos un plan de contingencia, un plan digital, un plan COVID-19....lo que decía en realidad era...que los centros, los mil centros de Canarias, de forma aislada creen esos planes a partir de la buena voluntad de los docentes y su responsabilidad. Si sale bien que buenos son estos gobiernos, si hay resistencia será un qué malos son los funcionarios y docentes y si sale mal lamentaremos los óbitos sin mayor responsabilidad. En el mundo profesional y de las organizaciones no me imagino al señor Roig de Mercadona delegando en sus centros la estrategia y los planes, sin una coordinación organización de forma centralizada ejerciendo el liderazgo necesario para una ejecución adaptada de estrategias, al fin de homogeneizar evitando agravios y abaratando costes. 

En mi caso y el de otros docentes la Consejería no contesta a las solicitudes realizadas a título individual, creo entender que tampoco a los sindicatos. Hay casos extremos de personas consideradas de alto riesgo que han escrito en más de cuatro ocasiones, han llamado, mandado correos... sin ninguna respuesta más que el silencio administrativo envuelto en un limbo y maraña burocrática. En este momento sentimos una indefensión de derechos básicos. El diagnóstico es claro: No hay planes (más allá del titular de tenemos un plan digital, pero sin mostrar el contenido del mismo y la ficha presupuestaria) y no hay toma de decisiones (más allá de las ocurrencias o medidas aisladas para salvar el momento como lo de los mil quinientos euros por centro para mamparas, mascarillas, hidrogel...). Y ante esto, ¿qué toca? 

Las propuestas

Como ciudadanía activa, en el siglo XXI no podemos quedarnos en la queja y, por tanto, toca hacer propuestas valientes en momentos difíciles y tomar decisiones. 

Las propuestas que haré las haré en el marco de las enseñanzas de formación profesional, que conozco bien, siendo extensibles a otras enseñanzas. Sin duda todos estos años de rémora no harán que ninguna solución sea satisfactoria porque llevamos más de diez años con presupuestos en negativo en Educación, con disminución de infraestructuras, recursos tecnológicos y humanos. Así y todo, la solución no pasa por decir vayan todos a clase y ya veremos si cerramos qué hacemos (palabras de la actual Consejera responsable de la Educación en Canarias. En este momento y sin que entren los estudiantes ya se han cerrado centros y a medida que comience el curso esto será inexorablemente exponencial con un modelo presencial. Si ponemos en una balanza seguridad y presencialidad me quedo en este momento con seguridad. Ya hemos perdido seis meses en no tener un plan, en no hacer los planes digitales en Educación que incluyan decisiones desde el Ministerio o desde las Consejerías (ya que es un modelo descentralizado): reorganización de los recursos humanos en las nuevas funciones que demanda la formación digital, generación de contenidos de calidad, modelo de la nueva función docente en un mundo digital, disponer de recursos tecnológicos para una formación a distancia, mixta o semipresencial, de crear un plan de formación de competencia digital tanto para estudiantes, como para docentes... No podemos aludir a la brecha digital: La de las personas (tanto estudiantes como docentes) se resuelve con mayor apoyo hasta conseguir esas competencias; y de tecnología y acceso se resuelve dándoles a estudiantes y docentes los recursos tecnológicos y de acceso a internet, recordando que está reconocido como un derecho de Ciudadanía. Y a pesar de todas las carencias simplemente usando el sentido común sabemos que la solución real pasa por una formación a distancia hasta tener garantías de seguridad que hoy no tenemos o como dice el rector de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC):“ una presencialidad adaptada pudiendo llegar a una formación online real”. 

Tengo un hijo que actualmente cursa sus estudios en la ULPGC, a raíz de todas estas circunstancias, él mismo ha manifestado al igual que sus compañeros que no necesita ver al docente, ni tener unas clases síncronas (en directo), sino que lo verdaderamente necesario son; unos buenos contenidos digitales elaborados por equipos interdisciplinares: clases magistrales grabadas con medios audiovisuales, presentaciones, simuladores y gamificación, sistemas que permitan comunicarse en grupos o individualmente con los docentes/consultores, con propuestas de actividades y proyectos en los que poner en práctica los conocimientos y así poder hacer una evaluación continua a partir de los conocimientos adquiridos en esas actividades, prácticas y proyectos , todo ello bajo un sello de calidad real y sin obsesionarse en las medidas de control, seguridad, sistemas anticopia para basar todo en un sistema de evaluación basado en exámenes excluyentes y selectivos. 

Lo curioso es que si explotáramos este modelo nos daríamos cuenta de una línea adecuada para una formación del siglo XXI. Este es el camino, donde la función docente pasa a ser una función de consultor/asesor/tutor/guía. Los estudiantes del siglo XXI demandan unos buenos recursos tecnológicos para el trabajo en espacios colaborativos y de comunicación, unos buenos contenidos digitales y ese apoyo docente que les guíe su formación personalizada y adaptada a cada estudiante, dando igual que la formación, al menos en formación profesional y otras enseñanzas superiores, fuese a distancia, mixta o semipresencial. Eso sí, esta y otras posibles soluciones reales al problema de un Sistema Educativo del siglo XIX agotado y caduco pasa por una apuesta decidida de todos los partidos, de todos nuestros representantes, partiendo del incremento en los presupuestos necesarios. 

Ante todo esto y como comprensión a mi exposición me surge una pregunta final: ¿El sistema cree realmente que la Educación y la Formación son las dos políticas públicas más importante junto con la Salud? Este es el momento de responder a esta cuestión si queremos evolucionar como ciudadanía o seguir en este modelo que involuciona. 

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