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Libertades, fines y medios

Rafael Morales / Rafael Morales

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Demócratas y republicanos se enfrascaron el pasado fin de semana en una contienda legislativa para actualizar la llamada Ley de Espionaje y responder a la solicitud del presidente Bush para que los agentes de inteligencia gringos (FBI, CIA y demás) puedan intervenir durante seis meses más, sin autorización del poder judicial, las llamadas telefónicas y los correos electrónicos de personas que parezcan sospechosas de organizar actos de terror contra Estados Unidos. Sospechosos son todos, según interpretaron acertadamente las organizaciones de defensa de los derechos civiles estadounidenses.Por lo tanto, millones de ciudadanos gringos estarán bajo control policial. Bush justificó esta violación de derechos en el país más libre del mundo y parte del extranjero, argumentando que “proteger a Estados Unidos es nuestra más solemne obligación”. Me suena. Idéntica melodía explica las torturas y las ocupaciones militares sangrientas de otros países. Los ciudadanos gringos suponían que habían dado su voto a los demócratas precisamente para acabar con la guerra de Irak y los recortes a sus libertades constitucionales dentro de casa. Se llevaron la primera decepción por los tira y afloja en el Congreso que todavía permiten a Bush seguir con sus planes en Oriente Medio. El partido de Bill Clinton entró al trapo de esperar a septiembre, aguardando informes inútiles sobre la derrota militar, para decidirse por al repliegue parcial de Irak.La segunda decepción de los electores sobre el papel de los demócratas, con mayoría en ambas cámaras legislativas, llegó justo antes de las vacaciones. Los demócratas no estaban dispuestos a que, si había algún atentado durante las próximas semanas, Bush les culpara de negarse a sostener una ley totalitaria. Por eso la apoyaron, se pusieron el paraguas de la seguridad nacional antes de que lloviera, sin importarles las consecuencias de esta actitud para la democracia misma. Hicieron lo que antes criticaban, a saber, intercambiar supuestamente seguridad por libertad. La orientación bipartidista común en política exterior permanecen el fondo, dando argumentos a quienes estamos convencidos de que los dos partidos responden a otros intereses privados menos nobles que los correspondientes a la democracia.Patriotismo puro del siglo XXI, heredado del XX. Ya lo sabíamos. Vale. Pero ahora se trata de emplazar a los demócratas fariseos, quienes seguramente guardarán silencio. Vuelvo y repito la pregunta. ¿El fin de la lucha mundial contra el terrorismo de Bush justifica medios como la supresión de determinadas libertades en Estados Unidos y en otros países? ¿Pueden ustedes explicarlo? Y ya que estamos, ¿la supuesta extensión de la democracia en Oriente Medio (el fin) justifica la destrucción de Irak por la violencia militar (medio) y el sufrimiento de millones de personas? Faltan dos cuestiones más para animar una discusión: justificar el fin mismo y, sobre todo, demostrar que esa intención declarada es algo distinto a una maniobra fraudulenta para ocultar objetivos no declarados como el control del petróleo. Ánimo.

Rafael Morales

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