Limpia y barata

Incluso los más osados se atreven a acusar a los antinucleares de aprovecharse del grave accidente nipón para remover el asunto en su provecho, como si hubieran sido los catalizadores del mismo. Los mismos que machacan a Zapatero llamándole inútil e inepto, por no saber atajar la crisis económica, tildan a los críticos con las centrales nucleares de miserables, demagogos y aguafiestas.

Si no se saca el tema a colación ahora que está de máxima actualidad, ¿cuándo habría que hacerlo? La situación actual es el paradigma de lo que puede ocurrir tras un apocalipsis nuclear. Las palabras no son mías sino del máximo responsable de Energía de la Unión Europea.

Los defensores de la energía nuclear aducen que el accidente de la central japonesa no fue endógeno, sino exógeno, a causa de un terremoto y un tsunami, fenómenos naturales ajenos a la voluntad del ser humano.

Por supuesto que sí, pero es que el ser humano puede hacer muy poco contra estas catástrofes naturales, que son las que nos bajan los humos cuando nos creemos los dueños del mundo y propician accidentes como éste. Quiere decirse que Japón no estaría hoy con la alarma máxima y con cientos de miles de personas desplazadas si no hubiera elegido en su día las centrales nucleares como fuente principal de su energía.

Los pronucleares siempre recalcan que es la energía más limpia y barata, pero los últimos acontecimientos han demostrado que ni es la más limpia ni la más barata. Que se lo pregunten a los japoneses o a los ucranianos de Chernóbil. A ellos no les salió nada barato.

Los primeros en salir huyendo despavoridos de la zona de la catástrofe han sido los que más defendían la energía nuclear. Será muy limpia y barata, pero porque mata limpiamente y a un bajo coste.

Se podrá desviar la atención diciendo que las probabilidades de que ocurra otro Chernóbil son ínfimas y que las centrales nucleares no son peligrosas. A ver si estos valientes tienen bemoles de contárselo a los japoneses.