Manual de instrucciones

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Si le ha tocado un puesto en un equipo de gobierno, felicidades, teniendo en cuenta que gobernar puede parecer una tarea intimidante, pudiendo parecer que se necesita sabiduría, experiencia y habilidades sobrehumanas. Pero realmente no. Todo depende de la óptica con la que se mire. En primer lugar, el conocimiento es conmutable con las “horas de vuelo” donde, si desde edades muy tempranas ya se ha pertenecido a la organización, se tiene convalidada parte de la carrera intelectual. A partir de aquí, una vez teniendo claras las aspiraciones, hay que salir al ruedo.

En primer lugar, se necesita un trono adecuado. Olvidémonos de las sillas incómodas. Mejor optar por un trono de masaje con función de reclinación porque no hay nada como tomar decisiones importantes mientras se recibe un buen masaje en la espalda. Pero para disponer de un trono hay que tener presupuesto. Y ¿qué ocurre si no lo tenemos? Pues toca improvisar con lo que tenemos, sirviendo cualquier silla de oficina giratoria. Tengamos en cuenta que moverse en círculos mientras se gobierna puede ofrecer un toque extra de emoción. Una vez que se tenga el sitio, hay que pasar al campo de las decisiones evitando perder el tiempo con largas reuniones y debates interminables, necesitando única y exclusivamente un dado gigante con números de forma que, si sale un número par, se aprueba la propuesta y, si sale impar, se rechaza ofreciendo la misma dosis de justicia que de aleatoriedad, imaginándonos la expectación tan grande generada a la hora de decidir y aceptar cada una de las decisiones. Otro aspecto importante para gobernar es la comunicación. La mayoría habla de manera formal y aburrida generando graves problemas de comprensión. Asumamos que tal situación aleja a la sociedad, por lo que es mejor evitar los discursos tradicionales apostando por los chistes. Y ¿quién gana? Pues la persona que haga reír más a la audiencia se lleva un premio. Puede parecer absurdo, pero pensemos que las bromas pueden convertirse en una forma eficaz de desviar la atención de los problemas reales.

Pero a esta aventura no se puede ir en solitario. Por esa razón es necesario un equipo de asesoramiento de confianza. Pero, en lugar de contratar a las típicas personas inundadas de burocracia, es mejor buscarlas en el campo de la creatividad, al estar fuera de lo común. Por ejemplo, ¿qué mejor que contratar a un ser humano especializada en prestidigitación como responsable de relaciones públicas para tener un gobierno lleno de trucos y sorpresas. Ah, por supuesto que un profesional de la economía no servirá de nada en el caso que se tengan problemas económicos. En este caso mejor no acudir a una persona docta en economía porque asegura el aburrimiento. Mejor contratar a un malabarista que pueda equilibrar los presupuestos como por arte de magia, todo ello combinado con concursos para decidir qué proyectos de infraestructura se llevarán a cabo a través del lanzamiento de una pelota evitando que toque el suelo. Y si toca, pues no se hace. La idea es crear un sentido de comunidad y participación ciudadana, además de agregar un toque lúdico al proceso de toma de decisiones. Por último, y no por ello menos importante, es sano recordar de forma continua que es mejor no tomarse las cosas demasiado en serio. Para asumir tal cuestión hay que planificar y organizar una fiesta anual de disfraces para eliminar de un plumazo el miedo a ser vulnerable. Y, para finalizar de forma definitiva, acabando como se empezó, si le ha tocado un puesto en un equipo de gobierno, felicidades. Si no, puede empezar a trabajar, que nunca es tarde.

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