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María Belén Morales, el arte como mística

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La escultora María Belén Morales, ha entregado su vida y su mística a la creación escultórica. Ahora, en esa fuga del tiempo ido, y vivido placenteramente con de entera dedicación y creación, compendia toda la cosecha de sus mieses en un arte purista. La artista, en esta compilación con denodados esfuerzos intelectuales y físicos, en la que destellan las obras que ha producido a lo largo de su dilatado y arduo trabajo. Su entrega al arte ha sido tal, que jamás declinó en este lozano empeño, al que complacientemente ?con carácter y voluntad?, hizo de la creación artística su alter ego. Su otra manera de vivir.

La artista tinerfeña presentó en días pasados, en el TEA de Santa Cruz de Tenerife, su muestra denominada “Retos al vacío”, en la que se integran las varias de las etapas de su arte que han constituido su pasado y devenir creativo en la plástica. Distintas son las fases escultóricas, que han derivado en la conjugación de las diversas maneras de expresarse a través de las formas volumétricas y del dibujo pictórico. En estas mutables variaciones estéticas (lógicas en todos los artistas), se evidencian las propuestas hechas por Morales, expuestas en las salas del centro.

La búsqueda y la experimentación han sido los detonantes de una constante motivación, para nuevos proyectos y para indagar en nuevos lenguajes expresivos y en materiales escultóricos. De ello se deduce, que no ha disminuido esfuerzos ni materias en la consecución de sus diferentes propuestas. Indagó persistentemente en el encuentro y búsqueda en múltiples elementos nuevos para renovar su plástica, que la dieran respuesta a sus exigentes demandas estéticas y transformadoras, en la práctica constructiva de sus volúmenes.

Todo este conjunto de obras presentadas en el TEA: esculturas, pinturas y collages por la artista Morales, fueron realizadas durante un largo periodo de su vida artística, están confeccionadas con unos materiales adecuados y propios para cada propuesta tridimensional. Denotan todas estas obras un dechado de honradez profesional y de pureza vocacional, al no restringirse crematísticamente para el buen resultado cualitativo de las piezas, teniendo como deducción un exquisito terminado en cada uno de los volúmenes. Hecho que define, asimismo, la rectitud y pulcritud que subyacen en la personalidad de la artista, transmitido a cada una de sus magnas esculturas.

Las distintas etapas de la producción escultórica de Morales, se distinguen en base a unas notables diferencias de proyectos y estéticas, si bien, su estilo, como sino estético definidor, se mantiene de por vida como denominador común y dominante, invariablemente moldeable en sus métodos plásticos. Cierto es, que esta manera de concebir el arte, la mantiene incólume ?hecho inmutable en todos los creadores de arte de todo tipo y en todas sus facetas?.

En el recorrido por las distintas salas del TEA, contemplamos en la primera, sus estrenadas investigaciones en la abstracción. En esta primigenia faceta predominan los relieves de talla directa sobre la madera, en la que el elemento dominante es una dinámica y grácil curvatura, en la que su óvolo vertebrado, se sincretiza con unos amplios planos lisos en color negro, que le sirven de fondo y armónico contraste al dibujo de la ígnea materia. “Es un núcleo central, donde todo lo demás se expande.” Enfatiza la artista. El otro complemento escultórico, son unas piezas de aluminio, modeladas por Morales con talento creador y sus brazos, golpe a golpe, sobre un yunque, hasta doblegar las formas deseadas. En el origen central se acompaña de un objeto 'ready made', que armoniza con las formas generadas en sus emotivos encuentros, controlados compositivamente por la artista, en este misterio que es la creación plástica.

La siguiente sala, muestra una serie de joyas de refinado gusto y en pequeños volúmenes, para lucir las féminas: collares, pulseras, colgantes, pendientes, etc. Es, simple y concienzudamente, la escultura transformada en su mayor pequeñez, máximo fulgor de brillo y de metales preciosos en oro y plata, como componentes básicos. Estas alhajas, para relumbrar en los cuerpos, tienen la delicadeza de haber sido concebidas escultóricamente, pensando en un exclusivo uso corporal, pero que igualmente, podrían ser llevadas a gran escala, con otros materiales y otro tratamiento técnico.

En las siguientes salas, se nutre de su predominante etapa constructivista, abundando las abstracciones escultóricas en esta moderna tendencia. En esta serie lucha la artista contra la ingravidez, alzándose las formas hacia los vacíos aéreos, con las dinámicas formas aladas, que se retan a sobrevolar hacia los espacios vacíos, ofreciendo un aspecto de etéreas figuras aladas, en su visión. Son piezas de grandes volúmenes, que han sido concebidas para presentarlas en enormes espacios diáfanos, donde puedan captarse en toda su magnitud y grandeza, y desde todos los ángulos, limpiamente. Varias de las piezas están vistas, en el crudo material utilizado, con su cromo marrón herrumbroso natural; otras, en buen número de unidades, están patinadas todas sus formas volátiles, con diversas pinturas al duco, en contundentes colores, ingeniados por la artista en moderna portación.

Las obras de María Belén Morales, en sus formas y estructuras, denotan la construcción de imágenes salidas de sus emotivos recónditos cerebrales, de la nebulosa abstracta que emana de su inter lego sensorial y singularmente de su sentir estético. Si bien este remedo de objetos que maneja en su plástica, tienen asimismo, sus númenes en la mater natura, la misma que la nutre de ideas y figuras, que tan importante es para sus fuentes indagadoras. Siendo éstas, sustancialmente desvirtuadas en su origen, por el paroxismo que en la artista anida, marcado en su genética. Por ello es artista; o sea, creadora de nuevas figuras, formas y volúmenes, al margen de los existentes generados por la naturaleza, reales y palpables. Es también, cuan una diosa inventora, que de la nada o la inexistencia, sublima figuras nuevas que anteriormente no existían.

Más allá de los plectros sibilinos de sus adentros, que la difieren como artista creadora en la esencial innovación volumétrica, la artista, que asimismo vive en el mundo terrenal, no es ajena ni extrañada a lo que en su rededor social acontece. Siente y sufre como ser humano de compromiso social. Los tantos hechos que se suceden, no la dejan inmune en su sensibilidad de persona con ética y de compromiso. De los hechos y aconteceres sociales y naturales, tienen su origen varias de sus inspiraciones, en este ejemplo, críticas y denunciables. Estas obras están inspiradas, por esa aflicción padecida, a manifestarse plásticamente, por la denuncia que la ha motivado a revelarse contra esas infames tropelías. Para ello, toma su escudo, con la materia; y lanza en ristre, con la estética, y conjurándose con su arte, combate contra los inmorales malhechores, para enmendar el estropicio de entuertos y agravios (como así sucede con su honesto proceder en su vida). Una de esas manifestaciones plásticas, tienen su punto de inflexión, en los incendios forestales acaecidos en La Gomera, Tenerife, La Palma o Gran Canaria, con su serie “Cardones”.

El talento y el oficio de María Belén Morales, forman una endogamia indisoluble. La artista maneja cuidadosamente los tiempos de construcción de sus piezas. Con la lentitud y el sosiego meditativo que cada obra requiere. Ese es un axioma que se palpa en la contemplación de las esculturas. Nada tienen de azar. No son las obras suyas, solo ideas que pasan al taller de los profesionales que las finaliza, que también, sino que la artista vive los momentos, los instantes íntimos con sus obras, dialogando ambas: artista y materia, mientras se va fraguando la realidad del tangible abstracto en cada pieza. Tanto los barros, las gubias y el mazo, las escofinas y lijas; los cartones, papeles y chapas; el yunque y martillos, las maquetas y collages, son pasados todos estos materiales por sus manos hacedoras y su mente creadora, para modelar, construir y dar nuevas formas a cada una de las esculturas. Y cuando las trabaja en los grandes talleres profesionales, no las deja tampoco, al albur y criterio del oficial del taller, la artista cuida sus engendros amorosamente, las mantiene en vigilia constante, para que finalicen y sean tratadas como fueran concebidas.

María Belén Morales, es una prócer de las artes. Un catón de maestría en la plástica. Es una artista canaria consagrada, que merece mejor tratamiento que el que se la ha dado. Estas afirmaciones no son nada exuberantes, da fe de esta afirmación su grandiosa obra escultórica. Nunca ha escatimado en presupuestos pecuniarios, para conseguir que su proyecto y altivez de sus obras, logren sus objetivos artísticos propuestos. La obra de Morales, es de cum laude, y nunca mejor calificativo, por estar sus vástagos ligados a la docencia universitaria. En definitiva, las esculturas de María Belén, rezuman creatividad por doquier por su nutrido talento, y calidad, por sus condiciones técnicas y de oficio, en constante experimentación, producto de su peculiar y bendita paranoia, que ha sido su láudano energizante que la ha hecho revivir por la noble mística del arte, día a día.

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