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Una medalla que renueva ilusiones
El 14 de diciembre, el Pleno de la Cámara Oficial de Comercio, Industria, Servicios y Navegación de Gran Canaria acordó conceder la Medalla de Oro de la Corporación, su máxima distinción, al Cabildo de Gran Canaria. El pasado martes día 5 de febrero, en un acto celebrado en el Gabinete Literario y ante una amplia representación de la sociedad isleña, el presidente de la institución, José Sánchez Tinoco, hizo entrega oficial de la distinción. Como presidente del Cabildo de Gran Canaria, agradecí y recibí con enorme satisfacción la concesión de esta Medalla de Oro a la corporación insular por lo que representa de reconocimiento y expresión de un trabajo colaborativo, intenso y fructífero entre el Gobierno de la Isla y la institución cameral. Este galardón solo se ha otorgado a instituciones fundamentales de nuestra sociedad y por eso cobra mayor importancia el alcance y la relevancia del galardón de la Cámara. Hablé esa noche en nombre de la entidad que represento, pero sobre todo de la sociedad grancanaria que percibe en el Cabildo la institución que tiene norma fundamental de actuación la defensa de Gran Canaria.
En el expediente que justifica la concesión de la medalla de oro, el Pleno cameral, su máximo órgano de gobierno, expresa algunas consideraciones que tienen mucho valor y emocionan por venir de empresarios curtidos en la dura batalla del emprendimiento. Afirman literalmente “que nuestro Cabildo destaca por su valiente dedicación y su implicada responsabilidad en la defensa de los intereses de Gran Canaria”. Y continúan su exposición aseverando que “Esta colaboración se ha visto intensificada durante los últimos años en los que hemos podido, además de ampliar nuestra representación, compartir proyectos y acciones en beneficio del empresariado y la sociedad grancanaria en general, especialmente permitiendo atraer a nuestra isla proyectos financiados por fondos europeos”.
Quiero señalar que me siento especialmente orgulloso de que este reconocimiento se haga además sin mediaciones políticas o partidistas; de que surja desde la complicidad de la sociedad civil y la administración pública, de que nazca del encuentro y del trabajo compartido de una institución pública y una entidad que aglutina empresarios y empresarias que dedican su vida a la creación de economía productiva, riqueza y empleo. Empresarios y empresarias que dan la cara y se implican. Que no son empleados remunerados para defender intereses y consignas de otros. Son hombres y mujeres que defienden directamente sus empresas, su futuro y el de la sociedad para la que trabajan.
Y quiero significar también que ha sido una decisión valiente, firme, independiente, honesta y leal. Sé lo que estoy diciendo y lo que esto significa. Sé cómo se las gastan algunos trust políticos, mediáticos y empresariales. Y entiendo que la mejor manera de alcanzar los retos de futuro que nos tracemos juntos es avanzar de frente, dando la cara, en línea recta, mirando hacia un horizonte de futuro, porque girar repetidamente sobre nosotros mismos, en círculo, a lo que nos conduce, la mayoría de las veces, es a enredarnos y hacernos tropezar.
La Cámara de Comercio de Gran Canaria nunca ha hecho dejación de la defensa de los intereses de sus empresas pero, a la par, jamás ha renunciado a defender su isla, los intereses generales de su isla y su ciudadanía. Su mirada es plural, democrática, de consenso y diálogo, de una aportación constante y real para la búsqueda de soluciones y alternativas para el conjunto de sus asociados. Quizás por eso la nueva Ley de Cámaras que se diseña en el Parlamento pretende introducir elementos que permita al Gobierno su control sobre ellas.
En mi intervención en el acto de esa noche, significativa para la gente de Gran Canaria, asumí públicamente el compromiso de ser leal con las obligaciones que esta distinción comporta y trabajar sin límite porque los derechos y necesidades que tiene esta isla sean reconocidos, respetados y atendidos como merece la laboriosidad y la solidaridad de nuestra gente. Y soy consciente, muy consciente, de que la empresa grancanaria juega un papel fundamental en ello.
Y expresé, igualmente, la responsabilidad de seguir trabajando codo con codo, con la Cámara. Con la Cámara que participa en organismos insulares; con la Cámara que contribuye a la internacionalización de nuestra economía; con la Cámara que informa, forma y canaliza las inquietudes de sus asociados; con la Cámara que emprende acciones para contribuir a mejorar los sectores productivos insulares; con la Cámara que comparte proyectos e iniciativas que tienen vocación de innovación y de futuro…
Me cabe el honor de representar a la institución que durante sus 106 años de existencia ha ejercido de gobierno de la isla y ha contribuido a impulsar su desarrollo socioeconómico cuando padecíamos el doble centralismo del Estado y de la provincia única. Este Cabildo ha sido un baluarte también para afianzar nuestros sentimientos de pertenencia a la sociedad grancanaria y para cohesionar las iniciativas de progreso, innovación y tenacidad que nos han caracterizado a lo largo de los siglos.
La Medalla de la Cámara viene a reconocer los esfuerzos anónimos que se han sembrado para mejorar la vida de nuestra gente en los mil quinientos kilómetros cuadrados que nos sirven de suelo y en los 21 municipios que nos acogen y conforman la isla de nuestra vida. Se premia a los miles de funcionarios y funcionarias que nos han engrandecido y a todas las corporaciones que han velado por un sueño común que se llama Gran Canaria. Porque una señal de unidad es que sentimos como propios los anhelos de todos, vivan en la capital o en cualquiera de los municipios, incluyendo los más alejados como Tejeda, Artenara o La Aldea.
El Cabildo que hoy sentimos como nuestro, y que tiene que seguir liderando la defensa de un modelo de isla sostenible, justo y democrático, es aquel que atendió las necesidades de salud creando hospitales y residencias cuando el Estado no ejercía sus obligaciones. Repobló una isla que había quedado esquilmada por la deforestación de los siglos anteriores. Becó a estudiantes o apoyó la creación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Y sobre todo entendió que nuestros campos y nuestra gente morían de sed y afrontó el problema del agua construyendo la gran red de presas y canales que nos han permitido sobrevivir y llegar con optimismo al siglo XXI. Paradojas de la vida, grandes realizaciones del Cabildo durante la segunda mitad del siglo XX, como las presas de Chira y Soria, nos permiten hoy mirar al futuro soñando que de nuevo Gran Canaria será vanguardia de la modernidad y la sostenibilidad con la construcción de la central hidroeólica.
Este hermanamiento entre el pasado y el futuro es el que hace grande a una sociedad y forma parte de la tarea noble de la política. Tenemos que valorar todo lo que nuestros padres y nuestras madres idearon y construyeron para adaptarlo a las nuevas demandas y hacer una Gran Canaria que ilusione y dé oportunidades a nuestros hijos y nietos.
Fue el Cabildo quien abrió y asfaltó caminos para acercar la cumbre a la costa, la capital con todos los caseríos y solanas que acogían a nuestros pueblos. El que apoyó todas las grandes infraestructuras como el puerto, el aeropuerto o las zonas industriales que son la base de los grandes proyectos. El que impulsó el turismo incipiente creando el Patronato de Turismo. Hoy miles de actuaciones e iniciativas están transformando a Gran Canaria para hacerla más justa en lo social, sostenible en lo medioambiental, innovadora en la diversificación económica, inteligente como sociedad del conocimiento y orgullosa de un patrimonio cultural y etnográfico que justifica que estemos ilusionados con la probable declaración de Risco Caído como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
En esta historia hermosa, donde el Cabildo ha sido con frecuencia el corazón de Gran Canaria, el éxito ha consistido en enhebrar entre todos, una potente sociedad civil en la que cientos de organizaciones y miles de ciudadanos se han comprometido con el progreso colectivo. En esta semblanza, la actual Cámara de Comercio de Gran Canaria, que fue de Comercio, Industria y Navegación de Las Palmas, ha tenido desde sus inicios en 1901 un papel insustituible. Fíjense que hablamos de una asociación anterior incluso a la creación del propio Cabildo Insular.
La Cámara de Comercio de Las Palmas ha sido fundamental desde su fundación para la organización de la economía canaria contemporánea, como referente del mundo empresarial y del entramado institucional isleño. Su nacimiento se produce en un contexto de crecimiento de nuestra economía que se vio favorecido por el régimen de puertos francos, el avance en los transportes y las comunicaciones. La expansión empresarial encuentra en la Cámara una institución que contribuye a afrontar las nuevas necesidades y demandas del comercio insular, así como un marco de relaciones entre los distintos grupos empresariales que transformaron el modelo de desarrollo de la isla.
Las razones que justificaron la creación de la Cámara hace ahora 118 años siguen vivas y si me apuran con más urgencia, porque la sociedad global exige organizaciones locales fuertes que eviten una economía dominada por las grandes multinacionales. El Cabildo sabe que nuestra economía se sustenta en un 80% de la actividad de pequeños y medianos empresarios. La Cámara representa a más de 56.000 pequeñas y medianas empresas y el Cabildo de Gran Canaria debe mantener una relación preferente con este sector porque es el mayoritario, el de mayor creación de empleo y el que favorece la redistribución de la riqueza.
Reconozco el papel valiente que la Cámara y sus representados están teniendo para defender públicamente los derechos de esta isla cuando se comprueban desequilibrios o maltratos por parte de poderes públicos autonómicos o estatales que no hacen justicia con nuestra población, con la actividad económica o con las necesidades sociales. Actos como el del martes nos fortalecen para mantenernos en la buena dirección. Juntos nos sabemos fuertes porque tenemos experiencias históricas de victorias decisivas. La próxima será recuperar un trato de igualdad con el resto de las islas y alcanzar el cumplimiento pleno de sus obligaciones por parte del Estado.
Tiene un gran simbolismo que la entrega del galardón fuera en el Gabinete Literario. Parece la reunión de los tres hermanos mayores, porque esta institución cultural tiene 175 años de Gabinete y de liderazgo. Tampoco se puede entender la historia de la ciudad, de la isla, de la provincia y de la autonomía sin la participación de la sociedad civil, organizada como un movimiento cuyo impulso modernizador contribuye a transformar a toda la comunidad. Y éste ha sido el caso en los dos últimos siglos del Gabinete Literario, una entidad que desde sus orígenes y en toda su trayectoria, ha sido un órgano de gobernanza y de compromiso social. Más gabinete que literario, al mantener con firmeza y visión de futuro la defensa de Gran Canaria y, por ende, el progreso para el Archipiélago.
Gran Canaria tiene enormes potencialidades, pero no cabe la sumisión, la resignación, el conformismo, la pereza o la mediocridad. Sus hombres y mujeres quieren una Canarias equilibrada y solidaria donde Gran Canaria aporte toda su capacidad creadora y lidere en condiciones de igualdad las decisiones trascendentales de la Comunidad. La distinción de la Cámara de Comercio de Gran Canaria alumbra un camino de esperanza para la isla. Ayuda a renovar las ilusiones para alcanzar los objetivos que nuestra sociedad y nuestra economía nos demandan.
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