El papel de la renuncia

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La competitividad depende de la predisposición a la innovación, tanto física como humana, de ahí que los proyectos que hay que habilitar se han de centrar en estructuras que apuesten por el equilibrio, utilizando la polarización como arrastre positivo frente al resto con equidad en el acceso a las diferentes oportunidades y reducción de las desigualdades.

Pero no todo tiene que ser medido en términos de rentabilidad económica. Al vivir en sociedad, los seres humanos acordamos un contrato implícito, que nos otorga ciertos derechos a cambio de abandonar la libertad completa de la que dispondríamos en la plena naturaleza. Ahora bien, es en el ámbito de lo público, de lo colectivo, donde delegamos la organización de dichos deberes y derechos, entendiendo que no son inmutables ni que proviene por designios divinos.

Existe la creencia que el orden político es una continuación del orden natural. No obstante, la orientación de la situación debe centrarse en un proceso de convención, en donde es una decisión que se toma libremente fundamentado sobre el propio poder civil. Eso de nacer y morir en medio de situaciones inamovibles, sin cuestionarnos ni las bases ni los objetivos, es algo que hay que desterrar. Desde el respeto, desde la sabiduría, desde la crítica constructiva hay que replantearlo todo, si fuera necesario, ya sea por reforzarlo, ya sea por derrocarlo.

Renunciar no es síntoma de debilidad. Renunciar es parte de los acuerdos. La inflexibilidad de los razonamientos, de las convicciones, incluso de los objetivos, no hacen sino abrir brechas inconsistentes. Eso sí, debe haber voluntariedad para tomar en consideración la propia definición de la palabra a la hora de hacer dejación deliberada sobre “algo”. Nadie dijo que fuera fácil, pero, en algunas ocasiones, hay que saber rendirse para continuar. Incluso, en ciertos momentos, puede generar desasosiego. Ahora bien, dependerá de la incomodidad o disconformidad que se esté experimentando para ponerlo sobre la mesa para llevar a cabo una huida anticipada. La renuncia es una realidad que surge cuando se rompe el acuerdo, porque aparecen comportamientos que llevan a la evitación de tareas, compromisos y responsabilidades, eliminando la equidad de la satisfacción relacional.

Con la finalidad de aprender de la experiencia, nadie es ajeno a los impactos positivos o negativos, ya sea generados por componentes endógenos o exógenos. De ahí que la verdadera asignatura social pendiente sea la de conformar estructuras que sepan absorber las inclemencias, a la vez que tengan la posibilidad de mostrar el aprovechamiento potencial de los factores positivos que le afectan. Para ello hay se ser competitivos, pero no sólo midiéndolo a través de la perspectiva económica, sino también social, personificándose en una mejora en la calidad de vida de la ciudadanía. Los modelos y contrato sociales tienen pasado, presente y, lo que es más importante, futuro. Un futuro de cohesión económica y social, sólo alcanzable con consenso y con confianza.

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