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Prende la luz

Santiago Hernández León / Santiago Hernández León

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Las formas en las que se ha iniciado el denominado movimiento 15-M han sido un clásico. Estos manifestantes se han negado a cerrar una protesta y lo han hecho bien, y sin quererlo han sido increíblemente mediáticos por la oportunidad del momento. En todo el país y en toda Europa se perciben las mismas inquietudes. También lo han sido al trascender numerosas frases brillantes y propuestas a modo de titulares. Personalmente me gustan esas formas pero me preocupa que se queden ahí. Es una moda que se inició en Mayo del 68 y que simplemente quedó en eso, en frases para la historia. Fue patético observar como más de un millón de personas pasó por delante de la sede del gobierno francés y a nadie se le ocurrió ni siquiera mirar hacia adentro. No tenían una propuesta para cambiar el sistema, ni un norte común para todos aquellos manifestantes. Aquello pasó a la historia sin más, solo quedaron algunos cambios culturales.

En las protestas de los indignados si parece existir un norte común, el deseo de más democracia. Me atrevería a decir que simplemente democracia pues ese sistema político es mucho más de lo que tenemos. No se basa en elegir unos representantes cada cuatro años por un sistema de listas que te imponen, que no te queda otro remedio que aceptarlas, con un sistema electoral que no te permite elegir ni a tu presidente, ni a tu alcalde, donde muchas veces gobiernan los que pierden las elecciones, donde si votas al partido A porque no quieres el B, observas que con tu voto sale el que no quieres,? cuando no existe separación de poderes, cuando esos mismos partidos eligen a jueces y fiscales, cuando todo el poder está concentrado en unas pocas manos, cuando esas manos están pagadas por las muy costosas campañas electorales, pagadas a su vez por los empresarios, cuando la prensa está también en sus manos, cuando el mecanismo del referéndum está absolutamente vetado, cuando el ciudadano no tiene voz,? Todo parece ser una farsa, predomina la conchupancia y no es de extrañar que en algún momento alguien se pregunte si esto es realmente una democracia. También se eligen representantes en Marruecos y a nadie con sentido común se le ocurre decir que aquel es un país democrático.

Estamos ante uno de los retos más complicados de la política, pues nadie que disfrute del poder que tiene esa aristocracia que habita en los partidos, tanto en España como en Europa, está dispuesto a cederlo fácilmente. Sin embargo, esta vez no se trata de conquistar un derecho para una minoría, se trata de que nos devuelvan lo que es nuestro, lo que nos pertenece a todos. La luz ha prendido y va a ser difícil apagarla.

*Catedrático de Zoología

Santiago Hernández León*

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