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Primera columna del año

José María García Linares / José María García Linares

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Con lo bien que hubiera estado Sáez de Santamaría calentita en su casa acunando a su recién nacido y mírala, ahí la tienes, compareciendo como nadie y recortando como todos, pero a lo bestia. Al menos hay que reconocer que no necesita leer para dar sus ruedas de prensa como hacía Fernández de la Vega, incapaz de levantar la vista de los folios zapateriles. Nuevos tiempos, que los llaman ahora. Soraya tiene tablas, digan lo que digan, como canta Raphael. Qué planta, qué melena tan bien puesta, qué naricilla. Lo tiene todo para jodernos con estilo el potaje de cada día. Va a ser un año muy difícil, nos advierte, como si no nos hubiéramos dado cuenta los que no votamos al PP. Al menos nosotros no nos creímos las palabras de Rajoy cuando aseguró que no subiría los impuestos. ¡Ay! Está saliendo ahora un resumen de la Pantoja dando las uvas. Mira que ha perdido kilos esta mujer, a pesar de los que ha mangado presuntamente. Es un garbancito, que diría mi madre. Engorda y adelgaza con mucha facilidad. Superemotivo todo, por lo que estoy viendo en esta repetición. En casa, sin embargo, entró el año de la mano de la Igartiburu, porque nosotros somos de la pública. Por eso nos comimos ocho uvas en vez de doce. Los recortes serán duros y hay que irse acostumbrando. Los que defendemos lo público hemos hundido el sistema y ahora hay que apechugar, claro, como debe ser y como Dios manda, que diría Rouco Varela. Qué bonita la jornada de las familias, ¿verdad? Ellos siempre con sus puertas abiertas y acercándose a los demás. De esta gente tenemos mucho que aprender, sobre todo en estos próximos cuatro años. La familia cristiana es la verdadera, parece mentira que haya que repetirlo. Es lo natural, por favor. La mujer tiene que casarse con un hombre mayor que no es el padre del hijo que lleva en las entrañas, y el que no lo quiera ver es que no se está enterando de nada.

Un día se nos cae la Campos de los tacones y se abre la crisma. La pobre, trabajando el día de Año Nuevo. Todo el mundo a trabajar, que dirían los de la OCDE. ¿Qué es eso de estar reunidos en familia? Nada de nada. A currar todo quisqui y los funcionarios dos horas y media más. Con esta subida laboral (no de sueldo, claro), con este aumento, digo, esta columna está pendiente de un hilo. A ver de dónde saco yo ahora el tiempo para escribir estas pataletas que en ocasiones me llevan mucho más tiempo del que acabo de referir. Tal vez sea hora de callarse o de que alguien me ofrezca unos eurillos para continuar (por si cuela). Sospecho que, al final, no será una cosa ni la otra? Habrá que echar esas horas de más, como la Campos, aunque yo, que no me callo porque tengo los pies en el suelo y no en esas infernales plataformas, ya digo aquí que dedicaré ese tiempo extra a leer solo o con mis alumnos y que, además, también tendré que recortar de aquí y de allá y, a partir de enero, no me llevaré las redacciones a casa ni los trabajos, porque los voy a suprimir. Con los exámenes aún no sé qué pasará. Tal vez los quite en Secundaria, ya veremos. Es mi compromiso como funcionario público. Hay que arrimar el hombro con los recortes. Iba a trabajar más el final de esta primera columna de 2012 pero me es imposible. Así que aquí va mi primer escrito recortado. Feliz?

José María García Linares

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